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Breve, pero intenso

José Miguel González Hernández

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No se engañen por el título. No se trata de reproducir un ejercicio milagroso para preparar nuestro cuerpo de cara al verano. Lo que se intenta en las siguientes líneas es arrojar datos técnicos sobre determinadas proyecciones económicas para generar debate y controversia, cuando menos.

En primer lugar, hay que aclarar que existe el ferviente deseo por parte de toda la población de hacerse acreedora de la recuperación económica. Por ello, cuando alguien argumenta, con mayor o menor valor científico, que todo lo malo ha pasado, hay que esperar a que acierte. Sería poco solidario querer que se equivoque simplemente por tener razón. No obstante, el desmesurado optimismo también hay que cuantificarlo.

En la actualidad, las actuaciones relacionadas con el turismo, comercio y resto de servicios se muestran como las pertenecientes a los sectores con mayor dinamismo, haciendo que el valor añadido bruto del resto disminuya, pese a que haya incrementos netos en lo que a su actividad productiva se refiere. Desde la esfera de lo público, en determinados niveles de la Administración pública, se ha propiciado un determinado ahorro fiscal junto a un progresivo desapalancamiento de la deuda con el fin de incentivar la actividad productiva.

Hay que reconocer que empeorar menos es un síntoma de mejoría y que, en la actualidad, se está mejorando de forma neta. Por fortuna, los aspectos cualitativos de la realidad económica han cambiado pero, para acceder a un considerable cambio cuantitativo, se va a tardar algo más de tiempo porque no hay túnel que dure cien años. Ni desempleo que lo resista.

Como la economía canaria ha crecido el 3,8% interanual en el cuarto trimestre de 2016, sabiendo que la variable en materia de personas que activamente buscan empleo ha caído el 0,04% a lo largo del pasado ejercicio, haciendo una estimación con dichos datos y si trasladáramos de forma potencial absolutamente todo el crecimiento del PIB a la generación de empleo y la consiguiente caída del paro, se podrían haber gestado 30.000 empleos, con una caída de la tasa de paro hasta el 24,25%. Pero no fue así.

La ocupación creció el 1,60% (+13.000 personas), el desempleo descendió el 7,78% (menos 23.100 personas) y se colocó la tasa de paro al cierre de 2016 en el 24,90%. La realidad nos hace saber que, tomando el concepto de intensidad de empleo, siendo esta la que se obtiene de la diferencia entre la variación porcentual del PIB y la variación porcentual del empleo, se ha incrementado la productividad de la población trabajadora de Canarias en torno al 2,2%.

Ahí es donde tiene que aparecer la decisión/negociación de a dónde se dirige dicho incremento: a empleo, a salarios o a ganancias, teniendo claro que necesitamos una demanda sólida y un tejido empresarial rentable y competitivo. Debate hay, cuando menos.

José Miguel González Hernández

Economista

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