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Una lista, la última esperanza para los habitantes de Mocoa que buscan a sus parientes

Una lista, la última esperanza para los habitantes de Mocoa que buscan a sus parientes

EFE

Mocoa (Colombia) —

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Los habitantes de Mocoa se asoman entre nervios y esperanzas a las listas que cuelgan en el hospital de la localidad, allí penden los nombres de quienes sobrevivieron al alud que asoló la ciudad; los que no tienen la suerte de ver allí a sus parientes siguen con la zozobra.

“En mi corazón no siento que estén muertas, pero el momento que viví (cuando se produjo la avalancha la madrugada del sábado) sentí morir y no creo poderlas encontrar con vida. Si se da eso es una bendición y no pierdo las esperanzas pero siendo realistas, (viendo) las consecuencias de ese desastre que pasó, es imposible”, comentó a Efe Víctor Andrés Montenegro, que busca a su esposa y su hermana.

La dinámica es la misma para muchos, se contradicen, viven en medio del temor y hablan de sus familiares a ratos en presente, a ratos en pasado en un proceso de duelo que cada persona lleva con sus propios tiempos.

Montenegro, con numerosas contusiones y laceraciones por todo el cuerpo, recibió el alta médica y se dirigió inmediatamente a las listas en busca de la última actualización. Todavía no ha tenido suerte.

Se apoya en su madre y camina con dificultad mientras piensa en su hija, que sobrevivió a la tragedia porque estaba con unos amigos fuera de su casa y recuerda que madre y tía eran pilares para la menor.

La madrugada del viernes al sábado, cuando el Mocoa, el Sangoyaco y el Mulato se salieron de su cauce por las lluvias torrenciales y arrasaron buena parte del pueblo, Víctor Montenegro se demoró en salir de su casa.

“Estaba muy dormido, escuchaba el rumor del agua y de la gente, me despierto, me levanto y miro que el piso de la casa estaba mojado”, recuerda mientras relata los minutos antes de salir corriendo a la calle en busca de auxilio.

Allí se subió a una moto junto a su mujer, su hermana abordó otra hasta que el agua los arrolló.

Entonces, la suerte o un milagro de la Virgen para Víctor, se apareció en forma de un tronco al que pudo aferrarse para continuar con vida.

Mientras sale con el cuerpo y la esperanza magullados se cruza con decenas de personas que aguardan a la puerta del centro médico.

Entre ellos está Sebastián Sevillano, busca a su hermana, sus tres sobrinos y su cuñado que vivían en el barrio de San Miguel, una zona popular y llena de desplazados por el conflicto armado que el alud dejó en apenas un esqueleto.

“La avalancha los arrastró y hasta ahora no tenemos noticias de ellos, vivían en el barrio San Miguel. La casa de ellos desapareció, hasta ahora no tenemos nada de noticia de ellos”, comenta Sevillano con la voz quebrada.

Todos lo saben, las primeras 72 horas son cruciales para encontrar con vida a los supervivientes y se afanan en su búsqueda, cada minuto que pasa es un minuto más lejos de volver a ver a sus seres queridos.

Sevillano, como miles de mocoanos, se asoma a la lista que se ha convertido en una lotería macabra que reparte pocos premios. Si en la del hospital no aparece le queda un camino más lúgubre, el de la morgue saturada de cuerpos al que acuden para identificar a sus seres queridos.

Ese centro anexo al hospital está desbordado, por lo que algunos de los cuerpos de las 210 víctimas confirmadas de la catástrofe han sido trasladados al cementerio, donde una vez identificados serán entregados a sus familias.

Encontrar allí a sus seres queridos puede resultar un alivio, la oportunidad de velarlos y enterrarlos; que no estén entre los fallecidos implica que continúa la búsqueda y la desazón.

El veterano Sebastián Sevillano ya responde en pasado: “se dedicaban a varios oficios” dice de su hermana y cuñado.

“Toca ser fuerte y aguantar, después de muerto ya no hay remedio hermano. Toca aguantarse”, dice antes de cortar la conversación presa de la emoción.

De Cali llegó Edwin Peña, buscando a sus primos, ya ha encontrado a una de ellas de 12 años en la morgue del hospital, pero todavía no se la han entregado porque la necropsia no ha terminado.

Peña quiere llevársela, velarla en la intimidad pero todavía no puede, lo que en su familia genera una fuerte frustración.

Todavía busca a otras dos personas, una hermana de la fallecida y la madre. La gemela de la fallecida sobrevivió pero está gravemente herida.

¿Y la madre cómo se llama? “Esperanza”, responde como un mantra al que se aferra.

Gonzalo Domínguez Loeda

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