Fui víctima de violencia de género y conseguí rehacer mi vida

Exvíctima de violencia de género

Héctor del Toro

Conchi Miranda vivía en Jinámar con su marido y su hija de siete años. Estaba embarazada de un bebé y sufría malos tratos desde hacía 14 años. En esa ocasión, el hombre atacó su barriga y los gritos de su hija le hicieron reaccionar.

Mucho antes, ya había denunciado. “En una de las llamadas que yo hice a la policía, me preguntaron si me había hecho sangre y, como dije que no, no vinieron; me sentí totalmente desamparada”, relata Conchi.

En otra ocasión, le preguntaron “¿y tú qué le hiciste?” Ella dijo “nada” y le recomendaron volver a su casa y no denunciarle “porque, si sin hacerle nada te hizo eso, si le pones una denuncia, ¿qué te va a hacer?”.

Corrían los años 80 y el maltrato a la mujer todavía era un secreto a voces. Conchi agradece la protección que ahora se brinda a las mujeres, pero lamenta que se haya tenido que conseguir después de que tantas hayan muerto a manos de sus parejas o exparejas.

Cuando le dejó, su marido pasó por tres fases. Primero, intentó conquistarla, “te promete que nunca va a pasar, te manda ramos de flores; todo lo que no te ha dado, te lo ofrece en ese momento”. Le llaman el síndrome de la luna de miel, por su corta duración.

Después, desempeñó el rol de víctima: “dormía en el coche, en el portal de mi casa, para que mis hijos le vieran cuando iban al colegio”. Y, por último, Conchi sufrió amenazas del tipo “verás lo mal que lo vas a pasar” o “como te vea con uno, te reviento”.

A sus 56 años, ha conseguido rehacer su vida y, desde el recuerdo, imparte charlas sobre su experiencia en algunos centros educativos junto al colectivo de mujeres Isadora Duncan.

Cree que trabajar la autoestima es fundamental, ya que en una situación de violencia de género “no te quieres, tienes miedo, tienes dudas..., parece que todo lo que te dicen los demás cae en un saco sin fondo”.

Además, Conchi se engañaba al tratar de convencerse de que sus hijos eran la principal razón para no abandonar a su pareja, “pero realmente estás colaborando para que tus hijos sufran más”.

De hecho, la profesora de los niños se compadeció de ellos por el trauma que tenían que haber pasado, pero la mayor de ambos le respondió que “yo tenía un trauma cuando mi madre estaba con mi padre, ahora soy feliz”.

Ya adulta, ha escrito un libro de cuentos junto a otros niños que vivieron escenas similares y compartieron casa de acogida. “Los niños, cuando ven al padre, quieren ver al padre feliz y cuando ven a la madre, quieren ver a la madre feliz, no quieren verlos juntos y discutiendo”, añade Conchi.

Al principio, le daba vergüenza que la señalaran como mujer maltratada, pero ha aprendido que “la vergüenza la tiene que tener él, no yo”.

Con el tiempo, ha entendido que cada palabra de aliento, ánimo y valor para que saliera del infierno de su casa, le ayudó a dar el paso hacia la felicidad que más tarde ha descubierto.

En lo que va de año, 25 mujeres han muerto víctimas de violencia de género en España y 14 menores de edad han quedado huérfanos, según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

El 016 es el teléfono de información y asesoramiento jurídico en materia de violencia de género. Es gratuito y no deja rastro en la factura.

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