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La educación alternativa de “Los Patojos”, la esperanza de la niñez de Guatemala

La educación alternativa de "Los Patojos", la esperanza de la niñez de Guatemala

EFE

Jocotenango (Guatemala) —

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Juan Pablo Romero creció en Jocotenango, municipio del departamento guatemalteco de Sacatepéquez donde las pandillas y la violencia eran algo natural para los niños. Hoy ha logrado crear un ápice de esperanza en el futuro de los “patojos”.

Con 13 años salió de allí con sus papás para estudiar. Regresó después como un joven adulto cuestionando la situación de su país y preguntando por los amigos con quienes había crecido. Entonces cayó de bruces sobre la realidad: “Todos estaban muertos o en la cárcel y vi a otro montón de niños en la calle. El ciclo se iba a repetir”.

Sin tener un plan definido decidió abrir un espacio en su casa de la infancia para sacar a esos niños de la calle y compartir lo que a él lo había mantenido con vida: “Mi intención era abrir un espacio seguro donde ellos pudieran llegar a hablar si querían, pero durante 20 días no llegó nadie”.

Para lograr que los niños llegaran decidió preguntarles qué necesitaban y “lo primero que me dijeron es que querían comer”. Así comenzó su plan hace 11 años, en 2006, con 3 niños a quienes les contaba historias y con los que jugaba.

Hoy camina por el pasillo colorido de la casa colonial, que es ya la segunda sede del proyecto “Los Patojos” (niños), y lo recibe la energía de 370 niños que se alternan para buscar su atención y abrazos mientras los otros bailan en sus clases o corren por el patio jugando al fútbol sin camisa al sol de la mañana.

De esta forma, Juan Pablo empezó a identificar los puntos clave que atendería en su proyecto: cuidar la seguridad alimentaria, salud y reconocimiento humano para darles, a estos pequeños, la libertad de únicamente pensar en cumplir sus sueños.

Cerca de la oficina del fundador, un grupo de adolescentes practica marimba mientras un niño observa absorto los movimientos de las baquetas: “Allí ves cómo funcionamos: las tres generaciones, el maestro, los estudiantes y el futuro marimbista”, todos los miembros del proyecto se inspiran unos a otros.

Esta metodología de enseñanza, bautizada por Juan Pablo como “patojismo”, cubre varias áreas, “el arte, deporte, círculos de confianza, análisis de la realidad y organización comunitaria”, y se hizo oficial en 2014.

Ahora el equipo de “Los Patojos” está trabajando en teorizar el sistema y así ponerlo a disposición para que cualquier institución educativa pueda implementarlo en la educación de la niñez y la juventud del país, uno de los colectivos más vulnerables.

El sueño de Juan Pablo, tal y como él mismo cuenta a Efe, es crear 25 centros de “patojismo” en todo el país para cubrir más espacios. La tercera ubicación será en San Miguel Dueñas, Sacatepéquez.

“La primera sede fue donde ocurrieron los 8 años más importantes de mi vida”, dice Juan Pablo, “se convertirá en un mercadito donde se vendan los productos del huerto y otros que se produzcan”; la segunda, ubicada en una vía de Jocotenango y bautizada “calle Los Patojos”, es donde atienden actualmente a los niños.

La tercera sede está dirigida a adolescentes y jóvenes adultos, “allí queremos encaminarlos en procesos de aprendizaje, producción y dignificación a través de su trabajo”, explica Juan Pablo. Los sueños no cesan: empezaron con un huerto y planean abrir un restaurante, laboratorios técnicos, gimnasio y piscina.

Para este líder lo importante del programa es que enseñan a niños y jóvenes a tener un pensamiento crítico, organizarse a nivel comunitario y entender el contexto social en que se encuentran.

“A partir de allí, tenemos tres dinámicas: arte, producción de alimentos y agricultura”, explica.

Juan Pablo sueña con que su proyecto sirva para llenar el vacío que deja un país que no atiende a su juventud: “Guatemala le está fallando mucho a los chavos, no hay referentes de esperanza en ningún nivel, ¿con quién se inspiran? ¿a quién siguen?”.

Los promotores del “patojismo” saben que la nueva década que empiezan es más dura, pero para Juan Pablo su compromiso sigue siendo el mismo: “Queremos preparar a los jóvenes para que sean fuertes y valientes”.

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