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Vuelven las risas a la musical “Cabaña del Turmo”

Vuelven las risas a la musical "Cabaña del Turmo"

EFE

Madrid —

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Inmortalizada en una de las más icónicas canciones del pop español (“20 de abril” de Celtas Cortos), la “Cabaña del Turmo” se prepara para volver a sonreír gracias a una iniciativa de micromecenazgo orientada a salvaguardar la biodiversidad y a promocionar las tradiciones de la alta montaña.

“¿Recuerdas aquella noche en la Cabaña del Turmo?. Las risas que nos hacíamos antes todos juntos” decía la “canción-misiva” de los Celtas Cortos, inspirada en la Cabaña del Tormo, un refugio de pastores situado a casi 2.000 metros de altura en el valle de Estós, en el corazón del Parque Natural Posets-Maladeta, en el Pirineo oscense.

Se trata de un lugar muy frecuentado por los montañeros, pero donde la única actividad económica reposa en la ganadería, gracias a la calidad de los prados de alta montaña en los que pastan cerca de 1.000 vacas, que suben hasta allí en junio y no regresan hasta el 12 de octubre, fecha de la tradicional “tría de vacas”.

Ese día el ganado baja de las cumbres y cada propietario identifica y recupera sus animales, en una tradición que se ha consolidado como una de las ferias ganaderas más populares y tradicionales del Pirineo.

La del Tormo (“Turmo” en la conocida canción) es el epicentro de esa feria y una de las numerosas cabañas que refugian durante los meses estivales a los pastores encargados de mover el ganado por los diferentes prados de alta montaña, pero se encontraba muy deteriorada debido al paso del tiempo y sobre todo al severo clima del inverno.

Y para recuperarla y adaptarla al siglo XXI la Comunidad de Bienes Monte de Estós -una propiedad comunal de los vecinos de Benasque- puso en marcha una campaña de “micromecenazgo” que ha permitido su rehabilitación y que el refugio cuente ahora con agua caliente, electricidad y conexión a internet.

Bruno Palomera, miembro de la Junta Rectora de la Comunidad de Bienes del Monte de Estós, ha subrayado que la campaña ha sido “un éxito” y se han recaudado más de 3.000 euros, y ha precisado que quienes han donado 100 euros tendrán derecho a pasar una noche de agosto en la cabaña.

En declaraciones a EFE, Bruno Palomera ha incidido en que el objetivo de la campaña, más allá de la recaudación, es el de promocionar la biodiversidad, la cultura y las tradiciones de la alta montaña y “atraer vocaciones” hacia oficios como el de pastor que en algunos lugares se encuentran ya al borde de la extinción.

La Comunidad de Bienes del Monte de Estós es propietaria de esas más de 3.000 hectáreas de alta montaña como consecuencia del intercambio de terrenos que tuvieron lugar en el siglo XVIII y de los cambios de titularidad que se produjeron en las desamortizaciones (las del Espartero, Mendizábal y Madoz) que se sucedieron en el siglo XIX, y en la actualidad agrupa a 179 vecinos o herederos de la villa de Benasque.

Bruno Palomera ha explicado que todas las actuaciones que se han acometido en la cabaña están inspiradas en la sostenibilidad y el respeto de la biodiversidad, y ha señalado que éste es sólo el primer paso de un proyecto más ambicioso para convertir el lugar en un referente de la ecología y de la ancestral armonía que ha existido entre el hombre y la naturaleza.

El enclave está de hecho incluido en la red Natura 2000, el principal instrumento para la conservación de la biodiversidad y con el que la UE pretende asegurar la supervivencia a largo plazo de los hábitats más valiosos del continente.

En agosto, la Cabaña del Tormo tendrá un nivel de ocupación del cien por cien gracias a esta iniciativa de micromecenazgo que ha permitido acometer esa rehabilitación, con ayudas también del Gobierno de Aragón y con fondos propios provenientes del alquiler de los pastos.

Bruno Palomera está “convencido” del respeto y del amor por la naturaleza de todos los que van a pernoctar en la cabaña este verano, e insiste en que éste es sólo el primer peldaño de una escalada que han comenzado y que continuarán con la rehabilitación de los antiguos cuarteles militares, actualmente en ruinas, como un “centro de diálogo con la naturaleza”.

Un diálogo que comenzó con aquella canción hace más de 25 años, un periodo durante el cual las cosas y las personas han vuelto a cambiar mucho; “Hoy no queda casi nadie de los de antes; y los que hay, han cambiado”, anticipaba la letra de Celtas Cortos.

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