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La sombra de Trump sobrevuela desde hace diez días la cumbre climática

EFE

Marrakech (Marruecos) —

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La sombra del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha sobrevolado la cumbre climática de Marrakech desde el día mismo en que se declaró su victoria en las elecciones estadounidenses y saltaron las alarmas sobre si EE.UU. abandonaría el Acuerdo de París.

Ese acuerdo es “irreversible”, “irrevocable” o “intocable”: estos han sido los adjetivos más repetidos estos días por los diferentes líderes mundiales que han pasado por Marrakech, empezando por el presidente francés François Hollande, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, o los representantes de potencias como China, India o Brasil.

Durante la larga campaña electoral estadounidense, y cuando Trump todavía llevaba las de perder, el cambio climático fue uno más de los argumentos políticamente incorrectos del magnate, calificando el fenómeno como “un cuento de los chinos” destinado a restar competitividad a las empresas estadounidenses y prometiendo que su país saldría del Acuerdo de París y retirará los fondos comprometidos.

Siendo Estados Unidos el segundo país emisor de gases contaminantes y uno de los principales financiadores tanto de las políticas de mitigación como las de adaptación (provee más del 20% de fondos mundiales), la inesperada elección de Trump sentó como una bomba entre los miles de delegados presentes en Marrakech.

Son científicos, políticos, activistas ambientalistas, médicos o líderes indígenas, que forman parte de las 25.000 personas congregadas en Marrakech para la 22 Cumbre del Clima y que llevan en muchos casos vidas enteras dedicadas a luchar contra el calentamiento global.

El discurso más emotivo y comentado estos días fue el que pronunció el miércoles John Kerry, el secretario de Estado de EE.UU. enviado por Barack Obama a Marrakech para dejar claras unas cuantas cosas: que una “abrumadora mayoría” de estadounidenses sí cree en el cambio climático y sus consecuencias, porque “son hechos y no opiniones, ni menos ideologías”.

Eso sí, Kerry no mencionó a Trump por su nombre en ningún momento, ni tampoco al Partido Republicano norteamericano (donde el tema del cambio climático nunca fue muy popular), pero sus alusiones fueron muy claras y arrancaron apasionados aplausos entre los asistentes a su rueda de prensa, muchos de ellos estadounidenses.

Una idea que sí expresó Kerry y que en los días siguientes han repetido otros líderes mundiales fue que el ejercicio del poder hace ver las cosas de otro modo que cuando se está en campaña, dando a entender que Trump podría atemperar sus opiniones, al menos en sobre un cambio climático que puede alterar “nuestra forma de vivir”.

Casi el mismo argumento repitió ayer el ministro indio de Medio Ambiente, Anil Madhav: “No debemos reaccionar sobre presunciones; nada se ha dicho todavía” por parte de Trump, dijo Madhav, y añadió que las cosas se ven de modo distinto desde dentro del gobierno.

Ni Kerry, ni Madhav, ni François Hollande ni Ban Ki-moon han querido a mencionar a Trump por su nombre en sus intervenciones de Marrakech, para no convertir la cuestión en algo personal, y más bien todos ellos se han encargado de recordar que el Acuerdo de París tiene un alcance mundial y que ningún país puede descolgarse de él fácilmente ni sin consecuencias.

Efectivamente, una eventual salida de EE.UU. del Acuerdo de París costaría legalmente cuatro años, pero el abandono de la Convención del Cambio Climático, el “paraguas” en el que están representados 195 países más la Unión Europea, podría materializarse en solo un año.

Si sucediera, eso dejaría a Estados Unidos fuera del organismo que regula todo lo que tiene que ver con el clima; sería algo así como abandonar la Unicef, la OMS o el PNUD.

Desde el día de su elección, el presidente electo recluido en su “Torre Trump” guarda un prudente silencio imposible de descifrar, y tampoco sus asesores inmediatos se han pronunciado sobre las cuestiones climáticas.

En Marrakech, sin embargo, la sombra de Trump es más alargada que la del alminar de la famosa mezquita de la Kutubiya.

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