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Pilotos de drones ponen en Filipinas cara a los desastres

Pilotos de drones ponen en Filipinas cara a los desastres

EFE

Apalit (Filipinas) —

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Cuando lo peor de un desastre natural ha pasado, toca evaluar los daños y en países como Filipinas han comenzado a confiar en los drones para que avisen desde el cielo de lo que ya no queda en la tierra.

Desde hace unos meses un equipo reducido de personas se encarga de hacer sobrevolar aeronaves no tripuladas en caso de calamidad en el país asiático, uno de los más amenazados por tifones, inundaciones y otros fenómenos agravados por el cambio climático.

Zaida Manglicmot, Voltaire Ignacio y Jaime Reyes, ninguno de ellos mayor de 35 años, son tres de los elegidos por el Ministerio de Agricultura para manejarlos por su destreza y conocimientos.

Apenas necesitaron dos vuelos de entrenamiento para comenzar a operar en zonas afectadas por desastres, la última vez el pasado octubre después de que los tifones Heima y Sarika causaran varios muertos y daños materiales en el norte del país.

Manglicmot explica a Efe que fueron allí al cabo de una semana para validar los primeros reportes de daños y, como ya habían sido cosechadas las tierras, se encontraron con un 90 % de las áreas destrozadas.

Su trabajo solo se entiende en equipo: mientras Manglicmot planifica con ayuda de un ordenador y una conexión por satélite la ruta que debe seguir el dron para no perderse, Ignacio lo echa a volar con el debido equilibrio y Reyes lo dirige a distancia tras comprobar que funciona bien.

“Me gustan los aviones desde que era pequeño”, dice este último, un especialista en tecnologías de la información que se muestra apasionado con su trabajo -“estamos introduciendo algo nuevo como los drones en la agricultura de Filipinas”-, pese a que eso signifique que ha ocurrido un desastre.

Actualmente emplean dos aparatos, uno con hélices que sirve para documentar los destrozos con fotografías y vídeos de alta resolución, y otro con alas fijas capaz de evaluar el estado exacto de los cultivos y mapear la zona en cuestión.

Despegándose del suelo hasta unos doscientos metros, pueden volar una media hora, lo suficiente para cubrir doscientas hectáreas por trayecto. Por ahora lo hacen solo sobre terrenos llanos, por temor a los vientos bruscos que escondan las montañas.

Ambos drones han sido facilitados por la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que apoya al Gobierno filipino en su estrategia de gestión y reducción de riesgos de desastres y en su adaptación al cambio climático.

Aunque por el momento solo se usan cuando la catástrofe ya ha ocurrido y es demasiado tarde para actuar, la idea es que también sirvan para disminuir los riesgos antes de que desastres como las inundaciones irrumpan en escena.

“Es mejor poder evaluar el estado de los cultivos para saber qué cultivos pueden verse afectados antes del tifón y después poder conocer cuáles son los daños en el terreno”, comenta Rizza Espenido, ayudante técnica de la FAO involucrada también en el proyecto.

Según Manglicmot, los drones son una herramienta de planificación ya que permiten identificar los niveles de elevación del terreno agrícola, importante para abrir canales de irrigación, o conocer la salud de las plantas con vistas a dotarles de las dosis de agua y nutrientes que necesitan.

En el mercado pujante de las aeronaves no tripuladas, la agricultura puede beneficiarse de máquinas que desde lo alto controlen grandes extensiones de cultivos y los equipos en ellas instalados.

Otros usos potenciales están en el campo de la ayuda humanitaria, como ya se vio con el uso que hacían de esas aeronaves numerosas ONG en Haití tras el huracán Sandy en 2010.

Lo mismo sucedió en Filipinas a raíz del tifón Haiyan en 2013, el mismo país que ahora quiere dar un paso al frente y evitar las grandes pérdidas de cultivos que últimamente sufre más por la acción de clima.

Belén Delgado

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