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Espacio de opinión de Tenerife Ahora

¡Ayayayay, qué vacilo-o- o-ón!

Camy Domínguez

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A pesar de haber estudiado algo de protocolo, de haber tenido a mi cargo durante varios años el izado de las banderas de una institución y de mi curiosidad por algo tan curioso como es la descripción vexilológica, con ese léxico preciosista y cuasi indescifrable, siempre me han dado un poco igual las simbologías desaforadas, sobre todo cuando hay cosas más sustanciosas en que emplear el tiempo.

Confieso que a mí de siempre me gustaba la rojigualda, por sus colores así, tan intensos, y un buen día, siendo adolescente, la bordé en un suéter de punto que me hice, pero no entendí por qué una compañera de clase me dijo que yo era una facha. ¿Qué era ser una facha? ¿Qué quería decir? Se me quebró la inocencia en ese punto. Tal vez había algo que yo debía saber antes de tomar la decisión de exhibir la bandera de mi país en mi vestimenta, como harían un norteamericano o un inglés. Claro, la verdad es que algunos conceptos históricos aún no eran de mi conocimiento.

Pues como ahora no me queda más remedio que hacer horas a diario en la cola de la TF-5, mientras tanto, oigo la radio y me entero de cosas: Este pasado fin de semana, más concretamente el sábado 22 de octubre, con motivo del quincuagésimo segundo aniversario de la creación de la bandera de las siete estrellas verdes, parece ser que iban a tener lugar algunos actos simbólicos de izado en diversos puntos de nuestro Archipiélago por tal motivo. Y parece ser que el señor delegado del Gobierno, que como muchos militantes del PP que conozco “son pa’ banderas como Santiago pa’ moras” (solo hay que googlear su nombre para encontrarse con que por lo menos en un setenta por ciento de fotos aparece con banderas de fondo, especialmente la rojigualda), solicitó al juez la suspensión de esos actos de manera cautelar, alegando que el Juzgado Contencioso Nº 2 de Las Palmas ya había dictado una sentencia anteriormente prohibiendo actos similares.

Me parece mentira, con la cantidad de asuntos que hay que resolver en esta tierra, donde nos faltan carreteras para eliminar los colapsos de tráfico, donde un montón de gente pasa hambre, escasez de trabajo y de ayudas sociales, donde hay listas de espera interminables en sanidad, donde los alumnos están hacinados en las aulas debido a los recortes, donde se ocasionan a diario desahucios, donde hay a cada momento muertes por violencia de género, donde niños como Yéremi Vargas desaparecen y nadie sabe dar norte de ellos…, que un hombre hecho y derecho como parece ser nuestro delegado del Gobierno pierda cinco minutos de su precioso tiempo en colapsar más los juzgados al intentar demostrar que un ayuntamiento u otra institución ha cometido desacato al juez por izar una bandera. Me pregunto qué va a negociar con que le digan, al cabo de dos años o más, que sí. Y si le dicen que no, que no hay desacato, ¿qué va a hacer?

Ya no me extrañaría que este buen señor cualquier domingo se presente en una romería cualquiera, donde más de un mago (entiéndase dicho con todo el cariño del mundo hacia los hombres de nuestra tierra) suele ir con su bandera de las siete estrellas amarrada al cuello como la capa de Superman, y saque tarjeta roja a nuestros magos y luego se lo chive al juez…

Nuestro delegado del Gobierno alega que su objetivo es velar por el cumplimiento de la legalidad y ahí me sale sin querer un ¡oh! muy grande. ¡No lo paso a creer! Si tanto celo hay por velar por el cumplimiento de la legalidad, ¿cómo es que han dejado pasar sin velar por lo mismo aspectos tan notorios como el caso Gürtel o Bankia o los papeles de Bárcenas o tantas decenas más de supuestos casos de corrupción donde están presuntamente implicados en especial militantes de su partido? Parece como si sacaran estas pequeñeces de quicio para levantar polvaredas o para dilatar estos grandes asuntos y eternizarlos en los juzgados con tal de que se olviden.

Con esta polémica más creo que conseguir que desaparezcan los actos de ensalzamiento de la bandera lo que se logre sea precisamente el efecto contrario, porque esto es como cuando a un chico menudo le prohíbes una cosa y peor te la hace. La bandera de las siete estrellas verdes, que yo recuerde, empezó a verse tímidamente aquí y allá, como quien sale del Ach Guañac de Morera, y hoy por hoy, como mismo ha pasado con la bandera de la II República, ya se muestra con todo el descaro y saca pecho en cualquier manifestación que se precie, independientemente de que la enarbole un militante nacionalista o un estudiante en contra de la Lomce o una ama de casa de la avenida de Anaga a la que no le gustan las plataformas petrolíferas… Por cierto, esos armatostes que afean el litoral de la capital santacrucera…, ¿no se podrían cubrir con una bandera cualquiera, señor delegado, la que a usted más le guste?

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