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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El gesto de Bescansa con su bebé suscita un intenso debate sobre maternidad, conciliación y derechos

La diputada de Podemos Carolina Bescansa asiste al pleno con su bebé

Marta Borraz

La diputada de Podemos Carolina Bescansa ha sido una de las protagonistas del comienzo de la legislatura por haber llevado a su hijo al Congreso de los Diputados. El gesto ha generado comentarios del resto de parlamentarios y controversia en las redes sociales. Un tema que encierra numerosos matices y pone de nuevo encima de la mesa el debate sobre la conciliación familiar y laboral.

Bescansa no es la primera. Algunas otras mujeres también han llevado a sus bebés a los parlamentos. Es el caso de la diputada del PSC Iolanda Pineda y de dos eurodiputadas que acudieron al Parlamento Europeo con sus hijos en brazos. El motivo que ha esgrimido la propia Bescansa es que no ha conseguido que el bebé “se enganche” al biberón. Y por eso no le ha dejado en la escuela infantil pública en la que tiene plaza o en la propia guardería del Congreso.

Perpetúa a la mujer cuidadora

Esa es, precisamente, una de las críticas que ha recibido la recién estrenada diputada. “Entendería que lo hubiera hecho para exigir que el Congreso se implique, pero hay guardería”, sostiene Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. Por el contrario, prosigue, “lo que hace es contribuir a perpetuar la imagen de que las mujeres estamos obligadas a cuidar”. Lo cierto es que Bescansa forma una familia monomarental, pero la ausencia del papel del hombre en su discurso ha sido otro de los puntos que han jugado en su contra.

Obvia la figura del padre

“Defiendo que las madres puedan criar a sus hijos como quieran”, ha explicado Bescansa. ¿Y la figura masculina (si es que la hay)?, se preguntan muchas voces en el intento de romper con el rol tradicional que provoca que el 95% de las personas que están fuera del mercado laboral para dedicarse a los cuidados sean mujeres. Para Besteiro, su gesto daña la corresponsabilidad, lo que define como una superación de la conciliación: “Toda la sociedad debe implicarse en el cuidado de los hijos, hijas, personas dependientes... las instituciones y las empresas deben comprometerse, pero también los hombres”. En este sentido, la artista, activista feminista y bloguera, Alicia Murillo, añade que “la crianza no es una cuestión de la pareja heterosexual, sino de toda la sociedad”.

Socializa los cuidados

La opinión de que Bescansa alimenta la idea de que el cuidado corresponde a la mujer también convence a la profesora de Derecho Constitucional e investigadora en temas de género Mar Esquembre. Pero al mismo tiempo identifica una dimensión simbólica positiva, la de reivindicar que los cuidados son una parte fundamental de la vida humana e intentar acabar con la separación del ámbito reproductivo y productivo. “Ambos espacios siempre han estado separados y se ha primado uno, el productivo, en el que están ellos; pero hay que empezar a poner el cuidado en el centro de la vida”.

Para Carolina del Olmo, experta en sociología de la crianza y autora del libro '¿Dónde está mi tribu?', lo principal es que es una manera de mostrar “que nuestra sociedad vive de espaldas a los cuidados”. Del Olmo considera que cuando abandonamos el ámbito privado para trabajar, “damos la impresión de que los críos o las personas con dependencia o enfermas no existen”. Por eso, matiza, “un niño en el Congreso hace bien porque nos hace darnos cuenta de que somos seres vulnerables, desperfectos y con dependencias”.

Abre un debate necesario

La también bloguera responde a los que este miércoles han inundado las redes con el argumento de que “lo puede hacer ella porque es una privilegiada, pero no otros trabajadores normales”. De hecho, la ahora diputada suele ir acompañada de una cuidadora, como ha hecho al acudir a otros actos públicos con su hijo.

En opinión de del Olmo, es efectivo que “quienes se lo puedan permitir, hagan una bandera de esto” porque “precisamente ha conseguido abrir el debate sobre qué hacer con las personas que no pueden llevar a sus hijos al trabajo”. Aún así, no niega que el riesgo del gesto es “dar la impresión de que hacerlo es cuestión de voluntad, cuando hay gente para la que es imposible”.

Soluciones para una mejor crianza

Ante el debate que suscita el gesto de Bescansa sobre qué hacer con el cuidado y la crianza, que las instituciones públicas y las empresas privadas se impliquen en la construcción de escuelas infantiles es una de las medidas por las que suele apostarse. Pero Carolina del Olmo sostiene que “la externalización no pueden ser la única solución que se le dé a los cuidados”. En este sentido apuesta, además, por fomentar las bajas más largas y las reducciones de jornada “sin penalizaciones disimuladas como, por ejemplo, que te cambien de departamento”.

Sin embargo, va más allá y apunta a algunas recetas que, afirma, requieren algo más de tiempo: “Es necesario cambiar el sistema para que no esté tan centrado en lo laboral y productivo, reducir las jornadas laborales y repartir los cuidados, entre géneros y entre clases, pero también con otras personas como amigos, vecinas o trabajadores contratados, si es necesario”. “De alguna manera, Bescansa está haciendo responsable a todo el Congreso de ese cuidado”, analiza.

Murillo apuesta por incluir en cualquier actividad, y siempre que sea posible, a los niños y niñas. Para ello, sostiene, habría que adaptar los espacios desde un punto de vista arquitectónico y también fomentar un cambio de prioridades. “Ralentizaríamos el proceso productivo, sí, pero aceleraríamos el cuidado. ¿Qué queremos poner por delante?”, pregunta.

Para Isabel Serrano, miembro de la Federación de Planificación Familiar Estatal, esta idea “carece de sentido porque los menores tienen derecho a ser bien cuidados y los trabajadores a desarrollar su empleo en condiciones tranquilas”. Para Serrano, “lo que hay que hacer es conciliar la vida familiar y laboral, algo que tiene que ver con muchas medidas más importantes que llevarse al bebé al trabajo”. Eso sí, tanto ella como el resto de expertas y activistas consultadas reiteran que sus reflexiones no suponen estar en contra o a favor del gesto y lo dejan en ideas o dimensiones del debate.

Reacciones de los políticos

Muchos de los políticos que han acudido a la primera sesión del Congreso también han opinado sobre el tema. El ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, ha tachado la iniciativa de “lamentable”. En general, tanto PP como PSOE se han mostrado en contra: “Lo que hay que hacer es pedir que los hombres y mujeres tengamos tiempo suficiente para atender a nuestros menores, ¿O es que vamos a pedir a las mujeres que se pongan el niño a la espalda al trabajar como hace 40 años?”, se pregunta irónicamente la secretaria de Igualdad de los socialistas, Ángeles Álvarez.

Al otro lado de la balanza se sitúa Beatriz Gimeno, feminista y diputada por Podemos en la Asamblea de Madrid. En su opinión es una acción política y de visibilización que “nos debe hacer reflexionar sobre la necesidad de que el Estado se involucre en el cuidado y, por ejemplo, se haga cargo de escuelas infantiles gratuitas”, afirma.

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