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La crisis que implica a Temer y paraliza a Brasil entra en una fase decisiva

La crisis que implica a Temer y paraliza a Brasil entra en una fase decisiva

EFE

Brasilia —

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La aguda crisis política brasileña entró desde hoy en una fase decisiva, después de que el Supremo emplazó a la Fiscalía a decidir si denuncia por corrupción al jefe de Estado, Michel Temer, quien enfrenta la amenaza de ser suspendido del poder.

Según determinó el juez Edson Fachin, instructor en el Supremo de la investigación iniciada contra el mandatario, la Fiscalía deberá pronunciarse antes del martes sobre una eventual denuncia, que en medios políticos y jurídicos se considera casi segura.

Temer es investigado por los supuestos delitos de corrupción pasiva, obstrucción a la justicia y asociación ilícita, y al menos en el primero de los casos la Policía Federal ya ha informado de que ha encontrado “serios indicios” que comprometen al gobernante.

Las sospechas de que Temer participó “con vigor” en asuntos de corrupción se desprenden de confesiones hechas por directivos del grupo JBS, uno de los mayores productores y exportadores de carnes del mundo, quienes, en un acuerdo de cooperación judicial, detallaron una serie de irregularidades en las que estaría incurso el presidente.

Uno de los elementos de prueba esgrimidos por la Policía Federal son unos explosivos audios grabados por Joesley Batista, uno de los dueños de JBS, durante una visita que hizo a Temer en la residencia oficial de la Presidencia la noche del pasado 7 de marzo.

En esas grabaciones, que según Temer fueron “editadas”, Batista narra una serie de maniobras ilegales que JBS hacía con autoridades del Gobierno para favorecer a ese grupo y el presidente escucha supuestamente sin hacer mayores comentarios o hasta consintiendo lo relatado.

Esas grabaciones fueron hechas públicas por la justicia, pero de acuerdo a fuentes policiales, no son las únicas que comprometen a Temer y existen al menos otros cuatro audios aún no difundidos y que pueden ser aún más comprometedores.

Tras el plazo establecido por el juez Fachin, la suerte de Temer está en manos del fiscal general, Rodrigo Janot, quien en todos los casos de corrupción que ha tramitado hasta ahora nunca ha ido contra la opinión de los investigadores de la Policía Federal.

Si Janot se decanta por presentar la denuncia, la Corte Suprema deberá remitir el caso a la Cámara de Diputados, única responsable según la Constitución de autorizar un proceso contra un mandatario en pleno ejercicio del poder.

La denuncia sólo procederá si es avalada primero por una comisión de diputados, que tendrá hasta quince sesiones para analizar el caso, y luego por al menos dos tercios de los 513 legisladores que conforman el pleno.

Si así fuera, Temer sería suspendido de sus funciones durante 180 días, plazo que tendría el Supremo para concluir un proceso en el que sólo podría considerar hechos ocurridos desde que el presidente asumió el poder, en mayo de 2016, cuando comenzó el juicio político que acabó en agosto con la destitución de Dilma Rousseff.

Su lugar sería ocupado en forma interina por el presidente de la Cámara Baja, Rodrigo Maia, un legislador fiel a Temer y que defiende su inocencia, pese a que en las propias filas oficialistas hay quien expresa dudas sobre la situación del mandatario.

El trámite cobrará así un carácter netamente político en el que será determinante la relación de fuerzas en una Cámara de Diputados en la que Temer es apoyado hasta ahora por una sólida mayoría que, sin embargo, peligra desde que se conocieron las denuncias de JBS.

En las últimas semanas, algunas pequeñas formaciones abandonaron la coalición de Gobierno, que aún así mantiene una mayoría que pudiera esfumarse si el influyente Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) se aparta del oficialismo, como ya ha insinuado.

El PSDB tiene 46 diputados, que junto con los de otros partidos que mantienen su apoyo a Temer bastarían para alcanzar los 172 votos necesarios para impedir que se conforme la mayoría de dos tercios que suspendería al mandatario del poder.

Aún así, las disidencias han crecido sobre todo en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD), que lidera el propio Temer y cuenta con 64 diputados, de los cuales se calcula que al menos una decena estaría dispuesta hoy a darle la espalda al gobernante.

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