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The Guardian en español

Otra vez, la batalla se libra en Florida: Trump y Clinton intentan conseguir el estado clave

Donald Trump en una imagen de archivo

Sabrina Siddiqui y Ben Jacobs

En la Pequeña Habana, un barrio latino muy animado que se encuentra al oeste del centro de Miami, una veintena de potenciales votantes espera su turno en una de las oficinas de campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton.

La oficina está situada entre una compañía de seguros y un centro de asesoramiento de inmigrantes. Todos los que hacen cola quieren entradas gratuitas para un concierto de Jennifer López. Las entradas se regalan con una condición: para asistir al concierto, que se celebrará este sábado en Bayfront Park, en la Bahía de Biscayne, los fans de la cantante tienen que pasar primero por una de las oficinas de campaña de Hillary Clinton.

Esta es una de las muchas estrategias originales que ha utilizado el equipo de campaña de la candidata demócrata para captar a votantes en Florida, un Estado que desempeñará un papel crucial en las elecciones presidenciales del próximo 8 de noviembre y que determinará si la próxima presidenta de Estados Unidos es Hillary Clinton o, por el contrario, el presidente es Donald Trump, el candidato del Partido Republicano.

En el interior de la modesta oficina, que está pintada de amarillo y es una de las 82 que Clinton tiene en el estado de Florida, se han colgado carteles, en los que se pueden leer afirmaciones como “Juntos se puede” o preguntas como “¿por qué construir un muro para impedir la entrada de los hispanos cuando son ellos los que han construido este país?”.

“¿Inglés o español?, pregunta uno de los voluntarios a dos hermanas que han entrado en la oficina con la esperanza de hacerse con dos entradas para el concierto. ”Español“, responden.

Azalia y Lucía Rodríguez tienen la ciudadanía estadounidense pero nacieron en Nicaragua. Ya han decidido a quién van a votar. Explican que Trump ha sacudido a la comunidad hispana de Florida con sus declaraciones.

“Si no votas, le regalas un voto a Trump”, indica Lucía, una estudiante universitaria de 19 años. “Algunos de mis familiares podrían ser deportados así que, para mi tranquilidad, no lo votaré”. Azalia, que tiene 27 años y trabaja en el sector inmobiliario, fue todavía más directa: “Soy hispana y no me gustan las afirmaciones de Trump”.

Una alta participación de los votantes hispanos podría influir en el resultado electoral en Florida. Los hispanos son uno de los grupos demográficos que más está creciendo en este Estado y tienen un peso considerable. En la oficina de campaña de Hillary Clinton, seis voluntarios atienden llamadas en inglés y en español y centran sus esfuerzos en intentar captar a posibles votantes y conseguir que participen en el proceso de votación por adelantado, que empezó el 24 de octubre.

El equipo de la campaña de Obama ocupó esta misma oficina cuatro años atrás y supo ver este cambio demográfico. Si bien en el pasado los cubanos eran los hispanos más influyentes de este barrio y votaban al Partido Republicano, el voto de las nuevas generaciones se decanta por el Partido Demócrata. En el barrio cada vez viven más hispanos que no son cubanos, y en su gran mayoría votan al Partido Demócrata.

En el año 2000, el polémico recuento de votos en Florida fue determinante para que la balanza se decantara por George W. Bush y no por Al Gore. Dieciséis años más tarde, el Estado sigue jugando un papel crucial en estas elecciones presidenciales.

Teorías de las conspiración y amaño de elecciones

Trump, que se sitúa por detrás de Clinton en otros estados indecisos, necesita los 29 votos electorales de Florida para ganar.

A tan solo 25 kilómetros, una oficina de campaña de Trump situada en West Miami estaba llena de personas; no eran posibles votantes sino voluntarios que no podían ocultar su descontento. La mayoría eran cubanos de una cierta edad y se quejaban de que estas elecciones estuvieran “amañadas”. Afirmaban que los medios de comunicación estaban a favor de Hillary Clinton y que incluso la “casta” del Partido Republicano había conspirado para que el magnate del sector inmobiliario no llegara a ser el candidato presidencial.

“Estoy aquí por Donald Trump, no por el Partido Republicano”, indicó Abraham Álvarez, un hombre de 47 años que trabaja en el aeropuerto internacional de Miami como encargado de pista y que en el último mes ha trabajado como voluntario para la campaña de Trump.

“¿Han oído a hablar del nuevo orden mundial?”, preguntó, haciendo alusión a una teoría de la conspiración que asegura que una élite global quiere asumir el control del mundo e imponer un régimen autoritario. “La casta lleva mucho tiempo urdiendo este plan”.

Los habitantes de Florida que piensan como Álvarez están convencidos de que se han amañado estas elecciones para que Clinton gane.

Es extremadamente improbable que los resultados del 8 de noviembre se parezcan a los del año 2000, cuando después de un recuento de votos en Florida que duró más de un mes y en un contexto de agrias discusiones entre los dos partidos en torno a las llamadas “papeletas mariposa”, el Tribunal Supremo de Estados Unidos tuvo que intervenir y dar la victoria a Bush. En esta ocasión, todas las encuestas dan una clara ventaja a Clinton.

Florida, sureños y demócratas

Sin embargo, los dos partidos tendrán que hacer campaña hasta el final ya que en muchos aspectos Florida es como una confederación de feudos.

El norte del Estado se encuentra situado en el epicentro del viejo Sur. Los robles están cubiertos de musgo español y los habitantes de esta zona hablan con acento sureño. El sur de Florida es tan caribeño como estadounidense y el español está tan presente como el inglés.

Entre el norte y el sur del Estado, encontramos una mezcolanza étnica: el norte de Miami, en Palm Beach y en el condado de Broward, es un enclave judío, formado por neoyorquinos que se mudaron a este Estado. En Orlando, la comunidad puertorriqueña no para de crecer, debido a la crisis económica de la isla, mientras que en The Villages hay una ciudad de 150.000 habitantes que son, en su totalidad, jubilados procedentes de otras partes del país.

Tanto Clinton como Trump han entendido que el Estado de Florida no es ni demócrata ni republicano y esta semana han recorrido el Estado en un contrarreloj hacia la jornada electoral.

El martes, Trump participó en un mitin en Tallahassee. Esta ciudad es un oasis demócrata situado en el norte del estado, mayoritariamente republicano. El hecho de ser la capital del Estado y ser la sede de la Florida State University hace que esta ciudad sea relativamente progresista.

En el acto, Trump utilizó como fondo un carro lleno de otoñales calabazas y pidió a sus seguidores que votaran por adelantado: “Ya se puede votar en Florida así que salgan de sus casas y voten. Lo que estamos logrando en estas elecciones, es inaudito”.

Los voluntarios de Trump esperaban a los asistentes en la entrada y hacían el mismo llamamiento de forma mucho más eficaz. Les entregaban los formularios para votar a distancia.

Clinton recorrió el Estado durante dos días. Hizo una parada en el condado de Broward, que en el pasado fue un feudo republicano pero que ahora es un sólido enclave demócrata, y en Palm Beach, donde se encuentra un complejo de lujo de Trump, el Mar-a-Lago.

Clinton hizo campaña en lugares que respondían a una preparada estrategia. Delante del espacio donde se celebró el mitin en Broward se encuentra un centro de votación para que los cientos de personas que asistieron a su mitin el martes pasado solo tuvieran que cruzar la calle tras el acto y votar por anticipado.

Nate Williams, un hombre de 37 años, acudió en compañía de su hija, de seis. “A mi hija no le gusta lo que Donald Trump ha dicho de las mujeres”, explicó, en referencia a la polémica cinta en la que el candidato republicano presume de manosear a mujeres sin su permiso. A su lado, su hija jugaba con una muñeca Barbie. “No sabe bien qué comentarios hizo”, explica Williams: “Lo único que sabe es que esos comentarios eran denigrantes”.

Betty Joseph, originaria de Haití y que vive cerca de Tamarac, explica que le preocupan las consecuencias que tendría un mandato de Trump. “Creo que podría estallar una guerra civil”, señala a la salida de un centro de votación, después de votar a favor de Hillary Clinton. “Él es un bocazas y nos podría dar muchos problemas”.

Clinton: “No os relajéis”

Tradicionalmente, el voto por adelantado ha sido un factor clave en Florida. En 2012, 4,8 millones de habitantes de Florida votaron antes de la jornada electoral; una cifra mucho más alta que en otros 44 estados.

Si bien los republicanos suelen llevar ventaja en la votación por adelantado, la información disponible hasta la fecha muestra que los demócratas les pisan los talones. El martes, los registrados como republicanos solo ganaban por 18.000 votos, en comparación con los 113.000 votos de ventaja que los republicanos tenían por estas mismas fechas en 2008. La participación de los hispanos en el proceso de voto por adelantado también ha sido más alta que en elecciones pasadas, y probablemente esto beneficiará a Clinton.

Los demócratas también llevan siete puntos de ventaja en lo relativo a votantes registrados, según un memorándum que ha distribuido esta semana el equipo de la campaña de Clinton en Florida.

El equipo de Clinton también ha conseguido reducir la brecha que suele separarlos de los republicanos en lo relativo a los votos por correo. Unos 421.000 republicanos ya han enviado su voto, frente a unos 406.000 demócratas.

Los analistas han hecho un promedio de varios sondeos públicos y señalan que el resultado será ajustado; Clinton aventaja a Trump por 3,5 puntos.

En un acto celebrado en Coconut Creek este martes, Clinton pidió a sus seguidores que no dieran la victoria por segura.

“Los resultados serán ajustados”, indicó desde el campus de Broward College, situado enfrente del centro donde se puede votar por adelantado. “No prestéis atención a los sondeos, no os relajéis”.

Por su parte, Trump cumplió con la agenda que su equipo le había marcado en Florida, si bien se desplazó a Washington para inaugurar un nuevo hotel. El candidato republicano es consciente de la importancia de movilizar a las bases en Florida.

El pasado septiembre, más de veinte voluntarios hacían llamadas desde una oficina situada en un hangar de aviones mientras miles de simpatizantes esperaban la llegada del ex presentador del reality Apprentice y escuchaban canciones de los Rolling Stones.

Los que apoyan a Trump siempre han considerado que la cifra de asistentes es un indicador de las posibilidades de ganar, aunque lo cierto es que hay muy poca relación entre la cifra de personas que asisten a un mitin y la cifra de los que finalmente van a votar.

Como explicaba a the Guardian Stella Bueller, de Sopchoppy (Florida), en un mitin de Trump celebrado esta semana: “Si regresas al instituto y vas a una reunión, ¿quién es el estudiante más popular? Todos saben que será el protagonista indiscutible de la fiesta de bienvenida. Estamos ante una situación idéntica”.

“Un cóctel molotov contra Washington”

Brian Ballard, el responsable financiero de la campaña de Trump en Florida cree que el candidato tiene posibilidades.

“Su candidatura ha conseguido un impulso evidente”, indicó, citando no solo sondeos internos de la campaña pero también el entusiasmo que despierta el candidato republicano, cuya presencia en Tallahassee y la afluencia de público hicieron necesario el cierre de varias calles.

Este republicano, que tiene una dilatada experiencia en grupos de presión, parece menos preocupado por la labor de Trump sobre terreno y señala que tanto el Comité Nacional Republicano como los responsables del partido en el estado de Florida y a nivel local siempre han sido el elemento crucial para que la gente se anime a votar.

Ballard citó varias conversaciones con legisladores cubano-americanos que confían en la capacidad de Trump para captar a parte de los votantes hispanos, ya que consideran que el bloque hispano no es homogéneo. De hecho, cree que Trump podría lograr unos resultados parecidos a los que obtuvo Mitt Romney e incluso un poco mejores.

Los voluntarios que trabajan en la oficina de campaña de Trump en West Miami son menos optimistas. Jorge Garces, un cubano que emigró a Estados Unidos en 1962, reconoció que el candidato republicano no siempre tiene poder de convocatoria.

“Desconozco el motivo”, explica este jubilado de 64 años: “A veces tenemos 12 voluntarios y en otras ocasiones, solo tres”.

En su opinión, los medios de comunicación no han sido imparciales al explicar la hoja de ruta de Trump hacia la Casa Blanca. Cree que los votantes de base más conservadores están mandando un mensaje a su partido.

“El Partido Republicano parece no tener un mensaje”, indica: “En mi opinión, Trump ha tirado un cóctel molotov contra Washington”. En cuanto al resultado electoral en Florida, Garces reconoce que está preocupado.

Esta misma semana, en una entrevista con la cadena CBS, Kellyanne Conway, responsable de la campaña de Trump, reconoció que “las posibilidades de ganar disminuyen si el candidato no gana en Florida”. Lo cierto es que con esta afirmación se queda corto, ya que si Clinton gana en Florida, Trump se vería obligado a ganar en todos los estados que se disputan, incluyendo algunos que suelen votar demócrata, como Pensilvania, Wisconsin y Colorado.

Complican todavía más la situación varios sondeos que muestran que Clinton lo está haciendo tan bien como Trump en estados que son claramente republicanos, como Arizona, Utah e incluso Texas. Esta situación ha hecho que el candidato republicano tenga muchos frentes abiertos y muy poco tiempo para abordarlos.

Un activista del Partido Republicano que acudió al centro de votación del Broward College y que prefirió no dar su nombre explicó que ha votado a Trump pero que lo ha hecho a regañadientes. Indicó que tras ver la larga cola que se formó en frente de las oficinas del Partido Demócrata tras el mitin de Hillary Clinton, con cientos de simpatizantes con ganas de votar, cree que la suerte ya está echada.

“Florida será su sentencia de muerte”, dijo, en referencia a Trump. “Cuando a dos semanas vista de las elecciones todavía no tienes Florida y Utah, estás acabado”.

Traducido por Emma Reverter

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