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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Los nazis, los retrones y los recortes

Arbeit macht frei -- by Boris Tylevich @flickr

Pablo Echenique-Robba e Iván Calvo

Artículo escrito en colaboración con Iván Calvo.

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¿Qué tienen que ver estas tres cosas (los nazis, los retrones y los recortes)? ---se preguntarán nuestros lectores. Pues mucho más de lo que podría parecer a primera vista. ¿Nos referimos a esto? No, nos referimos a asuntos serios.

Primero uno lee el estremecedor (sí, sí, estremecedor) informe “Los crímenes olvidados: El Holocausto y las personas con diversidad funcional”, traducción al español por Javier Romañach del original “Forgotten crimes: The Holocaust and people with disabilities” (realizado por Disability Rights Advocates). Allí se nos explica que los nazis no sólo se ocuparon de exterminar sistemáticamente a los judíos, sino también a los retrones. Se estima que un millón de discapacitados fueron asesinados (compárese la cifra con los seis millones de judíos) y más de cuatrocientos mil fueron esterilizados forzosamente.

El informe contiene descripciones de cómo funcionaba todo un país convertido en una máquina sociopática de destrucción y horror. Por ejemplo, podemos leer:

... el extermino de personas con diversidad funcional en Hadamar (uno de los seis principales centros de exterminio) transcurría con una eficiencia y regularidad burocráticas. Mantener la moral alta era esencial para suavizar la operación. Para mantener el alto nivel de “eficiencia” y el ánimo de los trabajadores del hospital, los administradores del hospital subrayaban reiteradamente la importancia del programa de exterminio. Por ejemplo, durante el verano de 1941 se celebró una ceremonia en el ala derecha del vestíbulo de Hadamar que marcó un hito en el programa de exterminio. Todos los trabajadores del hospital acudieron a la celebración, en la que se sirvió vino y cerveza. Tras los festejos iniciales, todos los participantes bajaron al sótano para ser testigos de la cremación de la víctima número 10.000. Se adornó el cuerpo con flores frescas arregladas de modo atractivo y se pusieron alrededor pequeñas banderas con la esvástica nazi. Uno de los médicos ofreció a los trabajadores unas pocas palabras inspiradoras sobre la importancia del trabajo de Hadamar. Luego se empujó el cuerpo al horno. En ese momento, varios de los participantes hicieron un elogio burlesco de la víctima, que los demás disfrutaron, y luego pusieron la música de una banda local de polkas.

La fotografía corresponde a uno de los barracones del campo de concentración de Dachau, ahora museo, y en ella se ve un símbolo de accesibilidad retrona. Obviamente, el símbolo es moderno, o sea, postnazi, aunque uno podría concebir que hubiese pertenecido a las instalaciones originales en macabra consonancia con otras ocurrencias de los anfitriones. Por ejemplo, con la frase “Arbeit macht frei” (“El trabajo te hace libre”) presente en la entrada de estos mataderos humanos. Al respecto del famoso slogan, decía Primo Levi:

Es más probable que tuviese un valor irónico; que procediese de aquel gusto por el humorismo plomizo, arrogante, fúnebre del que los alemanes guardan el secreto y que solo en alemán tiene nombre. Traducida a un lenguaje explícito, la frase, a lo que parece, debería haber sonado más o menos así: “El trabajo es humillación y sufrimiento, y no nos corresponde hacerlo a nosotros, Herrenvolk, pueblo de señores y de héroes, sino a vosotros, enemigos del Tercer Reich. La libertad que os espera es la muerte.”

El racismo y, en general, la afirmación de la superioridad de la pureza aria era un ingrediente fundamental en el pastiche ideológico nazi. Así que sí, por supuesto que los miembros del Herrenvolk se veían a sí mismos como intrínsecamente superiores a los retrones. Hasta aquí los aspectos más conocidos de la relación entre los nazis y los retrones. ¿Y qué hay de los recortes?

Queda claro al leer el citado informe que el motivo que los nazis tenían para orquestar un ordenado genocidio de retrones no era sólo que los viesen como seres inferiores, sino que además tenían bien claro que gasearlos a todos era beneficioso económicamente. De forma natural, ambos aspectos, el de la superioridad racial y el de la carga económica que representan los retrones, se entrelazaban en el razonamiento. Quizás en el caso de la cúpula del partido nazi el argumento económico fue secundario frente al argumento racial, pero esto no justifica que en el imaginario colectivo del nazismo perviva casi exclusivamente el segundo. No es baladí tampoco que la ayuda de la burguesía alemana fuese imprescindible para aupar a Hitler al poder.

La locura destructiva (y autodestructiva, incluso para los sectores de esa burguesía alemana que vieron en Hitler a un elemento útil), la barbarie extrema en que terminó la andadura nazi y el infame halo de irrealidad que a veces la rodea, no debería ser obstáculo suficiente para que reconozcamos que hoy en día, en nuestra sociedad, ciertos sectores de las élites mezclan, de forma menos cruda, más sutil, los mismos dos elementos en su propaganda: por un lado, la superioridad de unos seres humanos frente a otros; por otro, la escasez de recursos que justifica que los existentes se inviertan en los más aptos.

Si el lector cree que estamos desbarrando y que este blog corrobora la Ley de Godwin, debería escuchar cualquier entrevist a al Ministro Wert y leer diariamente los periódicos ---aunque con cuidado, por si acaso; léase lo que la prensa del mundo libre decía en 1934 acerca de acontecimientos que hoy consideramos obviamente aberrantes (el pie de la fotografía superior derecha es especialmente escalofriante). Si todo ello aporta al lector conexiones todavía demasiado vagas, puede consultar uno de los últimos artículos del Profesor Navarro.

Y es que siempre hay que inventarse un motivo para robar. Robar porque sí es cosa de pobres. Los ricos roban por motivos “científicamente comprobados”.

Hay muchísimos datos en el citado informe, al que nos hemos referido varias veces, respecto de los beneficios económicos para el estado y empresas alemanas derivados de la masacre, de cómo no se trataba de algo circunscrito a un grupo de cuatro psicópatas en altos cargos (sino que una gran parte de la población participó activa y alegremente), de cómo la tan de moda Suiza obtuvo también su porción del pastel, etcétera. Pero, si no tenéis el tiempo (o el estómago) de leer todas esas cosas tan lindas, os proponemos que leáis sólo este párrafo:

Los aspectos económicos de la eutanasia de los diversos funcionales crónicos se discutieron ampliamente. Eran tiempos de guerra, los presupuestos eran muy altos, los déficits eran extraordinarios, los recursos sanitarios eran limitados. Se argumentaba que los gastos del cuidado de larga duración de los pacientes, que podrían no volver a ser nunca ciudadanos productivos, tenían muy poco sentido en términos de coste/beneficio, comparados con los programas de salud pública para mantener sanos a los capaces. Había que racionalizar los escasos recursos sanitarios.

No diréis que no suena conocido.

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