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Los sombreros de Úrculo vuelven a las salas diez años después de su muerte

Los sombreros de Úrculo vuelven a las salas diez años después de su muerte

EFE

Madrid —

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Eduardo Úrculo fue un pintor que “aprendió a mirar lo cotidiano de una manera diferente” e hizo del sombrero su sello personal también en grabados y esculturas, que ahora se muestran en una exposición que le recuerda una década después de su muerte.

“Hizo del sombrero su símbolo, aunque no pudo cumplir su gran sueño, exponer en Nueva York y comerse la Gran Manzana”, ha recordado Yoann Úrculo, hijo del artista, durante la presentación de la exposición que el espacio de las Artes de Madrid dedica a uno de los artistas más reconocidos del Pop Art español.

Un artista que empezó en la pintura “casi por aburrimiento”, según ha recordado hoy su hijo: “A los catorce años se puso enfermo de bronquitis, y como solo podía estar en la cama y poco más se dedicó a pintar. Cuatro años más tardes ya hizo su primera exposición”.

Un total de 40 piezas inéditas de grabado y escultura completan la exposición en Madrid, que nunca habían sido mostradas en público, ha recordado el único hijo de Úrculo.

Pero el homenaje se extiende a más de 300 obras repartidas por los espacios dedicados al arte en los centros de El Corte Inglés de toda España: A Coruña, Alicante, Bilbao, Colón (Valencia), Diagonal (Barcelona), Gran Canaria, Nervión (Sevilla), Pozuelo (Madrid) y Campo de las Naciones (Madrid).

Y es que, como explica la directora del Espacio de las Artes, María Porto, Úrculo “era alguien que quería estar muy cerca de la gente, y le gustaba que su arte se viera”.

Con un padre zapatero, aprendió a ver en los sobreros, costuras y maletas verdaderas obras de arte: “Yo digo que los artistas son visionarios que ven cosas que los demás no vemos”, ha continuado Porto.

El artista pasó por varias etapas: comenzó en el mundo de la pintura social, exploró el erotismo del cuerpo femenino, el simbolismo del Pop, y justo antes de su muerte retornó al cubismo.

Falleció el 31 de marzo de 2003, después de una comida en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y a María Porto le parece difícil creer que ya hayan pasado una década: “Su obra esta tan presente en nuestra vida, en el Retiro, despidiéndonos y dándonos la bienvenida en Atocha... que me parece mentira que ya hayan pasado 10 años”.

La obra de Eduardo Úrculo está a la venta, y continuando con la política del Pop Art de “democratizar el arte y hacerlo accesible”, dice Porto, se pueden pagar a plazos.

Los precios de los grabados oscilan entre los 800 y 4.000 euros y las esculturas presentadas en Madrid cuestan a partir de 30.000 euros, aunque María Porto ha querido recordar que el arte puede ser para todo el mundo: “Hay un guarda jurado que se ha comprado un grabado de Gordillo por 20 euros al mes”.

“Convivir con una buena obra de arte te hace abrir caminos. Chillida decía que las cosas buenas y bellas de la vida siempre tienen elementos comunes, y si aprendes a reconocer una, eres capaz de reconocer todas porque tienen una esencia parecida. Convivir con estos objetos te ayuda a encontrar la esencia de lo bello en todo”, ha concluido Porto.

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