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El búnker nuclear de Tito se recicla con una bienal de arte contemporáneo

El búnker nuclear de Tito se recicla con una bienal de arte contemporáneo

EFE

Sarajevo —

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De refugio ante una guerra nuclear a guarida para los amantes de la cultura. Este es el camino recorrido por el mayor búnker de la Yugoslavia de Josip Broz “Tito”, que acoge ahora una bienal de arte contemporáneo.

La segunda edición de la feria de arte contemporáneo D-O ARK Underground, dedicada en esta ocasión a la Guerra Fría, muestra las obras de decenas de artistas de una veintena de países hasta el 26 de septiembre en la ciudad de Konjic, a unos 50 kilómetros al sur de Sarajevo.

El director de la exposición, Edo Hozic, declaró en Sarajevo que después de la exposición, el popularmente llamado “búnker de Tito”, que aún guarda el aire marcial y los símbolos del antiguo régimen comunista, aspira a convertirse en un museo de arte contemporáneo.

El “Mando militar atómico”, el nombre oficial de la fortificación subterránea que hasta hace dos años permanecía abandonado, alberga 82 obras de arte de más de 70 artistas de 28 países, y los organizadores esperan que algunas se queden una vez que termine el certamen.

El objetivo de lograr un espacio de exposiciones de arte contemporáneo permanente es muy ambicioso en un país que carece de un ministerio de Cultura y cuyo Museo Nacional cerró el año pasado asfixiado por las deudas.

Otras importantes instituciones como la Filmoteca de Bosnia o el Museo de Historia también se tambalean por la falta de fondos.

“Tenemos que contribuir al objetivo que siento, y ese es que el búnker se convierta en un museo de arte contemporáneo. Consideramos que es importante y que es un modo de conservar esta edificación”, subraya uno de los comisarios de la bienal, el croata Branko Franceschi.

La recesión y una constante escasez de dinero, así como el farragoso estatus legal de las instituciones culturales, son las principales causas de la mala situación de ese sector en el país.

Algunos expertos incluso consideran que el cierre de las instituciones culturales es una estrategia de los sectores más nacionalistas para destruir todo lo que representa la idea de Bosnia como país multiétnico.

Para este proyecto los organizadores no han recibido ninguna ayuda procedente de las instituciones bosnias, pero sí de la Unesco, Turquía, Serbia, Croacia y Montenegro, además de fundaciones privadas como la Mondriaan, entre otras, según lamentaron.

La primera muestra de este certamen se celebró de mayo a septiembre de 2011 y la visitaron más de 15.000 personas, ahora esperan superar esa cifra.

El arte ha resultado la inesperada fórmula para insuflar vida a ese edificio construido en secreto entre 1953 y 1979 a 280 metros de profundidad en las entrañas del monte Zlatar y con un coste de 4.600 millones de dólares (unos 3.535 millones de euros).

La enorme superficie de 6.584 metros cuadrados y más de cien habitaciones debía acoger y proporcionar una vida normal durante medio año a Tito y otras 350 personas de la elite política y militar de Yugoslavia en caso de guerra nuclear.

Su construcción fue un secreto militar bien guardado, y además de los obreros seleccionados, que debían firmar un pacto de silencio, sólo sabían del proyecto cuatro comandantes.

Tito nunca llegó a entrar en el Búnker: murió en mayo de 1980, poco después de que finalizasen las obras.

El corazón del imponente refugio atómico es capaz de resistir un ataque nuclear de una potencia de 20 kilotoneladas. El complejo contaba incluso con un hospital completamente equipado.

Hasta el inicio de la guerra de Bosnia (1992-1995) no se descubrió su existencia, lo que atrajo una gran atención mediática.

Tras haberse salvado de una voladura controlada por parte del Ejército yugoslavo, copado entonces por serbios, lo tomó el Ejército bosnio, de mayoría musulmana, el 11 de mayo de 1992.

En su momento las toneladas de petróleo, medicinas, alimentos, mantas y otros suministros encontrados allí fueron de gran ayuda durante la guerra para los militares bosnios.

Pero luego cayó en el olvido, hasta que un grupo de artistas bosnios decidieron usarlos como galería y lugar de resistencia ante la indiferencia por la cultura en las instituciones de Bosnia.

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