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De los fardos de hachís a los capachos de pepinos de mar

De los fardos de hachís a los capachos de pepinos de mar

EFE

Madrid —

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Existen alrededor de 1.400 variedades de holoturias y una de ellas, conocida popularmente como pepino de mar o carajo, habita en aguas andaluzas. Algunos pequeños narcos han cambiado el fardo de hachís por capachos de este producto, muy apreciado por el cliente chino dadas sus propiedades vigorizantes.

Se trata de un equinodermo implicado en el reciclado de nutrientes y en la oxigenación del sedimento de los fondos marinos, según los científicos, pero en un limbo legal en Andalucía, donde su captura no está prohibida, aunque tampoco regulada, y donde el pescador furtivo se ha echado a la mar para llevar a cabo una actividad ilícita que puede sancionarse hasta con 60.000 euros.

No así en otras comunidades como Galicia, donde desde el año pasado se ha permitido la explotación pesquera del pepino de mar a los barcos de arrastre locales y a la flota de altura de Gran Sol, explica a Efe el jefe en funciones del Seprona de la Guardia Civil en la Comandancia de Cádiz, el sargento primero José María García.

Actualmente, se pescan más de 60 especies en 70 países del mundo, que dirigen su exportación al continente asiático, dispuestos a pagar lo que el bolsillo del consumidor en origen no puede: entre 300 y 500 dólares el kilo. Cantidad que se dispara si el destinatario es el mercado chino.

En España, recuerda García, una variedad de holoturias, la espardeña, de la que se consume solo las bandas musculares del intestino, es un manjar muy apreciado en Levante y Cataluña. El gourmet llega a pagar a 130 euros el kilo, un precio prohibitivo para muchos.

Pero para al furtivo que se adentra en las aguas andaluzas en inmersión libre, sin señalizar su ubicación y, por tanto, arriesgándose él y poniendo en peligro a otros, el cliente que le interesa es el asiático.

Y más que al furtivo, al intermediario, que paga al pescador 10 euros por cada seis piezas vivas. Una especie con propiedades afrodisíacas y terapéuticas, según creencia de sus mayores degustadores.

Creen los investigadores que, en una provincia con la tasa más alta de paro como es Cádiz, algunos han visto un filón en esta actividad y otros han dejado el menudeo o el trapicheo de droga, sobre todo hachís, para dedicarse a este “negocio” con menos riesgo penal, aunque sí económico, porque, dependiendo de la cantidad intervenida, la multa puede dispararse.

¿Hay organizaciones delictivas dedicadas en exclusiva a este “negocio”? La Guardia Civil aún no lo tiene determinado, pero sí tiene claro que para que funcione se precisa al menos de una pequeña trama para completar la cadena, que empieza en el mar andaluz y acaba en la mesa del consumidor en China.

Porque otra cosa que han constatado los investigadores del Seprona en sus inspecciones y pesquisas es que los carajos de mar no van a parar a los restaurantes chinos en España, ni siquiera a los de la provincia de Cádiz.

Una decena de operaciones contra la pesca ilegal de holoturias ha llevado a cabo la Comandancia de Cádiz en lo que va de año, que se ha incautado de aproximadamente unos 600 kilos de este producto.

Ya en 2014, la Guardia Civil detuvo en la playa gaditana de La Caleta a cuatro personas con 300 kilos y, más recientemente, en Málaga denunció a otra al ser sorprendida con 128 kilos. La Policía Local de Cádiz también ha hecho más de una intervención, como este mismo mes de agosto al aprehender 200 kilos.

La cadena empieza en el mar con el furtivo, que intenta llenar sus capachos con los pepinos de mar (entre 100 y 200 piezas), que suele entregar vivos y con agua al intermediario, ya que sin ella aguantarían apenas dos horas.

Tras la entrega y el pago del precio pactado, se traslada el producto a azoteas para deshidratarlo, porque es así como se exporta a China y porque de este modo, no tiene problemas de conservación.

Además, como señala el responsable del Seprona, es más fácil de camuflar entre otras mercancías que, en contenedores, puedan salir de algún puerto español con destino a China.

Pero para que alcance esa meta final, en esa pequeña trama aparece la figura del exportador. En algún caso, según los investigadores, es el propio intermediario quien lo vende directamente a su contacto en China, y en otros un tercero que recoge en España la mercancía.

Las investigaciones alcanzan también a internet, porque a través de la red los intermediarios ofrecen sus servicios. Incluso el propio furtivo, que se “vende” como gran conocedor de los mejores bancos de carajos de mar.

Tanto en plena faena, como ya en tierra, la Guardia Civil y las policías locales siguen incautando holoturias en un goteo constante de intervenciones.

Su destino, según explica a Efe el sargento García, es de nuevo el mar si están vivas. Si ya han sido deshidratadas, el Seprona las traslada a las instalaciones del Centro de Investigación y Formación Pesquera y Acuícola del Puerto de Santa María.

Mientras tanto, los furtivos, en una cantidad que aún se desconoce, se han agarrado a este “clavo ardiendo” para salvar sus maltrechas economías.

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