Esta película cuenta la historia real de Terry Fox, un deportista universitario que decidió realizar una maratón para recaudar fondos, “un dólar de cada canadiense” contra el cáncer. Es un telefilme realizado por la HBO que no tuvo mucha fama, aunque tuvo el honor de ser la primera película realizada para un canal de pago.
La película cuenta una historia que nos encanta. El protagonista es un chico ideal, tiene la vida perfecta, es el paradigma del éxito americano (aunque la película sea canadiense) hasta que le detectan un osteosarcoma en la pierna. A partir de ahí empieza una lucha por recuperarse y volver a hacer una vida normal.
Cuando la vi, hace ya muchos años, quería ser como él. Veía la valentía, el coraje, las ganas de vivir, la lucha y la superación. Cuando uno crece y analiza las cosas se da cuenta de que este es el prototipo de persona que nos vende la sociedad como retrón.
Nos encantan los héroes. Ellos encarnan todo lo que nos gustaría ser y lo disfrutamos como si lo hiciéramos nosotros mismos. Nos encanta verlo todo desde el sofá, aplaudiendo a rabiar mientras otros mueven el culo. Eso de moverse uno es otro cantar.
Volviendo al tema de la película, Terry, amputado, decide hacer algo. Realizar una maratón para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer. Hasta ahí todo está bien. El proyecto es positivo, el fin loable, pero hay algo que no me cuadra. ¿Por qué los estados, en concreto Estados Unidos y Canadá (por extensión), no hacen lo realmente necesario? ¿Qué serie de cuestiones hacen que un particular tenga que liarse la manta a la cabeza para intentar solucionar semejante problema?
La ideología neoliberal nos invita siempre a hacer las cosas por nosotros mismos, todos podemos salir adelante solos. Lo único que necesitamos en mirar dentro de nosotros mismos y con la fuerza interior podemos triunfar. No hay más que pasearse por internet para ver gente de éxito, lo de conocerlos en persona ya es algo más difícil. ¿Conocéis a alguien que se haya convertido en millonario de manera decente? Yo no. Eso, según algunos es tener éxito.
Nos encantan los héroes. Pero debiéramos plantearnos si con el sistema clásico del héroes es suficiente y necesario para cambiar las cosas. Quizá vaya siendo hora de plantearnos cambiar el sistema. Las políticas que invitan al desarrollo individual se olvidan, una vez más, de que vivimos en sociedad y uno no puede triunfar solo. Se puede triunfar de dos maneras, o pisando al resto o colaborando con ellos para hacer una comunidad sostenible. El caso que cuenta la película de Terry Fox es el paradigma de que la sociedad no funciona como tal, sino que a golpe de talonario y de la “solidaridad” se van resolviendo las cosas.
Ser retrón es una cuestión política, implica tomar partido en la lucha contra ideologías que se olvidan de nosotros y que fomentan la idea del divide et impera y olvidemos que debemos exigirles herramientas para desarrollarnos y cubrir las necesidades que tenga cada uno en su caso.
Nos encantan los héroes. Pero debiéramos plantearnos si con el sistema clásico del héroes es suficiente y necesario para cambiar las cosas. Quizá vaya siendo hora de plantearnos cambiar el sistema. Recuerdo que una vez alguien me dijo que el mundo se empieza a cambiar cuando cambias el metro cuadrado donde pisas. A lo mejor hay que empezar por ahí.
