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Las administraciones se desentienden del exceso de ozono 'malo' que se respira en sus territorios

La radiación solar sobre la polución crea el ozono troposférico.

Raúl Rejón

Mientras un 20% de la población española respira año tras año aire con niveles de ozono (O3) por encima de lo legal, las administraciones miran para otro lado a la hora de tomar medidas específicas contra este contaminante.

Ninguna de las 12 comunidades autónomas donde está constatado el exceso de ozono (Comunidad de Madrid, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Región de Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía, Aragón, Extremadura, Islas Baleares, Navarra y País Vasco) ha abordado su problema con el O a pesar de que la normativa europea conmina a que se elaboren planes de calidad del aire allí donde las concentraciones rebasen los valores permitidos. Y varias le pasan la pelota al Ministerio de Medio Ambiente que, desde verano de 2015, tiene parado un virtual plan para atajar este gas.

Desde 2006, en más de un tercio de las zonas en las que se divide España para el estudio del aire se han medido niveles por encima del umbral marcado por la normativa, según el Informe de Evaluación de Calidad del Aire del Ministerio. La concentración excesiva de ozono malo se ha extendido por más de 115.000 km de media cada ejercicio.

La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) ya explicó hace dos años que los datos de España la colocan a la cabeza del problema con el O3: cerca de 1.800 muertes prematuras y grandes áreas con aire pernicioso.

La investigadora de la Universidad de Cantabria Ana Santurtún contaba a eldiario.es cómo actúa el ozono en el organismo y por qué dificulta la respiración: “El O llega a los pulmones y ataca las células, así que el sistema inmunológico se activa contra este agente externo y se produce una inflamación”. Ha quedado constatado que a mayor concentración, más ingresos en las urgencias de los hospitales por problemas respiratorios.

Para los ecosistemas, el ozono ataca la vegetación por su fuerte acción oxidante. Perjudica a los cultivos y mengua las cosechas pero también ataca a la biomasa forestal. A los bosques.

Muy difícil de atajar

Sin embargo, las autoridades responsables de la calidad del aire se han venido escudando en que les resulta muy difícil atajarlo. Así lo evidencian los documentos oficiales de los departamentos ambientales de las regiones. Por ejemplo la Comunidad de Madrid decía en su estrategia 2007-2012: “Los valores límite establecidos en la legislación vigente son de muy difícil cumplimiento para los países del área mediterránea”.

Un argumento que ha llegado hasta la actualidad como muestran sendas respuestas escritas de los Ejecutivos de Castilla y León y Navarra a la petición de la ONG Ecologistas en Acción para que impulsaran un plan sobre este gas. Así, el servicio de Calidad Ambiental navarro afirmaba en marzo de 2016 que “el ozono troposférico no puede abordarse a escala local ni autonómica debido a su complejidad y a que intervienen diversos factores que exceden del ámbito de una comunidad autónoma”.

Su homólogo castellanoleonés contestaba en febrero de este año: “Se considera mucho más adecuado la adopción de un plan nacional  y así se ha comunicado en varias ocasiones al Ministerio de Agricultura”.

En esa línea, el Gobierno de Aragón se excusaba en diciembre de 2014 afirmando que “el ozono troposférico es un contaminante que presenta una dificultad añadida para su gestión por su naturaleza de contaminante secundario”.

Y consideraba que “precisa medidas nacionales más que regionales. El Magrama está de acuerdo”. Pero el anunciado plan de Medio Ambiente no ha llegado. Con estas respuestas, Ecologistas en Acción ha interpuesto una denuncia ante la Comisión Europea contra la falta de acción de las autoridades.

Exacerbado por las olas de calor

¿Qué es un contaminante secundario? Que no sale directamente de las fuentes contaminadoras. Las chimeneas industriales o los tubos de escape no emiten O. Es la acción de la radiación solar sobre los hidrocarburos o el dióxido de nitrógeno (NO) lo que crea este elemento. Y como la polución que se lanza en un núcleo viaja con las corrientes de aire, el ozono puede terminar por formarse y actuar a kilómetros de distancia.

Pero para que el ozono malo se cree, hace falta que esos elementos primarios estén en la atmósfera. Así que si hay niveles excesivos de O es porque “se mantienen los niveles de emisión de sus precursores”, analiza el Ministerio de Medio Ambiente. Esta semana, la ciudad de Madrid ha tenido que activar su protocolo de contaminación excesiva y restringir el tráfico ante las altas concentraciones de NO. Ese NO que, más adelante, dará ozono troposférico.

Los altos niveles están para quedarse. Las olas de calor –la insolación– son cada vez “más frecuentes y prolongadas como consecuencia del cambio climático”, según ha advertido el Panel Científico de la ONU. La afirmación viene avalada por estudios como el de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE UU (NOAA) que han evidenciado que la crudeza de estas olas ha aumentado por la acción humana. Y tras los rayos del sol, está el ozono. La fórmula es infalible.

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