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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

“Volvemos a Sol porque lo que hace el Gobierno con la violencia machista es un parche”

Las carpas instaladas por la Asociación Velaluz en la Puerta del Sol / MB

Marta Borraz

“Y nos siguen matando...”. “Pero nunca es una prioridad...”. Dos mujeres conversan mientras cogen el bolígrafo y se apoyan en la mesa para firmar. Esta vez lo harán en dos papeles: uno de apoyo a los 25 puntos que la Asociación Velaluz ya esgrimió como propuestas y el otro para pedir un “diálogo real” con el Gobierno. Las huelguistas de la Puerta del Sol han vuelto al lugar que durante un mes convirtieron en un espacio de resistencia y un símbolo de oposición a la violencia machista.

Vuelven a Sol porque a las mujeres las siguen matando. Cinco mujeres y un menor han sido asesinados por sus parejas o exparejas desde que finalizaron la huelga de hambre el pasado 7 de marzo y que mantuvieron desde el 9 de febrero. Desde el inicio de año son 22 las víctimas mortales de la violencia de género, según las estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

“Estamos aquí de nuevo porque queremos que las mujeres y sus hijos vivan”, explica Gloria Vázquez, portavoz y presidenta de la asociación. Eso pasa, dicen, por la muestra de “una responsabilidad real” del Gobierno, al que acusan de “no haber cumplido con los compromisos”. Las mujeres de Velaluz decidieron concluir la huelga de hambre porque se inició “una vía de diálogo” con el Ejecutivo consistente en una mesa de trabajo que “ha resultado ser puro maquillaje”.

El grupo se constituyó en el seno del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer, creado por la Ley Integral de 2004, lo que para las activistas “es una decepción” porque se trata de un organismo “ineficaz y que lleva años sin funcionar”. Así lo han denunciado también en múltiples ocasiones otras organizaciones feministas que han criticado que los miembros son mayoritariamente designados por el Gobierno, que “funciona de manera jerárquica” y “no fomenta la participación” de los colectivos feministas.

Por ello, las mujeres de Velaluz aseguran sentirse “engañadas” porque “esto no supone una colaboración real”, explica Sonia, que también está en la Puerta del Sol. Sostiene que “lo que hace el Gobierno con la violencia machista es un parche” y califica la Subcomisión formada en el Congreso para articular un pacto de Estado de “cosmética”.

Algo que, en su opinión, se refleja en “la contradicción” de que se esté gestando este acuerdo en la Cámara mientras el Gobierno ha presupuestado un gasto en prevención en los Presupuestos Generales del Estado para este año de 27,7 millones de euros. Una cantidad que, aunque aumenta, sigue sin remontar los recortes que comenzaron en 2010, cuando se destinaron 34,3 millones. 

Un ayuno solidario con las víctimas

En la Puerta del Sol hay esta vez diez mujeres y dos hombres –aunque acabarán llegando a las 19 personas, según explican– y la fórmula de protesta elegida es comer una vez al día en lo que llaman “ayuno solidario”. “El mismo que hacen muchas víctimas de forma obligada debido a la violencia económica que sufren. Por ello pedimos más ayudas directas a las víctimas”, argumenta Sonia mientras su hija permanece sentada a su lado y habla con los periodistas.

Su hija es Patricia Fernández, que con 18 años ha escrito el libro Ya no tengo miedo en el que cuenta el proceso judicial que tuvieron que atravesar ella y su hermano a raíz de la denuncia que su madre interpuso por maltrato contra su progenitor biológico –se niega a llamarle padre–. Ambos fueron obligados a mantener regímenes de visitas durante años a pesar de su rechazo: “La justicia nos lanzó a los brazos del maltratador”, explicaba en una entrevista con eldiario.es.

Mientras Sonia habla, Candela se acerca a preguntar si necesitan algo. “Botellas de agua. Las que tenemos ya están calientes”, responde Gloria. En la pasada huelga de hambre la lluvia empapó las carpas de las mujeres de Sol en más de una ocasión, pero esta vez deben hacerle frente al calor que las mantiene dentro de las lonas. Aún así, Candela ha decidido peinar la plaza en busca de posibles firmantes después de comprarles varias botellas.

Se coloca en el punto en el que todo el mundo se para, frente a las carpas, donde han colocado nueve bultos tapados repartidos por el suelo como si fueran mujeres asesinadas y varias cartulinas que, agarradas con un palo y recortadas con el perfil de una persona, quieren simbolizar también a las mujeres y los niños asesinados. En esta ocasión han recubierto las carpas con recortes de las noticias de todas las víctimas mortales en lo que va de año.

Los hijos e hijas de las mujeres maltratadas constituyen otro de los puntos clave de la protesta. Las mujeres de la Puerta del Sol denuncian la aplicación del Síndrome de Alienación Parental (SAP) a madres que denuncian abusos o maltrato hacia sus hijos y que la Comisión Europea va a comenzar a investigar, piden que los menores sean reconocidos en la práctica como víctimas directas, tal y como específica la ley, y exigen al Gobierno que garantice las pensiones de orfandad de los niños y niñas que han perdido a su madre a manos de su padre.

De momento cuentan con autorización del Ayuntamiento de Madrid hasta el próximo 21 de mayo, pero no prevén una fecha límite de la protesta. “Depende de ellos”, dice Gloria mientras señala en dirección al Congreso de los Diputados, situado a algo menos de un kilómetro. “Nosotras solo estamos pidiendo que se respeten los derechos de las mujeres. El primero, el derecho a no sufrir violencia y seguir vivas”.

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