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Las últimas fugas de cárceles argentinas abren un debate sobre la falta de seguridad

Las últimas fugas de cárceles argentinas abren un debate sobre la falta de seguridad

EFE

Buenos Aires —

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Escondidos en muebles, enyesados y con muletas o a través de boquetes, los presos recurren a todo tipo de argucias para escapar de las cárceles argentinas, blanco de la polémica en estos días por la falta de seguridad que permite una fuga cada tres horas.

Según estimaciones oficiales, desde el pasado agosto han tenido éxito al menos una treintena de fugas, entre ellas la protagonizada el lunes por un reo que logró escapar de penal de Bariloche (sur) saltando el muro de la prisión durante un recreo o la de otros dos reos de un penal de La Plata, unos 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, que huyeron en un taxi que les esperaba a 200 metros de la cárcel.

El Sistema Nacional de Estadísticas sobre la Ejecución de la Pena, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina, registró 2.979 intentos de fuga en su informe de 2012, al que tuvo acceso Efe, lo que arroja una media de ocho tentativas al día, una cada tres horas.

“Llama la atención que en poco tiempo haya tanta evasión”, admitió el procurador penitenciario de Argentina, Francisco Mugnolo, quien opinó que las “condiciones infrahumanas de alojamiento” de los presos contribuyen a que intenten escaparse.

El funcionario advirtió también que existe “una participación de alguien de adentro que facilita la fuga de las personas” en declaraciones a medios locales.

La fuga más espectacular de los últimos meses fue la de trece presos del penal de alta seguridad de Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires.

En su cinematográfica huida, los prófugos perforaron el hormigón del suelo de su celda para realizar un boquete de un metro de profundidad, cavaron un túnel de casi tres metros de longitud hasta el exterior de su módulo y una vez allí cortaron cuatro alambradas para escapar.

La fuga provocó el cese del entonces director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, pero algunas quedan sin sanción y “alienta a que se repitan los casos”, advirtió Mugnolo.

Más de un tercio de las fugas desde agosto se registraron en la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, pero no es la única.

En la vecina Río Negro, tres reos escaparon por los techos de la cárcel mientras varios compañeros distraían a los guardias con una discusión, dos internos escaparon del vehículo en el que eran trasladados de regreso de Tribunales y otro burló la vigilancia de la enfermería de la cárcel pese a andar con muletas.

“Estos casos nos llevan a pensar en una malintencionalidad explícita y una posible asociación ilícita del personal penitenciario con los mismos internos”, según el ministro de Gobierno de Río Negro, Luis Di Giácomo.

Di Giácomo calificó como “bizarras y absurdas” las últimas fugas en esta provincia, que a su juicio demuestran que existen “organizaciones delictivas complejas” que cuentan “con apoyo externo, uso de armamento sofisticado y autos sustraídos en otras jurisdicciones”, dijo a medios locales.

Para el ex fiscal general de Bahía Blanca Hugo Cañon las fugas se inscriben en una relajación general de un sistema que está atravesado por la criminalidad, que reporta negocios y beneficios“ y advirtió, en declaraciones a una emisora porteña, de que es necesario tomar ”políticas colectivas“ para confrontar el problema y evitar así ”el derrumbe institucional“.

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