El primer ministro tibetano en el exilio con el “corazón roto” por la muerte de Liu

El primer ministro del Gobierno tibetano en el exilio, Lobsang Sangay, dijo que está con el “corazón roto”, tras la muerte hoy del disidente chino y nobel de la Paz Liu Xiaobo, poco después de alertar de que, si éste fallecía sin recibir el tratamiento médico adecuado, la responsabilidad sería de Pekín.

“Mi corazón se rompe al escuchar sobre la muerte de Liu Xiaobo (...) En nombre de los tibetanos dentro y fuera del Tíbet ofrezco mis condolencias y deseo a su mujer, Liu Xia, mucha fuerza y determinación”, indicó Sangay en un breve comunicado difundido por la Administración que encabeza.

Horas antes de que se diese a conocer la noticia, este dirigente, el primero con plenos poderes políticos y administrativos después de las cesiones hechas en 2011 por el dalái lama, había renovado su petición para que se dejase salir a Liu al extranjero y ser tratado de su cáncer terminal.

“Si muere sin recibir tratamiento médico adecuado, el Gobierno chino debe ser declarado responsable de su muerte”, aseveró Sangay en una carta abierta al nobel de la paz, al que consideró un “verdadero demócrata”.

Liu fue condenado en 2009 a once años de cárcel por “incitar a la subversión”, tras participar en la redacción de un manifiesto político que pedía reformas democráticas al régimen comunista, como la separación de poderes o la libertad de expresión.

Tras su hospitalización a finales de junio y ante la presión internacional, las autoridades chinas anunciaron el 5 de julio que permitirían que especialistas extranjeros, en concreto de Estados Unidos y Alemania, viajaran a China para ayudar al equipo médico local, quienes pudieron verle el pasado fin de semana.

Si bien coincidieron en el pronóstico de los especialistas chinos, contradijeron la versión oficial al asegurar que Liu podía ir al extranjero, a pesar de que Pekín insistía en que estaba muy débil como para hacer un viaje tan largo.