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La pérdida de los dos tercios en el Parlamento, la primera alerta para Orbán

La pérdida de los dos tercios en el Parlamento, la primera alerta para Orbán

EFE

Budapest —

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Tras cinco años de gobierno autoritario gracias a contar con dos tercios de los escaños parlamentarios, el derechista partido Fidesz, del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, sufrió ayer su primera derrota electoral, una alerta que confirma su pérdida de popularidad en los últimos meses.

La elección parcial en la ciudad de Veszprém, en el oeste del país magiar, se hizo necesaria tras el nombramiento del anterior diputado electo en 2014, Tibor Navracsics, como comisario europeo de Educación, Cultura, Juventud y Deporte.

El resultado ha mermado por primera vez el poder de “los dos tercios” que Orbán ha aprovechado para enmendar la Constitución a su criterio, sin tener que negociar apoyos con la oposición.

El Fidesz, derrotado ayer por al candidato independiente Zoltán Kész, apoyado por la oposición de izquierda, cuenta a partir de ahora con 131 de los 199 diputados en el Parlamento de Budapest.

“Respetamos la decisión de los votantes, pero la conclusión es que no debemos dormirnos en los laureles”, dijo Orbán anoche en la red social Facebook, tras conocer los resultados de la elección.

A pesar de que no se esperan grandes cambios dada la aplastante mayoría que mantiene el Fidesz, varios analistas ven en el voto de Veszprém un reflejo de la pérdida de popularidad sufrida por el jefe del Gobierno en los último meses.

En el otoño de 2014 todo indicaba que, después de arrasar en las elecciones de 2010 y 2014, el Fidesz podría seguir adelante con su controvertida política hasta los próximos comicios de 2018.

Pero “desde el otoño el gobierno ha cometido numerosos errores”, indicó en declaraciones a Efe Tamás Boros, director del Instituto Policy Solutions.

El analista recordó la propuesta del gobierno, después retirada, de introducir un impuesto en el uso de internet.

Tampoco cayó bien en la población la obligatoriedad del cierre de los supermercados y centros comerciales los domingos, así como un nuevo sistema de peaje en autopistas.

Esas impopulares propuestas y leyes han provocado fuertes protestas y llevado a decenas de miles de personas a las calles.

Por otra parte, la política exterior del gobierno despierta asimismo críticas, rechazos y fuertes controversias dentro y fuera del país, principalmente la estrategia de Orbán llamada “apertura hacia el Este”, un claro acercamiento a Moscú.

La reciente visita del presidente ruso, Vladimír Putin, en Budapest, o las críticas de Orbán hacia las sanciones impuestas por la UE a Moscú, no coincidieron con la opinión pública, más cercana a los valores europeos, según encuestas recientes.

Otro escándalo, relacionado con la política de medios, erradicó en los primeros días de febrero la imagen de unidad que transmitía el Fidesz: el antiguo aliado de Orbán, el inversor Lajos Simicska, declaró una “guerra mediática total” contra el gobierno, en reacción a la decisión de introducir un impuesto a los ingresos publicitarios que afectaría a diarios y emisoras controladas por él.

“Algo se ha roto en la política del Fidesz y se perdió el mito”, dijo a Efe Péter Krekó, director del Instituto Political Capital.

El experto considera que el voto de ayer, si bien tiene “un valor más simbólico y menos político”, sí será usado por la oposición.

Varias de las leyes adoptadas por el gobierno de Orbán desde 2010 han despertado críticas de la Unión Europea, EEUU y empresas extranjeras, así como de la prensa húngara, ONG y la oposición, por considerar que limitan la democracia en el país centroeuropeo.

Aún así, el Fidesz, “cuya política se basa en los conflictos, seguramente no buscará consenso con la oposición”, sino que, cuando necesite otra vez los dos tercios del apoyo parlamentario, le bastará con conquistar el apoyo de uno o dos diputados, vaticinó Boros.

Sea como sea, la oposición también tendrá que sacar sus conclusiones, ya que en las elecciones de ayer ganó apoyando un candidato independiente.

La izquierda está fragmentada y ambos analistas coinciden en que con un candidato claramente afiliado a algún partido no podrían haber logrado la victoria de las elecciones parciales.

Una segunda prueba sobre la popularidad de Orbán tendrá lugar en la circunscripción de Tapolca, el próximo abril, cuando se celebrarán otros comicios parciales.

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