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Si Susana Díaz fuera un hombre, ¿habría un debate público sobre su baja?

Susana Díaz acaba de dar a luz a su primer hijo

Marta Borraz

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, acaba de dar a luz a su primer hijo y parece que se tomará “unas cuantas semanas” de permiso de maternidad. Cuando anunció su embarazo, los medios de comunicación se lanzaron a especular sobre si podría provocar un adelanto de las elecciones al Parlamento de Andalucía y ella tuvo que explicar que su vida personal no influiría en sus tareas de gobierno. Pero, ¿hubiera tenido que hacer lo mismo si fuera un hombre?

Lo cierto es que la paternidad de los políticos suele pasar desapercibida y rara vez la sociedad conjetura sobre si se toman unos días para cuidar a sus hijos o no. Pocos son los que se han acogido al derecho de paternidad. Juan José Güemes, entonces consejero de la Comunidad de Madrid, se tomó diez días en 2004. Como recuerda la investigadora del Instituto de Estudios Fiscales María Pazos en este artículo, Esperanza Aguirre llegó a decir de él “es un fenómeno, es mi ídolo”. “En resumen”, comenta, “una ministra se toma 10 días y es una mala madre, si lo hace un ministro es un padre ejemplar”.

Y es que independientemente de la baja por maternidad a la que se acoja Susana Díaz, engrosará la lista de políticas cuyo embarazo (y los días que se toman para cuidar a sus recién nacidos) se convierten en noticia. Así ocurrió también con la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, que cinco días después de dar a luz en noviembre de 2011 aparecía junto a Mariano Rajoy y otros dirigentes del partido en el balcón de Génova celebrando la victoria popular en las elecciones generales. Unos días después se reincorporó al trabajo para dirigir el traspaso de poderes entre el PSOE y el PP renunciando casi por completo a las 16 semanas que la ley contempla de permiso por maternidad.

De la polémica que generó tampoco se libró Carme Chacón, que en abril de 2008 se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de ministra de Defensa. Entre sus primeras decisiones estuvo la de visitar a las tropas españolas de la base de Herat (Afganistán) embarazada de siete meses y acompañada de un equipo médico. Algo que llenó periódicos y suscitó comentarios de todo tipo. Pero la controversia continuó cuando decidió compartir la baja maternal con su marido y disfrutar de las seis semanas obligatorias establecidas por ley (las otras diez son optativas y transferibles al padre).

“Haga lo que haga, la mujer está vendida”

Ambas, pero sobre todo la vicepresidenta del Gobierno, aguantaron comentarios sobre la pertinencia de sus decisiones como madres y críticas centradas en que no eran un ejemplo a seguir por el resto de mujeres y en que estaban menospreciando los derechos conseguidos. El blog Salmón titulaba así una de sus piezas: “Soraya Saénz de Santamaría no es el ejemplo a seguir por la mujer española”.

En este sentido, se expresa la periodista Yolanda Rosado que ha escrito un post dedicado a Susana Díaz titulado “Espero no verte cuando des a luz”. En él, le pide a la presidenta de Andalucía que se tome la baja completa para dar ejemplo: “vosotras, mujeres del poder, nos arrebatáis este derecho cada vez que hacéis alarde de renunciar al mismo”, escribe.

Beatriz Gimeno, feminista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid no está de acuerdo y opina que “hay determinadas profesiones y mujeres en situación de privilegio que pueden elegir”, además, “por mandato social las mujeres tienen que desear siempre poner a sus hijos por delante de sus propias vidas, pero hay diferentes formas de vivir la maternidad”. Sin embargo, Rosado sostiene que cuando una mujer política se reincorpora a la actividad días después de dar a luz “está mandando un mensaje claro a la sociedad: para ser mujeres responsables, eficientes, con éxito profesional y tomadas en consideración, debéis renunciar a la maternidad”.

Pero, ¿cómo hubiese reaccionado la sociedad si las políticas se hubieran tomado las 16 semanas de baja? “Hubieran sido criticadas por dejar de lado sus tareas de gobierno”, responde Pazos. “¿Te imaginas que Susana Díaz abandonara ahora la presidencia de Andalucía durante cuatro meses?”, se pregunta, “estaría mal visto”, reflexiona la experta. “Es una trampa en la que haga lo que haga la mujer está vendida porque no se asume la base de que las mujeres pueden tener poder y ser madres”, añade Gimeno.

Para ambas, detrás del debate se esconde el fantasma del machismo que “asocia el cuidado a las mujeres”. De hecho, según los datos del INE, recogidos en un informe de UGT, el 95% de las personas que en 2013 estaban inactivas para dedicarse al cuidado de menores o dependientes eran mujeres y las trabajadoras redujeron sus jornadas laborales para el cuidado de hijos en una proporción diez veces superior a la de los hombres. 

Equiparación de los permisos

Estos datos dibujan una realidad que, a ojos de María Pazos, se resume en que “a Susana Díaz habría que compararla con Mariano Rajoy. Ellos han sido padres y no nos hemos enterado, pero estamos discutiendo sobre lo que tiene que hacer ella porque es una mujer”. Gimeno también se manifiesta en esta línea al afirmar que “el hecho de que un hombre tenga hijos no entra en el debate público, cuando los hombres tienen el poder la faceta privada no existe”.

Para revertir la idea de que “no nos escandaliza que los hombres estén ausentes del cuidado pero las mujeres sí sean noticia”, en palabras de Pazos, la solución pasa por equiparar los permisos de maternidad y de paternidad, tal y como propone la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA), algo que ya ocurre en otros países europeos como Islandia, que lo hizo en el año 2000. “Es la única forma de aspirar a que la sociedad comprenda que hombres y mujeres debemos cuidar lo mismo y nuestros puestos de trabajo son igualmente importantes”, analiza Pazos.

Pero el debate sobre conciliación, y en concreto sobre conciliación en política, también atraviesa nuestras fronteras. En 2009, la ministra francesa de Justicia, Rachida Dati, decidió reincorporarse al trabajo cinco días después de dar a luz, reconociendo que lo hacía por temor a ser “apartada” de su cargo. También dieron la vuelta al mundo las imágenes de dos eurodiputadas que acudieron a una votación del Parlamento Europeo con sus bebés recién nacidos en brazos.

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