El alto el fuego en Sudán del Sur se desvanece un mes después de su firma

El cese de las hostilidades acordado por el Gobierno sursudanés y la oposición armada, el pasado 21 de diciembre, ha quedado en papel mojado un mes después entre acusaciones cruzadas de ambos bandos, que se responsabilizan de su fracaso.

Este pacto, que oficialmente entró en vigor la víspera de Navidad, apenas se mantuvo vigente unas horas, antes de que estallaran nuevos enfrentamientos entre combatientes de ambos bandos en la zona de Diem Jalab, en el estado de Bahr al Gazal Occidental y en otra zonas en varios Estado del país.

La oposición sursudanesa acusó al Ejército gubernamental de atacar varias de sus posiciones en dicho estado y las fuerzas oficiales responsabilizaron a los rebeldes de haber iniciado las agresiones.

Estos choques fueron condenados inmediatamente por las instituciones y países mediadores en el conflicto, en especial la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo en el Este de África (IGAD) y la troika formada por el Reino Unido, Estados Unidos y Noruega, que han amenazado con imponer sanciones a las partes involucradas en la violación de la tregua.

“Estamos comprometidos con el acuerdo del cese de las hostilidades y hemos emitido órdenes claras a nuestras fuerzas para respetar la tregua, pero los grupos que se oponen a la paz lanzaron ocho ataques contra nuestras posiciones en varias zonas”, dijo a Efe el portavoz del Ejército gubernamental, Lul Ruai Koang.

El portavoz castrense subrayó que las tropas gubernamentales no han abandonado sus posiciones desde el anuncio de alto el fuego, suscrito por el presidente Salva Kiir.

El pasado diciembre, Kiir ordenó el cese de los combates en todo el territorio de acuerdo con lo pactado, al mismo tiempo que el líder de la oposición armada, Riek Machar, hacía lo propio.

Para el profesor de Ciencias Políticas de la universidad de Yuba, Jacop Chol, la continuación de las violaciones al pacto de paz por parte de los bandos beligerantes se debe a que los mandos han “perdido el control” de las fuerzas que están sobre el terreno.

En declaraciones a Efe, Chol destacó que “este acuerdo está abocado al fracaso” por la falta del control sobre las tropas de campo para asegurar el cumplimiento del pacto.

Según él, sería necesario reforzar el mecanismo de vigilancia de estas unidades y que la comunidad internacional impusiera sanciones efectivas a quienes infringieran el acuerdo, en lugar de limitarse a emitir condenas.

Por su parte, el portavoz militar adjunto de las fuerzas leales a Machar, Iam Paul Gabriel, dijo a Efe que la comunidad internacional sigue manteniendo el silencio ante las violaciones y los ataques de las tropas gubernamentales contra las fuerzas de la oposición.

Gabriel afirmó que su grupo a alertado a la comunidad internacional e insistió en que sus hombres “mantienen el control”.

Asimismo, insistió en que para la oposición sigue vigente el acuerdo, a pesar de que el Gobierno quiera hacerse con el control de sus posiciones.

El director ejecutivo de la Red de Sudán del Sur para la Democracia y las Elecciones- una alianza de organizaciones independientes-, Rajab Muhandes, se mostró también a favor de que la IGAD y la troika sustituyan sus comunicados de condena por sanciones efectivas.

Según Muhandes, el ciudadano prefiere que se tomen “acciones reales” contra los que realizan estas infracciones, a las continuas condenas.

El conflicto en Sudán del Sur estalló en diciembre de 2013 entre las fuerzas de Kiir, de la etnia dinka, y las de su Machar, de la tribu nuer.

Ambas partes alcanzaron un acuerdo de paz en agosto de 2015 que llevó a la creación de un Gobierno de unidad nacional, pero en julio de 2016 rebrotó la violencia.

El nuevo pacto para el cese de hostilidades entró en vigor el pasado 24 de diciembre, gracias a la mediación y presiones de la IGAD y os países de la troika.