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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Las universidades Rey Juan Carlos y Carlos III abusan de los profesores visitantes para cubrir su plantilla ordinaria

Campus de Getafe de la Universidad Carlos III.

Daniel Sánchez Caballero

Las 50 universidades públicas españolas contaban en el curso 2015-2016 con un total de 839 profesores visitantes. Solo dos de ellas, La Rey Juan Carlos (URJC) y la Carlos III (UC3M), ambas de la Comunidad de Madrid, acaparaban el 60% de todo el volumen nacional. Entre ambas sumaban 496 de ellos, 236 la primera y 260 la segunda.

Ningún otro campus se acerca remotamente a esas cifras: lo habitual es que no lleguen a diez e incluso hay 22 universidades que no emplean a ninguno. La Pompeu Fabra tiene 88.

Echar mano de este tipo de contratación significa no hacer un concurso público, firmar a dedo y tener a estos docentes cautivos de un contrato que se renueva cada año por la dirección de la universidad. 

La figura del profesor visitante no está pensada para nutrir las plantillas. Estas incorporaciones están perfectamente definidas por la normativa. La ley de universidades (LOU) concreta que el visitante es un profesional de prestigio de una universidad que trabaja temporalmente en otra. Es cuestionable que la política de contratación de ambas universidades responda a esa definición a base de multiplicar contratos. Varias fuentes consultadas, conocedoras de la Universidad, coinciden en que este alto número de visitantes es una “anomalía” en ambos centros.

Una primera consecuencia de estas prácticas es que se hace complicado controlar a quién se contrata y cómo. En el caso de los profesores visitantes, la ley exime a las universidades de hacer cualquier tipo de concurso. No tendría mucho sentido para esta figura, explican las fuentes. Se contrata, podría decirse, a dedo. De manera que cada visitante contratado es un concurso público (regido por la igualdad, el mérito y la capacidad) esquivado. Casi 500 visitantes contratados (los que tienen la URJC y la UC3M) son 500 concursos no convocados.

“Es raro. Algo pasa, porque lo normal cuando viene alguien de otra universidad es que lo haga de año sabático o algo similar, y no lo tengas que contratar. La fórmula del visitante no es el procedimiento por el cual solemos ir a otra universidad, ni aquí ni en el resto del mundo”, explica una profesora experta en contratación de personal docente investigador (PDI). “Las cifras de un dígito [de profesores visitantes en una universidad] me las creo. Las de dos por debajo de 20 o 30, según el tamaño de la universidad, también. Por encima...”, desliza.

Una figura excepcional

Primero, la ley. El Convenio Colectivo de Universidades Públicas de Madrid para personal docente e investigador, basado en la Ley Orgánica de Universidades, delimita muy claramente qué es un profesor visitante y las condiciones laborales que se le deben aplicar.

En el apartado 6 del artículo 10 define “los requisitos para la contratación de profesores visitantes”. Son dos específicos: “Ser profesor o investigador de reconocido prestigio y desarrollar o haber desarrollado su actividad en universidades y centros de investigación, tanto españoles como extranjeros”. Además, el texto establece que “la duración máxima del contrato de profesor visitante será de un año ampliable a dos en los supuestos razonados”.

Estos planteamientos definen el “espíritu” de la norma: la figura del profesor visitante se creó para que las universidades atraigan talento reconocido, habitualmente extranjero, para dar un impulso a una determinada área o departamento o para cubrir un vacío cuando una universidad crea una nueva rama de estudios. El objetivo de esta ley, explican fuentes universitarias, es que esta figura sea excepcional, y como tal se refleja en su presencia en los centros. Lo habitual es que no suponga ni el 1% del PDI (la Complutense de Madrid, la más grande de España, tiene 17). En la UC3M y la URJC está en el 15% y el 20% de las plantillas docentes, respectivamente.

Preguntado al respecto, un portavoz de la URJC explica que “estas universidades son, por ser las más jóvenes, las que se están acogiendo a esta estructura docente y este es un modelo de éxito entre estas universidades que, además, se sitúan entre las mejor valoradas del país”. Esta última afirmación es válida para la UC3M, situada en el tercer lugar en el U-Ranking que elaboran la Fundación BBVA y el Ivie para clasificar las universidades españolas, pero no para su propio centro, en la posición 38º.

La UC3M no ha querido explicar a este diario por qué tiene tantos visitantes. La Comunidad de Madrid, que tiene las competencias en Educación, se limita a apelar a la “autonomía universitaria” y a recordar que “existen mecanismos de control interno en las universidades”.

Bordeando la ley

“En la URJC y la UC3M se han especializado en este tipo de contratos laborales, que se saltan el decreto del Ministerio [por el que se limitaba la contratación de profesores en la universidad estableciendo una tasa de reposición] y pueden contratar a dedo”, explican fuentes universitarias.

La situación resultante de contratar a tan alto número de visitantes es que el rectorado pasa a tener una una buena parte del personal docente bajo un cierto control, según explican expertos universitarios. Los contratos de visitantes se renuevan año tras año discrecionalmente por parte de la dirección de la universidad. Un visitante se puede ir a la calle cada verano (aunque, según la ley, solo debería estar un verano en la universidad que visita).

Esta figura, además, ni siquiera gusta a los propios contratados, que la aceptan porque en muchas ocasiones es la única manera de meter un pie en la universidad en un periodo, que empezó en 2010, en el que apenas han salido plazas. “Hay profesores en fraude de ley y muy en precario que no pueden ni protestar porque los liquidan. En ningún caso tu puesto de trabajo depende de tus méritos, sino de tu lealtad con quien te contrata”, explican las fuentes consultadas.

La situación está lejos de ser sobrevenida. La Carlos III, con 282 visitantes sobre una plantilla de 1.971 el pasado curso (un 14,3%), lleva años, al menos desde 2014, convocando unas plazas llamadas “tenure track Assistant Professors” (se publican así, en inglés) que luego especifica que son profesores visitantes para las que ofrecen contratos de 4+2 años. La convocatoria ya excede, de origen, los dos años máximos que permite la ley (1+1, en realidad). “Todo irregular”, valora un profesor. La universidad no ha querido explicar estos contratos.

En la Rey Juan Carlos (que este curso ya llega a los 315 visitantes, un 19,9% del PDI) ya han tenido sus más y sus menos con algún visitante. El año pasado la universidad fue denunciada por uno de ellos y el centro admitió irregularidades en su contratación para no ir a juicio. Este profesor no cumplía uno solo de los requisitos que exige la ley para ser profesor visitante. Como tampoco los cumple Margarita Cifuentes, la hermana de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que pasó de PAS de esta misma universidad a profesora visitante de un verano para otro, cuando acababa de leer la tesis y no había hecho investigación alguna.

En esta universidad le han dado una vuelta de tuerca al tema de los visitantes y han puesto en marcha recientemente un sistema de evaluación para recompensar a sus docentes por la investigación realizada al que se pueden apuntar los profesores visitantes que sean doctores.

Los profesores que pasen la evaluación, que realizará la Fundación Madri+d, recibirán 1.500 euros al año durante tres cursos por la investigación realizada entre 2014 y 2016. La convocatoria comprende, por tanto, un periodo de seis años (los tres evaluados y los tres que se pagará la ayuda), cifra que de por sí es incompatible con la estadía máxima de un visitante en el centro, que es de dos. Al realizarse la evaluación por parte de la Fundación Madri+d, un organismo público de la Comunidad, se evita que sean sus hermanas mayores a nivel nacional, la ANECA y la CNEAI, de modo que todo queda en la Comunidad de Madrid.

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