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El español deportado de Camboya luchará aunque los “mafiosos” ocupen el poder

El español deportado de Camboya luchará aunque los "mafiosos" ocupen el poder

EFE

Bangkok —

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El activista español Alejandro González, deportado y con la entrada “prohibida” en Camboya, afirmó en una entrevista con Efe en Tailandia que permanecerá en primera línea del frente de batalla para defender el ecosistema camboyano del “panel de mafiosos que está en el poder”.

Alex, como le conocen los camboyanos, planea volver a Camboya, donde ha vivido 13 años, aunque por el momento ve más factible ayudar a los compañeros de su ONG, “Mother Nature”, asentándose en Khlong Yai, distrito fronterizo del este de Tailandia situado, según precisa, “a 20 kilómetros en motocicleta del valle” de Areng.

El español ha dedicado los últimos años a la protección de la biodiversidad del valle de Areng y el pueblo indígena que lo habita del impacto de una presa hidroeléctrica que proyecta construir el Gobierno.

“Llevan 20 años haciéndole la vida imposible (al pueblo indígena local), no tienen derechos sobre la tierra, ni hospitales, ni infraestructuras de ningún tipo, quieren hacerle la vida imposible para que sea más fácil sacarles de allí, vender 20.000 hectáreas y sacar unos millones”, criticó Alex.

En cualquier caso, lo más importante para el conservacionista, de 34 años, ha sido “la enorme reacción de la población”, desde que comenzó la campaña en 2013 contra el proyecto de la presa y sobretodo a raíz de su deportación, el pasado día 23, decisión que a su juicio fue “un error total del Gobierno”.

“Me deportaron y había 180 jóvenes en el valle, hay 180 'Alex' en el valle, lo que consiguieron es darles más poder”, comentó el activista catalán refiriéndose al apoyo de la comunidad local.

Las autoridades camboyanas le denegaron la extensión del visado cuando venció, en febrero, y lo expulsaron del país con la prohibición de no poder regresar.

Tras las numerosas condenas de la sociedad civil que desató la expulsión del español, el primer ministro de Camboya, Hun Sen, anunció que no tomaría una decisión sobre la construcción de la presa hasta 2018, pero amenazó con desplegar vehículos militares en la zona si continuaba las protestas.

La reacción por la deportación de Alex implicó incluso al líder de la oposición, Sam Rainsy, quien pidió públicamente que el activista español permaneciese en el país asiático.

“La fuerza de la campaña ha sido nuestra inflexibilidad, arriesgarnos a que nos peguen un tiro o nos deporten”, explicó Alex al ser preguntado sobre su decisión de permanecer en el país.

El activista, que se declara camboyano a pesar de no tener esa nacionalidad, se mostró ilusionado por el rápido crecimiento de la campaña y apostó por expandir el movimiento conservacionista por todo el país.

“Hay muchos intereses que resultan en actividades ilegales: extracción de arena, parques nacionales que están arrasando, tala ilegal...”, enumeró el ecologista.

Antes de que la empresa Sinohydro Resources Ltd., filial de la china Sinohydro Group, ganase la concesión del proyecto de la presa de Cheavy en el río Areng, otras dos grandes compañías chinas lo rechazaron, la primera por el impacto medioambiental y social y la segunda por razones económicas.

Según Alex, uno de los atractivos económicos del proyecto de la presa es que “abre la puerta a las empresas” para que “ganen millones” con la limpieza de los bosques protegidos de cardamomos, que serían inundados.

La esperanza para el español, que anteriormente trabajó como traductor en el sistema penitenciario camboyano para otra ONG, es que las nuevas generaciones unifiquen y den voz a un movimiento que a su juicio está cogiendo fuerza en todo el país.

“Las ONG están pilladas con el agua hasta el cuello, la solución está en el movimiento social de los jóvenes, el proyecto se postergó gracias ellos”, indicó Alex, quien viaja camino del norte de Tailandia mientras aprende del movimiento antipresa tailandés.

Por Ricardo Pérez-Solero

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