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Sin familiar, casa ni empleo; el drama de Hotel del Río en Juchitán

Sin familiar, casa ni empleo; el drama de Hotel del Río en Juchitán

EFE

Juchitán de Zaragoza (México) —

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Margarita, la matriarca y propietaria del Hotel del Río, murió sepultada en Juchitán de Zaragoza por el fuerte terremoto acontecido el jueves por la noche en México y es un ejemplo del perverso efecto de una catástrofe que segó vidas humanas, proyectos y empleos.

“Tuvimos el deceso de ella, y en este momento perdemos la casa; se pierde el hotel que era de su propiedad y ahora le estamos velando a un lado de la casa, porque no hay dónde”, explica a Efe Gonzalo Martínez, yerno de la fallecida en este potente sismo de magnitud 8,2 en la escala de Richter.

Martínez habla desde la casa en que vivían sus suegros, una cuñada y sus dos hijos. Una bonita vivienda, grande y espaciosa, de la que hoy solo quedan escombros cuando la segunda planta aplastó, literalmente, la primera.

En la última noche toda la familia durmió en colchones en el suelo de un establecimiento suyo -un pequeño gimnasio de barrio-, que sí resistió la fuerza del temblor.

Allí mismo tienen, en un ataúd coronado con algunas flores y una imagen de la Virgen María, el cadáver de Margarita, quien tenía 62 años y deja viudo a su marido, que este sábado la velaba taciturno, desde una silla de plástico y con la frente con una cicatriz enorme y reciente.

Con este suceso -que se ha saldado con 61 muertos hasta el momento en el sur de México, 36 de ellos en Juchitán, estado sureño de Oaxaca-, la familia del Hotel del Río lo perdió todo.

“El hotel también se desplomó y ese día estaban allá y quedaron aplastados; tuvimos que pedir ayuda de amigos y el apoyo de Protección Civil y Marina para poder rescatarlos”, agrega el familiar.

De los restos de ese establecimiento, del que hoy despuntan entre escombros colchones y cortinas, pudieron sacar con vida a la cuñada, los dos hijos y el suegro de Martínez.

“No nos atrevemos a entrar por las réplicas que ha habido constantemente, y ahora estamos con el duelo, viendo lo del sepelio”, añade el yerno, quien define a Margarita como una mujer “luchona y fuerte”, capaz de sacar adelante un negocio de más de 30 años sola desde que su marido padeció un infarto cerebral.

Martínez, que también tiene su casa con serios daños, no dudó en enseñar la vivienda de la familia bajo una condición: que se divulgue que las autoridades no han acudido todavía a hacer una inspección sobre la situación del domicilio.

Para los propietarios del hotel, la noche en que ocurrió el peor sismo que recuerda México desde 1932 pudiera haber sido todavía más trágica de no ser por César Santiago Salinas.

Apenas hace 15 días, Salinas y un amigo suyo alquilaron un local adyacente al hotel y propiedad de Margarita. Ilusionados, lo convirtieron en un bar y restaurante de mariscos.

“El sismo nos agarró en el patio. Y primero fuimos a ver cómo estaban las dos criaturas. Pero había una fuga de gas y no podíamos entrar”, indica.

Fueron a buscar a su tío y al regreso oyeron una voz entre las ruinas, pese a que varias personas ahí congregadas ya los daban a todos por muertos.

Sacaron “piedra por piedra” y pudieron salvar, con la ayuda de expertos, a cuatro de los cinco sepultados.

Su acto heroico de poco les ha valido a los dos jóvenes, quienes este noche pernoctaron frente al establecimiento desgajado.

Tienen miedo de que les quiten lo poco que les queda de la inversión -“el refrigerador y el tanque de gas”-, y sus temores no son infundados.

El Hotel del Río lo resguardan dos policías municipales, colocados por la alcaldía, y hoy uno de ellos, Juan Charis, explicó a Efe que en plena noche llegó una motocicleta a husmear, y a la que ahuyentaron haciendo notar su presencia.

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