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“Si los hombres tuvieran la regla no sería considerado algo sucio”

Erika Irusta | Foto: Ismael Llopis

Marta Borraz

Puede que muchas estén menstruando al otro lado de la pantalla mientras leen esto. Posiblemente hayan ido a trabajar disimulando dolor, retortijones o malestar. Que nadie piense que tienen la regla. Quizás hayan olvidado en casa los tampones y le hayan pedido uno a su compañera, pero hablando bajo, casi entre susurros. Es probable que se lo hayan llevado al baño en el bolsillo o escondido en la mano. Que no se note.

“Menstruar mola, pero en esta sociedad duele”. Son las palabras de Erika Irusta, pedagoga e investigadora, que ha creado el proyecto Soy1Soy4. Una “escuela menstrual” en la que comparten conocimientos más de 300 mujeres de 40 países y que tiene su origen en El Camino Rubí, una comunidad que echó a andar en 2010 y por la que han pasado más de 4.000 mujeres (y cualquier persona menstruante aunque no se identifique como mujer) con el objetivo de romper el tabú que rodea a la regla y aprender a conocer su propio cuerpo.

¿Qué es lo que más destaca de lo que le dicen las mujeres con las que trabaja?

El sentimiento de estar loca. Es la sensación de “soy irregular, soy volátil, soy irritable, me odio, no me controlo, no sé qué me pasa”, que todas sentimos en algún momento. Todo tiene que ver con algo de una misma que pensamos que no debería de estar pasando. Pero no estamos locas, somos cíclicas y nuestros cambios hormonales provocan cambios físicos, mentales y emocionales. 

¿De dónde viene esa sensación de estar loca?

Por un lado, de la culpa. La mujer y la culpa están totalmente unidas desde el principio, es su papel en la cultura y cuando a alguien le visten con el traje de mujer lleva la culpa. Por otro lado, no conocemos nuestro cuerpo, no somos conscientes de que esos cambios existen, que no te lo estás inventando, no estás loca y no solo te pasa a ti. La mujer se siente culpable porque afirma no poder controlarse, pero el problema es que no nos lo han explicado.

Los hombres también tienen cambios, pero sobre nuestros cuerpos no se ha escrito nada que sea cierto y no lo hemos escrito nosotras. 

¿La frase “menstruar mola” no es como un anuncio de compresas en el que todo es maravilloso e irreal, a pesar de que la regla duele?

Va unida a “pero en esta sociedad duele”. Ni tú ni que menstrúes es el problema, no hay nada malo en los cambios cíclicos que vivimos. El problema es la sociedad, el sistema que no entiende el proceso. Lo importante es cambiar el entorno porque hace que sigamos pensando que nosotras somos el error. La regla es un proceso fisiológico pero leído por una determinada cultura y que nos afecta de una determinada manera por el patriarcado. No son nuestros cuerpos ni nuestra química las que nos hacen volátiles o histéricas, es la lectura cultural la que nos ha puesto en esa posición de vulnerabilidad.

¿Cómo lee la cultura la regla?

Desde la ignorancia, que proclama que la menstruación no afecta en nada y no hay ningún cambio; el negacionismo, con frases como “no existe un tabú”, “la regla es lo más normal del mundo” o el desprecio, a través de “no hace falta que hables de eso”, “ya estás con esos días”... El sistema se ordena en base a un cuerpo masculino normativo y los procesos asociados al cuerpo femenino son sucios. La manera en que vivimos nuestro cuerpo está basada en eso, por eso sentimos que no llegamos. 

¿En qué medida la regla es un tabú?

Lo es desde el momento en el que se tienen que sacar en los medios noticias y una nadadora se convierte en heroína nacional por hablar de ello. No existe información real de cómo funciona el ciclo menstrual fuera del ámbito de la clínica, por ejemplo en el ámbito educativo o empresarial. Y en la clínica la información no es buena. Nadie nos explica que la sangre menstrual nos da información como cuando hay problemas intestinales y el médico lo que hace es analizar las heces.

¿Qué ocurriría si fueran los hombres los que menstruaran?

Siempre influye la persona que hace algo: si lo hace el cuerpo privilegiado, el sistema se ordena. Creo que no sería algo sucio. En nuestro caso siempre se relaciona con la reproducción, de hecho hasta que no te baja la regla no eres mujer. Pero en su caso no solo serviría para la reproducción, sino que se destacarían momentos del ciclo en el que serían más fuertes, introspectivos etc. Posiblemente tendrían descanso porque así rendirían mucho más en el trabajo a los dos días. Nadie escribiría noticias sobre la menstruación. 

¿La regla debe doler?

La aceptación del dolor es un error y un horror. Hay que diferenciar. Cada persona tiene un umbral y depende de la sensibilidad puede doler. Pero normalmente cuando una mujer va al ginecólogo lo único que hace es darle la píldora sin analizar que duele por múltiples causas. En primer lugar, hay que descartar una enfermedad, miomas o endometriosis [los prejuicios sobre los dolores menstruales hacen que su diagnóstico se retrasen hasta ocho años de media]

Otros elementos como el estrés o la contaminación pueden provocar que tengamos una fase premenstrual dolorosa (lo que se ha dado en llamar de forma patologizante el síndrome premenstrual). El estrés, por ejemplo, genera una respuesta y entre otras cosas sube los niveles de adrenalina y cortisol, entre otras hormonas, que genera (en realidad por causas sociales) un desequilibrio químico. 

¿Tanto condicionan las hormonas?

Todo organismo tiene una química que se ve directamente afectada por el entorno y este se ve afectado por la química. Creemos que la química no interfiere, pero afecta a todos los cuerpos y no es necesario elegir entre la dicotomía biología y entorno porque son las dos cosas. Los cuerpos están afectados por las hormonas y no podemos negarlo. Yo no estoy hablando de que a las mujeres solo nos pase esto sino de que los cuerpos tienen unos procesos químicos sujetos a una lectura cultural determinada que debemos entender.

¿No es una postura demasiado esencialista que coloca a las mujeres en una posición de vulnerabilidad y asume que nos limita el cuerpo? ¿No va contra lo que ha luchado el feminismo tradicionalmente?

Creo que la experiencia vital de obviar nuestro cuerpo es un error. Sé que nuestras “madres simbólicas”, del feminismo de los años 70, tuvieron que negar su cuerpo para obtener los derechos de los que disfrutamos ahora. Pero no podemos negar nuestra animalidad. El problema es que la lectura hormonal que se ha hecho ha sido desde el masculino patriarcal. Cuando decimos si nos enfurecemos “mierda, esta no soy yo, porque soy amable y maja” es la cultura la que no te permite sentirte bien en ese papel. No estoy a favor de esa forma esencialista de “conoce tu feminidad” pero sí conoce cómo lee la cultura tus cambios químicos.

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