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Lamentos, rezos y golpes en el pecho para conmemorar Tasúa, víspera de Ashura

Lamentos, rezos y golpes en el pecho para conmemorar Tasúa, víspera de Ashura

EFE

Teherán —

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Las calles iraníes se llenaron hoy de color negro, lamentos, rezos, música de duelo, golpes en el pecho y latigazos en la espalda, para conmemorar Tasúa, la víspera de la Ashura, día en que se recuerda el martirio del tercer imam, Hosein, y una de las fechas más señaladas en el calendario chií.

Bajo la lluvia, al ritmo marcado por lentos tambores y músicas desgarradas, decenas de congregaciones recorrieron lentamente el barrio de Chizar, en el norte de Teherán, camino a la cercana mezquita y santuario de Alí Akbar, donde la tradición señala que está enterrado uno de los sobrinos de Hosein.

Las procesiones de Tasúa se repiten cada año en todo el país en el noveno día del mes de luto chií de Muharram en el que, según la tradición, se honra a Abalfazl al Abás, mártir que falleció al llevar agua a la familia y seguidores de Husein, nieto del profeta Mahoma muerto en el año 680 DC en la batalla de Karbala (hoy en Irak).

Grupos de hombres avanzan despacio mientras se golpean el pecho con las palmas abiertas o la espalda con pequeños látigos de metal para mostrar su dolor.

Algunos portan en su cabeza durante varios metros los “Alam” o pesados símbolos de metal (de entre 150 y 300 kilos), con luces, blasones y estatuillas que recuerdan el derramamiento de sangre en Karbala.

Desde hace nueve días, en casi cada calle de Teherán hay casetas de madera cubiertas con blasones negros con el nombre de Hosein y sus familiares, donde se reparte té, chocolate, zumos, dulces o sopas a quien quiera que quiera recibirlos.

El té -y otros productos que se reparten- se denominan “té de Hosein”, generalmente es donado por fieles a los cuales se les ha cumplido algún deseo o tienen algún deseo que quieren que se les cumpla.

Muchos piden algo a dios en el momento de tomarlo y prometen que, en cuanto se cumpla, van a regalar también algún alimento a sus vecinos.

“Hoy esperamos unos setenta grupos de procesionarios, cada uno de ellos de entre cien y setecientas personas. En total, vendrán unos doce mil”, explica a Efe Farhad Hadadian, un voluntario de 47 años ataviado con uniforme verde (el color del islam) que abandona cada año durante dos semanas su trabajo para colaborar en las tareas de la mezquita y servir a los fieles.

“Cuando terminan su procesión les servimos té, café o leche con chocolate. Luego entran en el santuario para presentar sus respetos a Alí Akbar y a otros 540 mártires de la guerra de Irán e Irak (1980-88) que están enterrados aquí”, dice, y añade que la mezquita prepara 2.500 raciones de comida para repartir entre quienes acuden a expresar su tristeza por la muerte del imam.

En la tarde, los actos consisten en sermones de destacados clérigos y cantantes especializados en cantos de Muharran que narran la vida de los imanes mientras los asistentes lloran y se pegan golpes en el pecho en señal de duelo.

“Nos juntamos aquí en el día de Tasúa para recordar la devoción y el coraje de Abalfazl quien, con el permiso de dios, puede hacer que se cumplan nuestras necesidades. En estos días me siento triste, porque pienso en la maldad de los enemigos del islam, pero también contento porque veo como la gente participa y valora esta fecha”, dice a Efe Hasan Abasian, uno de los cantantes del santuario.

Su familia, como muchas otras en Irán, respeta un riguroso luto durante dos meses: los diez días antes de la muerte de Hosein, los cuarenta de duelo posteriores y diez más hasta el final del mes árabe de Safar.

“Nos vestimos de negro durante dos meses, por respeto a Hosein y su familia. No hacemos fiestas, ni bodas, ni cosas alegres”, asegura.

Efat Karamí, una mujer tapada con el tradicional chador negro y rodeada de sus familiares, explica que todos los años acude a este lugar porque “el objetivo de Hosein era reavivar el islam y prevenir la crueldad” por lo que considera su deber “defender de la mejor forma posible el objetivo de Hosein y mantenerlo vivo”.

Un joven de 28 años que se pega en el pecho, Mehdi Abdejodaí, cuenta que participa en los actos cada año para “expresar el sentimiento y tristeza por el crimen que le hicieron a Hosein”.

Con motivo de la ocasión, el presidente del país, Hasán Rohaní, participó ayer en una ceremonia en la que reafirmó su compromiso a “seguir el camino del imam Hosein” y señaló que reza a dios para que “ayude a los musulmanes a no desviarse del camino correcto y a guiar a la gente al buen camino y la prosperidad”, tarea que requiere “devoción y sacrificio”.

Ana Cárdenes y Artemis Razmipour

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