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Los productos higiénicos que se distribuyen a los desplazados de Irak

Los productos higiénicos que se distribuyen a los desplazados de Irak

EFE

Campamento de Hamam Alil (Irak) —

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Pesan cinco kilos y medio y contienen los productos higiénicos que una familia de unas cinco personas necesita al mes: Son las cajas de ayuda que se reparten en campamentos como el de Hamam Alil, situado a unos 20 kilómetros de la ciudad iraquí de Mosul.

Un tubo de pasta de dientes para niños, otro para adultos, seis pastillas de jabón no perfumado hipoalergénico, dos botes de medio litro de champú para adultos, dos paquetes de 20 compresas cada uno y dos bolsas de detergente de kilo y medio. Estos son los productos que incluyen las cajas de cartón y que se reparten una vez al mes.

El trabajador humanitario Jeff Silverman, de Oxfam Intermón, explica que cada familia tiene de media 5 miembros y que se les entrega uno de estos kits al mes, “de acuerdo a los estándares de la ONU”.

Sin embargo, puntualiza que, en ocasiones, contribuyen con productos adicionales, como más pasta de dientes, compresas o ropa interior.

Por la mañana, los equipos higiénicos ya están preparados. En esta ocasión, se ofrecen dos cajas a cada familia, porque el mes anterior no hubo entrega. Además, se ha añadido un barreño de plástico para que las mujeres puedan ducharse en las tiendas de campaña y una cesta de plástico, que puede usarse como papelera.

Los colocan ordenadamente, en largas hileras que dan más la idea de ser parte de una exposición que de una de las mayores crisis humanitarias de los últimos años, a las que la región de Oriente Medio, parece ya acostumbrada.

Los desplazados hacen cola en dos filas separadas, una para hombres y otra para mujeres, ante unos trabajadores humanitarios que los identifican y comprueban sus tarjetas de racionamiento.

Después, estampan sus huellas dactilares para registrar sus nombres y más tarde proceden a llevarse el “kit higiénico”, con el que desde las ONG intentan hacer la vida de los desplazados más llevadera.

Con una periodicidad mensual, reciben también cajas con productos alimentarios como lentejas, garbanzos, arroz, aceite, té y azúcar, que se suman a los paquetes de ayuda de emergencia que reciben al instalarse en el campo y que incluyen platos, cubiertos, cacerolas para cocinar, una tetera y una pequeña estufa de gas, además de mantas -sobre todo en invierno- y toallas.

En verano, en los campamentos en los que hay electricidad -no todos la tienen- las tiendas de campaña cuentan también con unos aparatos de aire acondicionado empleados en la región, que funcionan con agua y consumen mucha menos energía, aunque también enfrían menos.

Sus necesidades básicas quedan cubiertas, pero los productos no aplacan el tedio de ver pasar los días sin hacer nada bajo el sol abrasador de julio, y sin saber cuando podrán regresar a sus hogares, destrozados por la guerra entre el grupo yihadista Estado Islámico (EI) y las fuerzas de seguridad iraquíes.

Autoridades y ONG calculan que en entre uno y tres años, los desplazados de Mosul y de todo el país podrían haber vuelto a sus casas, pero para ellos ya ha pasado demasiado tiempo. Jorge Fuentelsaz

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