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La situación de la familia de Chen Guangcheng no mejora un año después de la crisis

La situación de la familia de Chen Guangcheng no mejora un año después de la crisis

EFE

Pekín —

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Un año después de que el disidente ciego Chen Guangcheng causara una de las peores crisis recientes entre EEUU y China al buscar asilo en la embajada norteamericana en Pekín, la familia residente en la potencia asiática denuncia la desatención de las autoridades al sobrino enfermo del activista.

“No tengo muchas esperanzas de encontrar pronto una solución”, dice a Efe Chen Guangfu, hermano del activista y padre de Chen Kequi, quien se encuentra en prisión desde aquel episodio y a quien las autoridades niegan el traslado a un hospital para tratarle la apendicitis que padece.

El joven, que ronda la veintena, fue condenado en noviembre a tres años y tres meses de cárcel por herir a uno de los guardias que custodiaban a su tío en una pelea tras la fuga de éste de su casa de Shandong (este) en abril de 2012, aunque tanto la familia como organizaciones de derechos humanos alegan que se trata de una venganza del Gobierno.

Entre otras razones, argumentan que el juicio, celebrado de forma expeditiva y sin permitir la presencia de la familia, no cumplió con los estándares legales.

También denuncian que las autoridades no consintieron que Chen Kegui tuviera sus propios abogados y le asignaron uno de oficio.

Su padre, Chen Guangfu, ha sido uno de los máximos defensores de la situación de su hijo desde el comienzo y no ha cesado de viajar a Pekín -a veces burlando también la vigilancia a la que él y su esposa han sido sometidos- para que el caso de su hijo no caiga en el olvido.

Como muestra de su tenacidad, remarca que ha vuelto a presentar una solicitud a las autoridades penitenciarias para que trasladen al joven Chen a un hospital y pueda ser tratado de forma adecuada, pero desconoce todavía cuándo obtendrá respuesta.

Preguntada al respecto el jueves, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying, tan sólo se limitó a enfatizar que “se trata de un caso criminal normal” dentro de un país “regido por la ley, donde sus ciudadanos tienen la obligación de obedecer las normas y la constitución”.

Si bien Hua insistió en que “ningún país tiene derecho a lanzar acusaciones infundadas contra asuntos internos chinos”, EEUU ya se ha hecho eco del caso del sobrino del activista Chen Guangcheng y ha afirmado estar en conversaciones con las autoridades de la potencia asiática.

“Seguimos profundamente preocupados por las informaciones sobre el maltrato en prisión y las condiciones médicas de Chen Kegui”, declaró el viernes el portavoz del Departamento de Estado y homólogo de Hua, Patrick Ventrell, desde Washington.

Ventrell aseveró que Estados Unidos ya está en contacto con China y que “lo va a seguir estando”.

De hecho, confirmó que el secretario de Estado, John Kerry, llamó al ministro chino de Exteriores, Wang Yi, para tratar el asunto, si bien no pudo hablar con él -algo común debido a motivos de agenda o de diferencia horaria, según apuntó Ventrell- por lo que seguirá intentándolo.

Precisamente, fue la antecesora de Kerry, Hillary Clinton, quien lideró las negociaciones acerca del futuro de Chen Guangcheng entre China y Estados Unidos el pasado año, ya que la fuga del disidente coincidió con una visita oficial de la ex jefa de la diplomacia estadounidense a Pekín.

Tras una semana de intensas conversaciones y fuertes presiones por parte de la comunidad internacional, Clinton abandonó China sin Chen hace mañana un año, el 5 de mayo de 2012, pero con el compromiso de mantener la gestión de su caso y estudiar las opciones acerca de su futuro.

Chen Guangcheng, famoso por luchar contra los abortos y las esterilizaciones forzosas en su Shandong natal, permaneció quince días más en el hospital pequinés de Chaoyang y, finalmente, partió con su esposa y dos hijos a Nueva York, donde actualmente estudia Derecho.

Pese a que el propio Chen, que consiguió llegar a la Embajada de EEUU en Pekín gracias a la ayuda de otros activistas, aceptó salir de la legación a cambio de poder vivir en su país sin que su familia fuera sometida a abusos, acabó aceptando la marcha no sin antes pedir protección para los parientes que se quedaban en China.

Casi un año después y desde Linyi, la misma ciudad oriental de la que Chen escapó -pero sin la gran atención mediática que se dio a la espectacular huida de su hermano-, Chen Guangfu no ceja en su empeño.

“Quizás las noticias puedan tener cierta influencia y ayuden a resolver el problema de mi hijo”, cuenta.

Paloma Almoguera

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