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Los otros 'toros de la Vega' que se mantienen para promover el turismo

Toro Jubilo en el momento de prenderle fuego. Foto: PACMA

Raúl Rejón

La Junta de Castilla y León prohibió en 2016 dar muerte a lanzazos al Toro de la Vega. No ha proscrito la persecución y el hostigamiento de la res por el campo de Tordesillas sino matar a lanzazos al animal en presencia del público para terminar el rito. Se trata de una medida parcial pero que afecta al momento culminante para los defensores del evento.

En España se celebran al año más de 15.000 festejos taurinos aparte de las corridas de toros. Mientras estas últimas han ido decayendo en los últimos años, las llamadas fiestas populares, entre las que se cuenta el Toro de la Vega, han aguantado bien el tipo. Distribuidas por toda la geografía, en muchas de esas celebraciones se resguarda un trato violento a los animales. Se trata, esencialmente, de encierros masivos, toros atados a sogas y reses con la cornamenta en llamas mientras el público corre a su alrededor. Los grupos animalistas las califican directamente de “crueles” e “inhumanas”.

Toro de Coria: disparo de gracia

Se trata de un encierro en la localidad cacereña de Coria donde al toro se le suelta por las calles mientras es hostigado por los festejantes. Tradicionalmente se le lanzaban dardos mientras deambulaba por el pueblo. Cuando la res no puede más, se le ajusticia mediante un disparo de escopeta en la calle. Por ejemplo, en 2015, el toro Guapetón aguantó hora y media de encierro hasta morir disparado. Esta práctica hizo que la Guardia Civil considerase el año pasado que se podía estar cometiendo una infracción muy grave por permitir a un particular portar armas y utilizarlas en una plaza pública sin medidas de seguridad. Las fiestas de San Juan de Coria, cuyo eje central son los toros, son consideradas de interés turístico nacional.

Toro del Júbilo de Medinaceli: el pavor del fuego

Los toros de fuego o toros embolados están muy extendidos. En la localidad soriana de Medinaceli aseguran que conservan la tradición de la manera más pura. A las reses se las suelta con la cornamenta untada en líquido inflamable para que ardan durante toda la fiesta alrededor de un espacio con cinco hogueras. Se trata de esquivar y recortar al astado mientas se mueve empujado por el miedo a tener las llamas sobre la testa. El festejo se celebra a mediados de noviembre. Aunque no se remata con la muerte del animal, la tradición dicta que cuando el agotamiento lo vence, se le retira para sacrificarlo y ser usado en una comida popular. El Toro del Júbilo fue declarado de interés turístico regional en 2002.

Este tipo de celebración es muy común en el levante. Los toros embolados son muy típicos en la Comunidad Valenciana y constituyen un reducto de la tauromaquia en Cataluña en la zona tarraconense de las Terres de l'Ebre. Además del pico de estrés que produce en los toros el tener fuego encima, la reses huyen, se tropiezan y se golpean en el intento de librarse de las llamas.

Toro enmaromado de Benavente: atado hasta el sacrificio

Los toros atados por la cornamenta con cuerdas o sogas son otra de las variedades más extendidas de festejo popular. En Benavente (Zamora) se celebra uno de los más afamados. El rito es simple: se lanza un morlaco a un recorrido por las calles de la ciudad pero con la salvedad de que se le ha fijado a los pitones una larga cuerda que ase un grupo de personas para ir tirando y guiando los pasos del toro hasta el matadero. El evento ha sido declarado de interés turístico regional en 1991 y espectáculo taurino tradicional en 2000 por el Gobierno de Castilla y León.

El toro de Benavente se celebra en a semana anterior a la fecha del Corpus Christi. Este año, la semana de celebraciones comienza el próximo 23 de mayo. La res escogida para el acto central se llama Niñonazo de la ganadería de Samuel Flórez. No todas las reses utilizadas en toros atados, ensogados o enmaromados van al sacrificio directamente. Algunos ejemplares pueden actuar hasta 50 veces en una temporada.

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