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El papa en Pentecostés: “No somos huérfanos, sino hijos del mismo Padre”

El papa en Pentecostés: "No somos huérfanos, sino hijos del mismo Padre"

EFE

Ciudad del Vaticano —

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El papa Francisco dijo hoy que tenemos que “relacionarnos con los demás de un modo nuevo, no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre”, en la homilía de la misa con ocasión de la festividad de Pentecostés celebrada en la basílica de San Pedro.

En esta celebración, los católicos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, que como recordó el pontífice es una señal del Señor para “restablecer nuestra relación con el Padre, destruida por el pecado; apartarnos de la condición de huérfanos y restituirnos a la de hijos”.

“Podemos relacionarnos con los demás de un modo nuevo, no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre bueno y misericordioso. Y esto hace que todo cambie”, dijo.

Y añadió: “Podemos mirarnos como hermanos, y nuestras diferencias harán que se multiplique la alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad y fraternidad”.

Al explicar el significado de esta festividad, Francisco afirmó que “el Espíritu es dado por el Padre y nos conduce al Padre. Toda la obra de la salvación es una obra que regenera, en la cual la paternidad de Dios, mediante el don del Hijo y del Espíritu, nos libra de la orfandad en la que hemos caído”.

En la solemne misa ante miles de personas en la basílica de San Pedro y concelebrada con los cardenales, obispos y sacerdotes de la Curia Romana, Francisco lamentó que “también en nuestro tiempo se constatan diferentes signos de nuestra condición de huérfanos”.

Citó entonces como ejemplos “esa soledad interior que percibimos incluso en medio de la muchedumbre, y que a veces puede llegar a ser tristeza existencial”.

“Esa supuesta independencia de Dios, que se ve acompañada por una cierta nostalgia de su cercanía y ese difuso analfabetismo espiritual por el que nos sentimos incapaces de rezar”, agregó.

También habló de la “dificultad para experimentar verdadera y realmente la vida eterna, como plenitud de comunión que germina aquí y que florece después de la muerte”, así como de “la dificultad para reconocer al otro como hermano, en cuanto hijo del mismo Padre”.

Francisco dijo a los católicos que “a todo esto se opone la condición de hijos, que es nuestra vocación originaria, aquello para lo que estamos hechos, nuestro ADN más profundo”.

Y recordó las palabras de Jesús: “No os dejaré huérfanos”, que hoy, en la fiesta de Pentecostés, “nos hacen pensar también en la presencia maternal de María en el cenáculo”.

El papa pidió entonces la intercesión de María para “todos los cristianos, las familias y las comunidades, que en este momento tienen más necesidad de la fuerza del Espíritu”.

Varios miles de personas pudieron seguir la ceremonia en la Plaza de San Pedro gracias a las pantallas gigantes instaladas y después asistir al rezo del Regina Coeli del papa, asomado a la ventana del palacio pontificio.

En su mensaje tras el rezo, Francisco recordó que en Pentecostés la liturgia “nos invita a abrir nuestra mente y nuestro corazón al don del Espíritu Santo”.

Y recordó que “ser cristianos no significa principalmente pertenecer a una cultura o adherirse a una doctrina sino vincular la propia vida, en todos sus aspectos, a la persona de Jesús”.

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