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Buenos deseos

José Miguel González Hernández

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¡Feliz 2017!, se gritaba hasta hace bien poco. De repente, nos volvemos a ver en la tesitura de hacer balance y plantear nuevos y buenos deseos para el próximo año que recién vamos a estrenar.

De este modo, cuando alguien, sea quien sea, amigo o enemigo, guapo o feo, alto o bajo, plantea un buen propósito, una línea de actuación positiva o una premonición bondadosa, hay que tener apetito para que se cumpla, porque es de bien nacido ser agradecido. Otra cosa es que veamos si será posible o imposible de cumplir. Por ejemplo, ¿quién no anhela que no haya padecimientos insalubres? o ¿quién no desea que todas las personas que lo deseen encuentren un modo adecuado de ganarse la vida? Pues todas las personas con buen corazón así lo deseamos.

Ahora bien, el problema surge si el deseo o la predicción están o no respaldados con determinadas actuaciones que obrarán a su favor o, por el contrario, se utilizan procedimientos contrarios que evitarían la consecución de la meta. De ahí que haya que establecer claramente cuáles son los parámetros de mejora para el próximo ejercicio porque, estando en un entorno de franca evolución positiva, como te quedes por debajo de la previsión acordada se grita ¡fracaso absoluto! Y es en ese momento cuando se hace explosiva la mezcla de ignorancia con la mala idea.

Por ello, para aportar algo de razonamiento lógico basado en la conceptualización teórica de la evolución de las magnitudes, a partir de ahora intentaremos establecer un determinado escenario de ocurrencia, sabiendo que la tasa de paro, según la EPA, a día de hoy en Canarias se sitúa en el 21,86% como resultado de la división entre la población parada y la población activa.

De esta forma, la tasa de crecimiento económico ha evolucionado en el 3,70% interanual en el tercer trimestre de 2017 y la población ocupada lo ha hecho en un 4,87% en el mismo periodo, lo que significaría que la intensidad de empleo para ese trimestre, calculada a través de la diferencia de la evolución porcentual del producto interior bruto y el empleo generado, ascendió a -1,17 puntos porcentuales.

Tomando en consideración este dato y suponiendo que lo mantenemos constante o caeterīs paribus, como nos gusta decir a los economistas, igual que el valor de la población activa (1.094.500 personas), para disminuir un punto porcentual la tasa de paro se ha de incrementar la ocupación en 10.987 personas (sin definición de rango temporal de ocurrencia). De esta forma, como el crecimiento económico (no solo como oferta y respuesta de inversión, sino como necesidades de demanda de mercado) es el que genera el empleo, ha de instalarse por encima del +0,17%.

No obstante, todos estos cálculos mutan si la población activa varía, de tal forma que se avanzaría más rápidamente si cayera o se alejaría el horizonte de cumplimiento si se incrementara. Y, a este respecto, hay que tener en cuenta que los flujos demográficos están correlacionados positivamente segun la evolución de la economía.

En definitiva, sabiendo que es un cálculo hecho sobre una servilleta, sin ningún valor científico más allá que el de la propia curiosidad que se te genera, no es sencilla la aspiración, pero es digna la intención de su cumplimiento, siendo trabajo de todas las partes la aportación de propuestas y soluciones en aras de un mismo objetivo: crear más y mejor empleo y anhelar una sociedad con mayor cohesión económica y social. Y no solo como deseo para el año 2018, sino por los siglos de los siglos, amén.

*Economista

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