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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

La ciudad, territorio hostil

Fotograma de Abre Los Ojos

Nuria del Saz

La autonomía personal es saludable, necesaria. Estamos de acuerdo. Alcanzar un buen grado de orientación y movilidad es imprescindible, sí, pero algunos días me canso. Cansa luchar contra los elementos que pueblan las aceras y contra la sinrazón del diseño urbano, que tanto nos obstaculizan la vida a los que nos movemos a ciegas usando un bastón o un perro guía o los que marchan sobre ruedas. Quiero una ciudad más sencilla para mí y para todas las personas ciegas o cojas o sordas, para los mayores y para los pequeños.

“Si se ignora al hombre, la arquitectura es innecesaria” Alzaro Siza

Habida cuenta de la cotidiana experiencia, diría que los estudios de arquitectura están obsoletos. Me refiero a las enseñanzas. Los arquitectos enfocan mal sus proyectos. Están dominados por la estética desde un punto de vista visual. Entiendo que un edificio del siglo pasado no reúna condiciones para ser usado por la diversidad que hoy ha emergido a la superficie, pero me parece inadmisible que las nuevas construcciones no tengan en cuenta a las personas. Se puede y se debe proyectar y diseñar para todos. Para los que somos ciegos, para los que son autistas, para los que no caminan, para la abuelita que arrastra las piernas y para la mujer que empuja un carrito. ¿Por qué no? ¿No somos nosotros, las personas, las que ocupamos esos recintos, esos espacios? ¿Sus usuarios?

Salir de casa por la mañana con el bastón es como aventurarse por un territorio hostil. El bastón detecta cada obstáculo en su pequeño arco de acción. La punta, llamada contera, del bastón proporciona una gran cantidad de información a la persona que lo usa. Es como una extensión de las manos, para que se hagan una idea. Lo pueden comprobar en casa usando un palo de fregona y cerrando los ojos. Muevan el bastón en arco de lado a lado abriendo en principio el arco hasta sus hombros, ampliando si quieren reconocer una porción más grande de terreno. ¿Lo notan? ¿Notan el sofá y la pata de la silla? ¿El bano de la puerta de la cocina?

El bastón detecta cambios de textura en el suelo o el abismo de una escalera al quedar suspendido en el aire. Si lo deslizamos a lo largo de una pared descubrimos elementos como columnas, banos de puertas, papeleras, motos aparcadas, etc. Obstáculos, obstáculos, obstáculos.

No soy arquitecto, pero tengo ideas, muchas ideas que nacen de mi propia realidad. Una realidad ajena para los cientos de estudiantes que llenan las aulas de arquitectura. Pero a nosotros no nos consultan, no nos preguntan y seguimos hablando de accesibilidad. Seguiremos.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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