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Artur Sá: “Arriesgamos la vida para dar con el ansiado trilobite marroquí”

Artur Sá: "Arriesgamos la vida para dar con el ansiado trilobite marroquí"

EFE

Guarda (Portugal) —

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El científico portugués Artur Sá explicó hoy, en una entrevista con la Agencia Efe, que para dar con el trilobite marroquí que esclarece el misterio de las huellas de este artrópodo, arriesgaron su vida en una expedición por el desierto con temperaturas de hasta 56 grados centígrados.

La hazaña mereció la pena, ya que todo empezó cuando un amigo de la expedición de la que forma parte Artur Sá, integrada también por paleontólogos españoles, les informó de que un comerciante del sur de Marruecos tenía a la venta un trilobite que podría descifrar el misterio de sus icnitas.

“En realidad, lo que queríamos no era el trilobite, que también, lo importante y lo difícil fue convencer al comerciante para que nos llevara al sitio que él consideraba su tesoro, es decir, el lugar donde cogía los fósiles de los primitivos artrópodos”, según Sá.

Sin embargo, después de que el amigo intermediario adquiriera el fósil de trilobite que demuestra que en las patas motoras delanteras estos animales tenían espinas, lograron llegar hasta el paraje donde había sido extraído de entre las rocas.

“Ha sido un hallazgo extraordinario”, confiesa el expedicionario luso, que explica cómo fue un paleontólogo alemán ya fallecido, Adolf Feilacher, el que lanzó esta hipótesis de que, los arañazos de huellas (denominadas cruzianas) de los trilobites se podrían deber a que estos artrópodos tuvieran espinas en las patas delanteras para excavar mejor en los fondos marinos y acceder así, a los gusanos, base de su alimentación.

Para demostrar todo esto, “una auténtica revolución”, tuvieron que lidiar con el ejército marroquí en la línea de defensa que tiene establecida en la frontera con Argelia y soportar el infierno del Sahara en busca de evidencias que les dieran las pistas para cuantificar los años de antigüedad de dicho trilobite.

Para ello “buscábamos grafolitos”, explica Artur Sá, ya que son los registros dejados por el organismo del plancton marino que han permitido aseverar que dicho ejemplar tiene 478 millones de años.

La vida en torno a los fósiles de trilobites se ha convertido en esta zona del sur de Marruecos, en la ciudad de Zagora, en una auténtica forma de vida, de la que “dependen directa o indirectamente alrededor de 20.000 familias”.

“Hemos podido ver a chicos muy jóvenes en canteras próximas al Sahara chocando piedra con piedra, de una forma muy rudimentaria, en busca de fósiles que luego se comercializan en tiendas”, aseguró el investigador portugués de la Universidad Tras-os-Montes, en la ciudad lusa de Vila Real.

En el trilobite hallado en Marruecos, de la especie “Megistaspis hammondi”, se consigue observar “por primera vez” que los tres pares de patas locomotoras del animal marino situadas debajo de la cabeza son espinosas.

Ahora, gracias a la pericia de su amigo intermediario, que se lo consiguió comprar al comerciante del sur de Marruecos, todos los científicos del mundo pueden tenerlo entre sus manos, ya que ha sido depositado en el Museo Geominero de Madrid.

La expedición en la que participó Artur Sá, también contó con los paleontólogos españoles Juan Carlos Gutiérrez-Marco (Universidad Complutense de Madrid), Diego García-Bellido (Universidad de Adelaida, Australia) e Isabel Rábano (Instituto Geológico y Minero de España).

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