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El rechazo a los circos con animales se extiende por España en los últimos años

Número circense con tigres. | PACMA

Raúl Rejón

El célebre circo estadounidense Ringling dejará de existir este año. Entre las causas que la empresa adujo al anunciar hace unos días su finiquito, están “las batallas legales con grupos defensores de los animales”.

Los espectáculos a base de elefantes equilibristas o fieras domadas se han convertido en una anacronismo que ha puesto en jaque al autodenominado “mayor espectáculo del mundo”. En España, en un año, los municipios que han decidido prohibir circos que utilicen animales han pegado un salto del 65%: de unos 230 al acabar 2015 se ha pasado a 373 en 2016. Los ayuntamientos niegan los permisos para que los circos con este tipo de espectáculos acampen en sus parcelas. En dos años, la nómina se ha doblado ya que en 2014 sumaban 170 consistorios.

España está entre la minoría de países europeos cuya normativa general todavía permite todo tipo de animales en las carpas. Están prohibidos en Austria, Bélgica, Holanda, Bulgaria, Suecia, Eslovenia, Finlandia, Chipre, Portugal, Malta, la República Checa, Hungría, Grecia, Dinamarca, Polonia y Malta.

Sin embargo, el rechazo a esta manera de utilizar la fauna se está traduciendo en ordenanzas municipales que, en definitiva, evitan la puesta en escena de los ejemplares. El listado lo actualiza la asociación Infocircos que aboga por el fin del uso de animales: “La evidencia científica acumulada muestra que el impacto de los circos sobre el bienestar animal es grave”, dicen. Este fin se sustenta “por el entrenamiento [al que los someten], por los riesgos para la salud pública y la transmisión de enfermedades”, abundan.

A rebufo de las ciudades, las comunidades autónomas –competentes en materia de protección animal– están legislando en ese mismo sentido.

Cataluña fue la primera comunidad que aprobó en julio de 2015 una ley que proscribe la actuación de animales salvajes. Más o menos un año después, el Parlamento valenciano aprobó una proposición para que no se emplee la fauna silvestre. Los grupos políticos admitieron que esa práctica es “irrespetuosa” y que no tiene “valor educativo, conservacionista” o “económico”. El Gobierno autonómico está de acuerdo en modificar la ley de animales de compañía para implementar esta visión.

En Madrid, Manuela Carmena (Ahora Madrid) planteó también la prohibición de los circos con animales en la capital a través de una ordenanza. Así lo anunció en enero del año pasado, pero la iniciativa no se ha concretado aún y sigue vigente la normativa de 2001.

Muchas de las mociones locales contra los circos con animales también conminan a los Ejecutivos regionales a redactar leyes similares que se apliquen en todo el territorio autonómico correspondiente. En ese sentido, Castilla-La Mancha ha anunciado que revisará su norma (que data de 1990) para impedir el empleo de animales salvajes en los espectáculos. Aún está pendiente de materializarse. 

“Presiones animalistas”

Hace ocho meses, el propio circo Ringling dio por terminados sus números con elefantes. La empresa dijo que “las leyendas vivientes más grandes de la nación salen por última vez”. Pero mantuvieron otros animales.

La Unión de Profesionales y Amigos de las Artes Circenses cuenta que “con los cambios políticos, estamos viendo cómo las presiones de los grupos animalistas están dirigidas a los circos con animales artistas”. Y añaden: “Nos parece bien que quieran defender los derechos de los animales pero en estos grupos se filtran personas que solo buscan follón y bronca”.

La Asociación Europea de Circos (ECA) opina que “encuentros cercanos con animales pueden ayudar a comprender mejor sus necesidades y belleza. Los circos pueden hacer esto mejor que un zoológico porque los ejemplares están educados para su desarrollo físico e intelectual”. La ECA considera que utilizar animales “es una opción artística de los directores y luchamos por su derecho a tomar esa decisión”. 

Ringling cerrará sus pistas después de 147 años de funcionamiento. Además de los problemas por no poder seguir montando números basados en animales, los costes y falta de rentabilidad también han explicado su próxima desaparición. La Unión de Profesionales asegura que en España viven algo parecido: “A las dificultades normales del día a día, incomprensiblemente los Ayuntamientos no facilitan el trabajo de los circos con carpa. Al contrario solo ponen dificultades, problemas y cada vez mas impuestos para que no trabajen”. 

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