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Las muestras de solidaridad se extienden a cada rincón de La Rambla

EFE

Barcelona —

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Setenta y dos horas después de los atentados perpetrados en La Rambla, este emblemático paseo de Barcelona intenta volver a la normalidad, pero los improvisados mensajes, los puntos de ofrenda y las infinitas muestras de solidaridad lo hacen prácticamente imposible.

El bullicio que la caracteriza no es el mismo, el ambiente es más sereno. Sólo suben el tono los aplausos, que no cesan, que contrarrestan los sollozos constantes de quienes pasean por La Rambla. Es imposible dar un paso sin que se erice la piel a alguien al caminar a lo largo de ella.

El ya instaurado como lema, 'No tenim por' (No tenemos miedo), se repite en todos los rincones: en el suelo, escrito con tizas de colores, en los carteles colgados de las farolas o en las muestras de solidaridad plasmadas incluso en los árboles de todo el paseo.

En muchos de estos rincones, lugares donde algunas de las víctimas perdieron la vida, personas anónimas, turistas, barceloneses, familiares o conocidos, los recuerdan, incluso con fotos, para no olvidar “su sonrisa perdida”, como la de Silvina, una de las fallecidas que trabajaba en el mercado de La Boqueria.

Los espontáneos vítores a los Mossos d'Esquadra y a la Guardia Urbana no acaban. Tampoco los mensajes escritos en los árboles con los bolígrafos que alguien ha dejado a sus pies para que nadie se quede sin mostrar su rechazo al terrorismo.

El odio no aparece en ninguno de ellos. Sólo “el fin de la barbarie”, “vivir en paz” y que nadie “tiene miedo”.

Con el paso de las horas, los “altares” improvisados son cada vez más grandes. Los que más se encuentran en dos puntos: uno, cerca de la Fuente de Canaletas, y el otro, frente al Teatro del Liceo, cerca del lugar donde el terrorista paró la furgoneta tras arrollar a su paso a cientos de personas.

Las muestras de solidaridad han sido infinitas durante estos tres días, en los que la gente ha repartido abrazos, camisetas y cariño.

Como Paco López, un jubilado que ha elaborado unas camisetas con el ya instaurado como lema tras los atentados de “No tenim por” y “BCN som tots”. Ahora tiene “tiempo”, que lo dedica “a pasear y a observar”.

“Compré 25 camisetas y las he hecho en casa manualmente. Hago el texto en una plantilla, lo grabo y los impregno en el sello”, ha señalado. Es su “aportación” tras los atentados del pasado jueves que han dejado a Barcelona abrumada por lo ocurrido.

“Difundir el mensaje 'no tenemos miedo', para mí es gratificante”, ha dicho, como pasear por La Rambla y ver que está llena de gente le emociona. Y es que, según Paco, “Barcelona es muy grande”.

Un trabajo al que le ha dedicado tiempo, porque es un sistema “muy artesanal”, y que no es la primera vez que lo hace, puesto que suele hacer camisetas con mensajes reivindicativos, aunque en este caso no son sólo para él, sino para compartirlas con el resto.

Las camisetas se las ha regalado a los quiosqueros de Las Ramblas, de periódicos y de flores, a quien pasaba por la calle, es decir, “un poco al libre albedrío”, ha asegurado.

También a unas chicas que repartían abrazos estos días para todos aquellos que se acercaban a ver los puntos de ofrenda improvisados en el pavimento, en memoria de los 13 fallecidos allí.

Porque las muestras de apoyo y de dolor no han dejado de aparecer después de los atentados en la ciudad condal y en Cambrils (Tarragona), donde también falleció otra persona.

Pero ni los barceloneses, ni los catalanes, ni los españoles, ni nadie en el mundo 'té por' (tiene miedo). Lo dicen los mensajes: “Sin miedo a la bala, tampoco al que dispara” y “No dejaremos de ser libres”.

Y La Rambla barcelonesa volverá a ser lo que era, rica en sonidos y abundante en encuentros. Volverá a sonar como siempre.

Por Esperanza Ronda/Rosa Díaz

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