Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El papa carga ante la ONU contra la “sumisión asfixiante” a los organismos financieros

El papa Francisco, en su intervención ante la Asamblea de la ONU. / Efe

elDiario.es

La gran expectación que ha levantado la intervención del papa Francisco ante la Asamblea de la ONU ha quedado a la altura de sus palabras. Ante un auditorio que se arrancaba en aplausos cada tanto, el pontífice ha denunciado la manipulación por parte de los países de la Carta de Naciones Unidas como “un instrumento para utilizar cuando resulta favorable y eludir cuando no lo es” bajo un manto de “intenciones espureas” para disfrazar las guerras de legalidad.

En un discurso marcado por una férrea defensa y conciencia de la importancia del medio ambiente ya manifestada en su encíclica, Jorge Mario Bergoglio ha dicho que la experiencia de los 70 años de existencia -con especial mención a los últimos 15- de esta carta demuestran “tanto la eficacia de las normas internacionales como la ineficacia de su incumplimiento”.

Francisco ha reservado algunos dardos para criticar el derecho de veto de países como Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En este sentido, ha recalcado la urgencia de “conceder a los países una participación real y equitativa en las decisiones [...] que ayudará a limitar todo tipo de abuso o usura, sobre todo con los países en vías de desarrollo”, y a cortar las alas a “los organismos financieros internacionales que lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a la dependencia bajo una sumisión asfixiante a sistemas crediticios”. Por esta razón, ha argumentado, “la limitación del poder es una idea implícita en el concepto de derecho, para que ningún individuo o grupo humano se pueda considerar omnipotente, autorizado a pasar por enciam de la dignidad y los derechos de las otras personas”.

En castellano y con un tono pausado, el papa ha invitado a los países a “no limitarse al ejercicio burocrático de redactar largas enumeraciones de propósitos y metas estadísticas”. “No hay que perder de vista en ningún momento que la acción política y económica solo es eficaz cuando se la entiende como una actividad que no pierde de vista que más allá de planes y programas hay mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes”, ha afirmado.

A las personas, especialmente a aquellas con condiciones de vida más desfavorables, ha dedicado buena parte de una intervención en la que ha aludido a la dignidad, muchas veces robada, de todos los seres humanos y a tres “mínimos absolutos”: vivienda, trabajo y tierra. Tres pilares de desarrollo integral que deben marcar la agenda mundial, y también los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Su discurso, el primer plato (fuerte) de la cumbre de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible, se ha esforzado en vincular una y otra vez dos ideas: la destrucción del planeta y la exclusión social. “El abuso del ambiente va acompañado de un imparable proceso de exclusión. Un afán egoísta e ilimitado de poder y bienestar material lleva tanto a abusar de los materiales disponibles, como de excluir a los débiles”, ha afirmado, para después enumerar una a una las consecuencias dramáticas de esa desigualdad: “trata de seres humanos, comercio de órganos, explotación sexual de niños, trabajos esclavo , tráfico de armas, crimen internacional y organizado…”.

Una inequidad que, lejos de solucionarse, se agrava al caer los países en un “nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en la conciencia”. Un toque de atención más para las instituciones que deben trabajar para “ser realmente efectivas en la lucha contra estos flagelos”, porque “la multiplicidad y complejidad de los problemas exige contar con instrumentos de medida”.

En “un panorama mundial que nos presenta muchos falsos derechos”, el papa ha cargado contra “las intervenciones políticas y militares no coordinadas” -de las que “no faltan pruebas”-, envueltas de intereses de partes que ignorar los “rostros concretos que hay detrás”. Los de “mujeres y hombres, niños y niñas que lloran, sufren y mueren, que se convierten en material de descarte”, ha dicho.

Por eso, ha defendido “la solución pacífica de las controversias” entre las naciones. Un diálogo que, sin embargo, es negado en la práctica por “la tendencia la proliferación de las armas, especialmente las de destrucción masiva” en guerras que, además de negar todos los derechos, “suponen una dramática agresión al ambiente”.

No obstante, ha reservado una rendija a la esperanza con la mención al acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán como “una prueba de buena voluntad política”. “Hago votos para que este acuerdo sea duradero y eficaz y de sus frutos con la colaboración de todas las partes implicadas”, ha manifestado.

En este escenario empañado por una violencia que Bergoglio ha urgido a cambiar porque terminará “por enfrentarnos unos con otros”, se ha agarrado, haciendo gala de su argentinidad, a unos versos de Martín Fierro que dicen así: “Los hermanos sean unidos, porque esa es la primera ley. [...] Si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”.

Etiquetas
stats