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El gobierno islamista turco cuestiona que chicos y chicas vivan juntos

El gobierno islamista turco cuestiona que chicos y chicas vivan juntos

EFE

Estambul —

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Turquía vive “revolucionada” por la polémica propuesta del gobierno islamista del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) de vigilar si jóvenes de ambos sexos comparten una vivienda sin estar casados.

¿Los chicos con las chicas, tienen que vivir juntos? No, en ningún caso, considera el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan: cuando jóvenes de ambos sexos comparten piso “puede pasar cualquier cosa”, y el Estado debe vigilar que eso no ocurra.

Es más, grupos terroristas usan los vínculos entre chicos y chicas para reclutar seguidores y en los pisos mixtos se enseña a fabricar bombas, asegura el ministro del Interior, Muammer Güler.

Estas palabras han echado leña a un fuego que lleva tres días devorando el país: ¿hasta dónde llegará la gente de Erdogan para imponer su visión conservadora y religiosa de la sociedad?

“Sería apropiado que una mujer joven y un hombre viviesen juntos en una casa particular? ¿Usted lo toleraría si fuera su hija? Si hace falta una regulación legal, nosotros la haremos”, dijo Erdogan hoy durante una visita a Finlandia, echando por tierra los intentos de algunos de sus colaboradores de quitar hierro al asunto.

Pero para algunos en el AKP no hace ni falta introducir una nueva legislación, y basta con las leyes antiterroristas para separar los sexos en los pisos compartidos.

“Consideramos el asunto desde el punto de vista de lucha contra el terrorismo. Hemos averiguado que las organizaciones terroristas utilizan las relaciones entre chicos y chicas para reclutar apoyos entre los estudiantes”, aseguró ayer Güler.

“Hemos visto que utilizan pisos donde conviven los jóvenes para enseñarles cómo utilizar armas o fabricar bombas”, detalló el ministro del Interior, quien abogó por colocar los pisos de estudiantes bajo supervisión policial.

“Las familias tienen derecho a saber dónde están sus hijos. El Estado tiene el deber de tomar medidas de protección respecto al alojamiento para proteger a la juventud”, manifestó Güller.

Pero incluso dentro del partido de Erdogan, en el poder desde 2002, se levantan voces contrarias.

Zelkif Kazdal, diputado del AKP, destaca que estos “hijos” son en todo caso mayores de 18 años y ni el Estado ni sus familias pueden interferir en su vida privada, ni existe la figura legal de “piso de estudiantes” respecto a cualquier otro piso compartido.

Otro diputado del AKP, Idris Bal, se pregunta si “el próximo paso será intervenir en la vida de las parejas que conviven sin casarse”.

De hecho, para algunos parece tratarse de lo mismo: el viceprimer ministro Bülent Arinç, que el primer día aún intentó desmentir los comentarios de Erdogan, se alineó ayer con él, al opinar que en un piso compartido normalmente las chicas son las perdedoras.

Y es que según el número dos del Gobierno, los chicos acabarían buscando otra novia, aparentemente dando por supuesto que compartir piso siempre incluye una relación sexual.

Diarios de oposición como “Hürriyet” llevan días publicando fotos de lectores que muestran la vida de los jóvenes en esos pisos compartidos, en muchos casos mixtos, algo completamente normal en ciudades como Estambul o Ankara.

Pero parte de la población se ha adherido a la visión de Erdogan de que se trata de una amoralidad.

“Aquí viven juntos chicas y chicos. Esto no es decente para nuestro edificio. Cuando los vea, informe a la policía”, rezaba una nota que un vecino anónimo colocó ayer en la pared en un barrio conservador de Estambul.

El director de una residencia de estudiantes de secundaria en la ciudad de Isparta decidió imponer horarios diferentes para chicas y chicos en los almuerzos, una medida que tuvo que retirar tras una masiva reacción en los medios sociales de Internet.

Todo ello pueden ser pasos hacia un ideal del gobierno hasta ahora no evocado públicamente: acabar con la educación mixta y separar a niños y niñas desde la infancia, teme la oposición.

Un primer paso ya se dio en el año 2012, cuando el Ministerio de Juventud empezó a separar por sexos los campamentos de verano de adolescentes.

Algunos creen que Erdogan ya ha lanzado el debate para perfilarse en lo que ya parece ser una precampaña para las municipales de marzo y motivar a sus seguidores para la lucha contra la “otra Turquía”, sin valores religiosos.

El debate reaviva los temores de la población laica de que al final los sectores más conservadores impondrán su visión del mundo en los barrios en los que son mayoría, hasta acabar creando guetos para los “infieles”.

Ilya U. Topper

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