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Las insólitas primarias que catapultaron a Trump a la Convención Republicana

EFE

Cleveland (EEUU) —

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La Convención Nacional Republicana, que debe designar a Donald Trump candidato a la Casa Blanca, dará el espaldarazo a la sorpresa total que supuso la victoria del magnate en las elecciones primarias.

El cónclave, que empieza este lunes en Cleveland (Ohio) en medio de una gran expectación, está llamado a ser la presentación de Trump como abanderado del Partido Republicano para los comicios presidenciales del próximo 8 de noviembre.

Salvo imprevisto (la impredecibilidad del polémico magnate es ya casi legendaria), esa “coronación” constituye el epílogo de una andadura que arrancó el 16 de junio de 2015 en la Torre Trump, el rascacielos del empresario en la Quinta Avenida de Nueva York.

Del brazo de su tercera esposa, la exmodelo de origen esloveno Melania Knavs, Trump bajó ese día las escaleras mecánicas de la torre y se dirigió a un estrado con banderas estadounidenses.

“Damas y caballeros, me postulo oficialmente para presidente de EEUU. Y vamos a hacer a nuestro país grande de nuevo”, anunció el multimillonario en un discurso con el que levantó una polvareda al llamar “violadores” a los inmigrantes mexicanos y expuso una de sus propuestas estrella: construir un muro en la frontera con México.

Pocos en Estados Unidos tomaron en serio la irrupción en campaña de Trump, famoso por su emporio de hoteles y casinos y su participación en el exitoso programa de telerrealidad “The Apprentice” (“El aprendiz”), pero sin experiencia política alguna.

“Un clown se postula para presidente”, publicó en su portada el diario neoyorquino “Daily News” con grandes caracteres tipográficos junto a una fotografía del multimillonario, de 70 años y quien aparecía con una nariz roja postiza de payaso adherida al rostro.

Con el anuncio, Trump accedió de lleno a la carrera por la nominación presidencial republicana más concurrida de la historia del partido, en la que se midió a otros dieciséis candidatos que, como fichas de dominó, fueron cayendo durante la contienda.

Las encuestas daban entonces como favorito al exgobernador de Florida Jeb Bush, hijo y hermano de presidentes, pero las tornas cambiaron con la entrada en liza del magnate, que pronto empezó -para sorpresa de todos- a encabezar los sondeos.

Aunque los expertos auguraron que el ascenso del multimillonario sería flor de un día, Trump acaparó el protagonismo de la campaña con una presencia abrumadora en los medios de comunicación y su declaración de guerra a la “incorrección política”.

Pese a su discurso de tintes xenófobos y misóginos aderezado con insultos, el magnate capitalizó el descontento del votante enojado con el “status quo” político y llegó como gran favorito a las puertas de las elecciones primarias a comienzos de 2016.

Esas votaciones sirven para elegir a los 2.472 delegados que acuden a la Convención Nacional Republicana con el fin de designar oficialmente al candidato a la Casa Blanca, de los que un mínimo de 1.237 son necesarios para alcanzar la nominación presidencial.

El proceso comenzó el pasado 1 de febrero con los “caucus” (asambleas electivas) de Iowa, donde se impuso contra pronóstico el senador de origen cubano por Texas Ted Cruz, por delante de Trump, que no encajó bien la derrota y acusó al legislador de “trucos sucios”.

Sin embargo, el empresario neoyorquino se desquitó el 9 de febrero con una contundente victoria en las elecciones primarias de Nuevo Hampshire y, a partir de ahí, inició una racha ganadora en una mayoría de estados del país.

Tras los abandonos de candidatos tan sonados como Jeb Bush o el senador por Florida Marco Rubio, grandes esperanzas del sector tradicional del Partido Republicano, que denostaba los excesos de Trump, la carrera quedó reducida en el tramo final a tres aspirantes: el magnate, Cruz y el gobernador de Ohio, John Kasich.

El multimillonario propinó su golpe de gracia en las primarias del 3 de mayo en Indiana, donde se adjudicó los 57 delegados en juego, un logro que obligó a Cruz y Kasich (sin opciones matemáticas de alcanzar a Trump en la pugna por los delegados) a arrojar la toalla y dejar al empresario el camino expedito hacia la nominación.

El 26 de mayo, la antigua estrella televisiva superó la cifra mágica de los 1.237 delegados y ya, como virtual candidato presidencial, completó el 7 de junio el ciclo de primarias republicanas con un triunfo global sin precedentes.

Trump cosechó nada menos que unos 14 millones de votos y pulverizó el anterior récord de un aspirante republicano en el proceso de primarias, que ostentaba George W. Bush en 2000, con algo más de 12 millones de sufragios.

El magnate batió esa marca pese a sus insultos (como tildar de “repugnante” a la prensa), sus provocaciones (se metió hasta con el papa Francisco) y sus ideas radicales (como su propuesta de prohibir la entrada de musulmanes en EEUU para combatir el terrorismo yihadista).

Con el aval de 14 millones de votos y sin un claro candidato alternativo, parece muy improbable que prospere en la Convención Nacional la iniciativa de delegados rebeldes del movimiento “Never Trump” (“Nunca Trump”) que exigen votar en conciencia, sin la atadura del resultado de las primarias en sus estados.

El aparato del partido, que ha aceptado la candidatura de Trump a regañadientes, trabaja a marchas forzadas para frenar cualquier amago de rebelión en Cleveland.

Y el magnate ya ha advertido de que, si alguien osa cuestionar su victoria en los comicios primarios, podrían estallar “disturbios”.

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