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El Papa abre un resquicio a la igualdad: se podrá lavar los pies de mujeres en Jueves Santo

Francisco lavó los pies a varios presos el pasado Jueves Santo

Jesús Bastante

Un claro gesto hacia la difícil igualdad hombre-mujer en la Iglesia católica. Así definen expertos en Liturgia la decisión del Papa Francisco de modificar el rito del lavatorio de los pies en Jueves Santo, hasta la fecha reservado a hombres, para poder incluir a mujeres en el mismo. Una medida que, más allá de lo cosmético, encierra una clara intención pues fue precisamente en la Última Cena donde Jesús instituyó la Eucaristía, y el clavo al que se aferra la jerarquía para vetar el sacerdocio a la mujer.

“Jesús sólo eligió a varones para que fueran sus discípulos”, es la eterna explicación que exponen los obispos para prohibir el acceso al sacramento de la mitad de la población mundial (mayoría en la iglesia católica). Más allá de que resulta imposible saber si en la Última Cena sólo se encontraban 13 personas (Jesús y los Doce) o si, como parece, también se encontrarían otros seguidores y seguidoras de Jesús, como María, María Magdalena o Salomé, lo cierto es que el decreto hecho público en la mañana de este jueves demuestra la intención de Francisco de reabrir un debate por la igualdad plena.

En más de una ocasión, este Papa había subrayado la necesidad de “una mayor reflexión de toda la Iglesia para dar más valor a la presencia de las mujeres”, reconociendo su sufrimiento “cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio”.

“Expresar plenamente” el gesto de Jesús

El decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos –cuyo titular, el cardenal Robert Sarah, es uno de los conocidos opositores a las reformas de Bergoglio– dispone que “a partir de ahora, las personas elegidas para que sus pies sean lavados en la liturgia del Jueves Santo pertenezcan a todo el Pueblo de Dios y no sean solamente hombres o muchachos”.

Para Francisco, el cambio del rito del Jueves Santo pretende “expresar plenamente” el significado del gesto efectuado por Jesús en el Cenáculo, “su entregarse hasta el final por la salvación del mundo, su caridad sin límites”.

“Después de una atenta ponderación, continúa el Papa, he llegado a la deliberación de aportar un cambio en las rúbricas del Misal Romano. Dispongo por lo tanto que se modifique(...) que las personas elegidas para el lavatorio de los pies deban ser hombres o muchachos, de manera que, a partir de ahora, los Pastores de la Iglesia puedan elegir a los participantes en el rito entre todos los miembros del Pueblo de Dios. Se recomienda, además, que a los elegidos se les dé una explicación adecuada del rito'”.

La reforma modifica un decreto de 1955 –antes del Concilio Vaticano II–, y reclama que se “represente la variedad y la unidad de cada porción del pueblo de Dios”. Por ello, el grupo de 12 elegidos en cada misa “puede estar formado por hombres y mujeres y, convenientemente, por jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, clérigos, consagrados, laicos”.

En sus celebraciones de la misa de Jueves Santo como pontífice, Jorge Bergoglio ya se había saltado esta norma como el año pasado cuando lavó los pies una docena de detenidos, seis hombres y seis mujeres, que cumplían condena en la cárcel romana de Rebibbia.

En aquella ocasión, Francisco, tras lavar los pies de una de las reclusas, también lo hizo al bebé sentado en sus rodillas. Más allá de los gestos, la decisión de Bergoglio parece querer abrir una grieta en favor de la igualdad en una de las instituciones más patriarcales de la historia de la humanidad.

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