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“Si los españoles terminaron en Mauthausen fue gracias al cuñadísimo Serrano Súñer”

José Marfil posa con un ejemplar manuscrito de sus memorias / Carlos Hernández

Carlos Hernández

“Serrano Súñer debe ocupar en la Historia el mismo lugar que los criminales de guerra nazis. Como organizador de la represión interna en España y como responsable directo de la deportación de casi 10.000 españoles a los campos de concentración de Hitler, Serrano Súñer está entre los grandes criminales de lesa humanidad del siglo XX”.

Quien así habla es Sophie Thonon-Wesfreid, una de las personas que más ha investigado la vida y obra del cuñado de Franco. Esta abogada, especializada en la defensa de los derechos humanos, elaboró a comienzos de los años 2000 una querella contra él en Francia. Eran buenos tiempos para la denominada Justicia Universal en los que se abrían causas en diversos países europeos para perseguir a los responsables de dictaduras tales como la argentina o la chilena.

Thonon-Wesfreid acumuló centenares de documentos para acusar a Serrano Súñer de crímenes de lesa humanidad: “Este concepto jurídico abarca e incorpora casi todos los crímenes posibles. Estamos hablando de organizar sistemáticamente la persecución y eliminación de un colectivo de personas por su ideología; en este caso, de los demócratas que se oponían a la dictadura de Franco, actuaran dentro o fuera de España”.

La abogada francesa contaba para su querella, además de con pruebas contra Súñer, con el testimonio de numerosos supervivientes: “Todo acabó con su muerte en 2003. No puedo decir con seguridad si habría sido condenado, aunque creo que sí. Cuando se abre un juicio, se crea un espacio para presentar los hechos, para denunciar los crímenes. Se abre un espacio para que las víctimas se puedan expresar con total libertad. Lo hubiéramos logrado en Francia porque en España eso es todavía bastante difícil”.

Indignación por el sesgo de la serie

Cristóbal Soriano pasó cuatro años y medio en el campo de concentración de Mauthausen. Allí perdió a su hermano José, asesinado en la cámara de gas. A sus 97 años sigue viviendo en el exilio francés y dice que ya no le sorprende nada que provenga de España.

Fueron unos sobrinos suyos, llegados de Barcelona, los que le explicaron los detalles de la polémica serie que dulcifica la figura de Súñer Lo que escondían sus ojos, y de la que este martes Telecinco emite su último capítulo. “No quise saber los detalles. Les di la última revista de mi asociación de deportados en la que se cuenta lo que sufrimos en los campos de concentración. Eso es lo que debería conocerse”.

También en el sur de Francia vive el malagueño José Marfil, de 95 años. Su padre fue el primer español que murió en Mauthausen. Él logró sobrevivir tras más de cuatro años de torturas, humillaciones, hambre y trabajo esclavo: “Le presentan como una gran personalidad, cuando fue lo que fue. Quieren que se olviden estos crímenes y nosotros les estorbamos. Cuando no quedemos ninguno, ya no se hablará más de este drama”.

Ramiro Santisteban sufrió el infierno de Mauthausen junto a su padre y a su hermano. Su hijo Patrick habla en su nombre desde París: “Si estuviese en condiciones físicas de ver la serie se le pondrían los pelos de punta. Él siempre me repetía que si los españoles terminaron en Mauthausen fue gracias al cuñadísimo Serrano Súñer”.

Las pocas víctimas que aún quedan con vida no están solas con su indignación. Los alumnos de un instituto catalán han recogido cerca de 50.000 firmas para pedir la retirada de la serie. Enric Garriga, presidente de la Amical de Mauthausen, alerta sobre lo que representa este tipo de producciones que ven millones de espectadores.

“No es solo una afrenta a las miles de víctimas y familiares del  franquismo y el nazismo, una burla descarada, sino lo que es más grave, un nuevo intento de desvirtuar y modificar la historia, reescribiéndola progresivamente, disimulando culpabilidades y disolviendo responsabilidades. Una situación que vemos no solo en TV sino en los libros escolares o en muchos medios de comunicación”, afirma.

Garriga tiene claro que algo así no podría darse en naciones como Francia o Alemania: “Los países que han hecho examen de conciencia tienen muy claro los orígenes de sus errores y la desastrosas causas de los mismos. Es por eso que promover una determinada y sesgada visión de la Historia, que diera pie a su revisión o mitificación, no seria ni social ni políticamente aceptada en esas naciones”.

Las pruebas contra Serrano Súñer

Algunas de las pruebas contra el todopoderoso ministro franquista y que formaron parte de la querella elaborada por Thonon-Wesfreid se enmarcan en la aprobación de leyes. Entre ellas, la de “Represión de la Masonería y el Comunismo” o “Responsabilidades Políticas”, que contemplaba la pena de muerte para cualquier persona “que se haya opuesto o se oponga al Movimiento Nacional con actos concretos o con pasividad grave”. Una redacción tan amplia y subjetiva que supuso un cheque en blanco para ejecutar.

Como fundador de Falange y responsable de propaganda contribuyó a dotar de una ideología al régimen y a la legitimación de la represión y fue el gran artesano de las relaciones con la Alemania nazi, promoviendo acuerdos entre la policía española y la Gestapo para el intercambio de información y la persecución conjunta de disidentes políticos.

Además, envió listados a Berlín y a las autoridades colaboracionistas francesas con los nombres de más de 600 dirigentes republicanos que se encontraban refugiados en el país vecino. Un número importante de ellos fueron entregados a España para ser fusilados. Súñer fue quien propuso a Franco la creación de la División Azul en la que sirvieron 50.000 españoles que juraron obediencia a Adolf Hitler y combatieron por él.

La Embajada alemana en Madrid le preguntó por carta, hasta en cuatro ocasiones, qué quería que el Reich hiciera con un importante grupo de españoles refugiados en Angulema. No hay constancia documental de la respuesta de Serrano Súñer, pero 490 hombres y niños mayores de 13 años acabaron en el campo de concentración de Mauthausen. Solo 73 de ellos lograron sobrevivir.

Se desentendió de la suerte que pudieran correr los más de 100.000 refugiados españoles, la mitad mujeres y niños, que malvivían en Francia y que estaban a merced de las tropas nazis. Berlín le preguntó qué hacer con ellos en varias ocasiones y su respuesta siempre fue similar a la que dio el 9 de julio de 1940: “Cuando, en plazo breve, tengamos la certeza de que han sido repatriados todos aquellos que convengan, nos desinteresaríamos de los restantes”. Los “que convengan” eran los dirigentes republicanos que pretendía capturar.

Serrano Súñer viajó en septiembre de 1940 a Berlín donde se reunió con Hitler y con Himmler. El día que Serrano Súñer abandonaba la capital alemana, la Oficina de Seguridad del Reich cursó una orden para que todos los españoles que se encontraban en campos de prisioneros de guerra, donde se respetaba la Convención de Ginebra, fueran sacados de allí y enviados a campos de concentración. Unos 9.300 compatriotas fueron deportados; dos de cada tres acabaron convertidos en humo y cenizas.

Organizó junto a Himmler, la reunión de Hendaya entre Franco y Hitler en la que ambos mandatarios firmaron un protocolo secreto en el que España se comprometía a entrar en la II Guerra Mundial cuando estuviera preparada. Conocía perfectamente el fatal destino que corrían los españoles en los campos de concentración nazis. De hecho gestionó la liberación de media docena de prisioneros de Mauthausen; solo logró repatriar a dos de ellos porque el resto ya había perecido cuando llegó la petición.

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