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Cómo es y qué datos aporta la “caja negra” de los trenes

EFE

Javier Ortega Figueiral

Tras un accidente aéreo, siempre suele salir a colación la búsqueda de la “caja negra”, que en realidad no es una sino dos, y además, en lugar de ser negras, su cubierta es de un vistoso color naranja que permite localizarla con mayor facilidad. Los trenes, aun en el caso de los más modernos y que desarrollan velocidades más altas, no tienen tantos parámetros a registrar como en el caso de los aviones, pero aun así, también están dotados de una “caja negra”, aunque sea mucho más conocida como tacógrafo o registrador de seguridad, un elemento grabador prácticamente idéntico al que llevan los camiones o autobuses.

Una de las dos cajas negras de los aviones es mucho más compleja y responde al nombre de FDR, iniciales en inglés de “registrador de los datos de vuelo”, en el que quedan grabados todos los parámetros técnicos de un viaje aéreo, para, en caso necesario interpretar e investigar que ha ocurrido en caso de accidente o incidente. La otra caja se llama CVR, en este caso “grabador de voces de cabina”, que de modo permanente graba las voces de los pilotos y las comunicaciones de estos por radio. En este caso, según el modelo, queda grabada la última media hora o dos últimas horas, dependiendo del modelo.

En el caso de las cajas negras de los trenes, se guarda las velocidades desarrolladas por el tren, tanto la máxima como la de promedio, en el lugar donde ha sucedido y a qué hora ha pasado, gracias a ir acumulando los datos a bordo y también por el contacto con una serie de sensores digitales y balizas instaladas a lo largo del trazado del ferrocarril. Complementariamente, el tacógrafo marca también los casos de frenazos bruscos y los kilómetros recorridos.

El registrador de seguridad del Alvia accidentado ayer esta semana ya está en poder titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago de Compostela, encargado de una de las dos investigaciones que se realizan paralelamente sobre el hecho que ya suma 78 fallecidos. La otra investigación la realiza la CIAF, Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios, un órgano colegiado adscrito al Ministerio de Fomento y creado a finales del 2007. Es un organismo muy similar a la CIAIAC, la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil.

Aun adscrita a Fomento, la CIAF actúa independientemente de la Dirección General de Ferrocarriles, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias y las empresas ferroviarias (Renfe, Comsa, FGC, Transfesa, Euskotren…). Como en el caso de la comisión aérea, su finalidad es determinar las causas de los accidentes y las circunstancias en que se produjeron, con objeto de prevenirlos en un futuro. Al contrario de lo que se investigue en el Juzgado de Santiago, la CIAF no se ocupará de la determinación de la culpa o responsabilidad, sino de las causas, emitiendo recomendaciones para evitar que un accidente similar vuelva a producirse.

Actualmente, junto al accidente de la noche del miércoles en Santiago, la CIAF tiene en marcha o ya en fase final las investigaciones de los 14 accidentes que se han producido durante este año 2013. De estos, seis han sido descarrilamientos, cuatro colisiones, un arrollamiento, una rotura de ejes y dos incidentes menores.

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