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Los partidos acuerdan combatir a paramilitares y compartir política económica

Los partidos acuerdan combatir a paramilitares y compartir política económica

EFE

Dublín —

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Los partidos norirlandeses evitaron hoy el colapso del Gobierno autónomo de Belfast, de poder compartido entre protestantes y católicos, al lograr un acuerdo para atajar la amenaza de los paramilitares y adoptar una política presupuestaria común.

La unificación de sus posiciones en materia económica debería, además, llevar a las cinco formaciones que componen el Ejecutivo autónomo a concluir la reforma del sistema de bienestar social que reclama insistentemente el Gobierno británico, que considera que Irlanda del Norte necesita aplicar recortes y medidas de austeridad como el resto del Reino Unido.

La ministra británica para la región, Theresa Villiers, aseguró al presentar hoy los detalles del acuerdo que este pacto, fruto de diez semanas de intensas negociaciones, puede ofrecer una “base sostenible” para encauzar “las finanzas” de la región, lo que “pondría fin a la larga disputa sobre los presupuestos”.

También el ministro principal norirlandés, el protestante Peter Robinson, aseguró hoy que el pacto servirá para reforzar el proceso de paz, mientras que su adjunto en el Gobierbo, el “número dos” del Sinn Féin y exdirigente del Ejército Republicano Irlandés (IRA) Martin McGuinness, consideró que ofrece “una nueva oportunidad”.

Londres amortiguará los efectos de los recortes con la concesión de un fondo extra de 500 millones de libras (715 millones de euros) que servirá para abordar problemas sociales característicos de cualquier sociedad que ha sufrido un largo conflicto armado.

Asimismo, el Ejecutivo británico considerará la devolución a Belfast de ciertas competencias fiscales para que su Ejecutivo pueda, por ejemplo, rebajar el impuesto de sociedades y equipararlo con el de la vecina República de Irlanda, que recibe importantes inversiones extranjeras gracias a que esa tasa se sitúa en el 12,5 %, frente al 20 % de Irlanda del Norte.

“También habrá un nuevo énfasis para combatir a los paramilitares y el crimen organizado y una declaración inequívoca de que tales actividades no serán toleradas”, dijo Villiers, quien estuvo acompañada por el ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Charlie Flanagan.

El jefe de la diplomacia del Gobierno de Dublín, que también ha participado en las conversaciones con los partidos, celebró que las formaciones norirlandesas se hayan comprometido a trabajar juntas para lograr la “disolución” de los grupos paramilitares y acabar con la influencia que mantienen sobre sus respectivas comunidades.

Este proceso será examinado periódicamente por un organismo independiente internacional, según confirmó el ministro irlandés.

Esta nueva crisis empezó después de que fuese asesinado en agosto Kevin McGuigan, exmiembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), en un acto que la policía autónoma vinculó con una presunta actividad del grupo terrorista, lo que motivó una fuerte reacción de las formaciones unionistas-protestantes, partidarias de que la provincia siga formando parte del Reino Unido.

No obstante, las relaciones entre las formaciones ya eran tensas desde que el Sinn Féin, antiguo brazo político del IRA y principal representante de la comunidad católica-nacionalista, retiró en marzo su apoyo al plan de reforma del sistema de bienestar social, después de aceptarlo en otro acuerdo firmado en diciembre de 2014.

En protesta por la situación, el ministro principal norirlandés y líder del mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP), Peter Robinson, abandonó temporalmente su cargo en septiembre, un paso que también dieron tres de sus cuatro ministros en el Ejecutivo de Belfast.

Ante la crisis, el Gobierno británico encargó entonces a una comisión independiente evaluar la actividad paramilitar de los principales grupos terroristas norirlandeses, en tregua desde la firma del acuerdo del Viernes Santo (1998).

Su informe señaló en octubre que algunos de esos grupos, como el IRA, mantienen sus órganos de Gobierno y están activos, pero recalcaron que su “carácter es totalmente político” y que siguen comprometidos con el proceso de paz en Irlanda del Norte.

Los ministros del DUP regresaron entonces al Ejecutivo y los protagonistas del proceso han seguido negociando con Londres y Dublín para lograr un nuevo acuerdo.

El pacto sellado hoy está recogido en un documento de 70 páginas titulado “Un Nuevo Comienzo - El Acuerdo de Stormont y Plan de Aplicación”, que, no obstante, no aborda la cuestión del legado del pasado conflicto en Irlanda del Norte, uno de los más controvertidos y divisorios.

En este sentido, el Sinn Féin y Londres mantienen diferencias sobre la divulgación de documentos oficiales secretos que podrían ayudar a las actividades de los organismos que investigan sucesos no resueltos del pasado conflicto.

Ambas partes han acordado dejar este asunto para unas futuras conversaciones.

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