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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

The Guardian en español

El oráculo que guía a Grecia en su desesperada búsqueda de crecimiento económico 

El FMI ha proyectado que el grueso de la deuda alcanzará un “explosivo” 275% de la producción total si esta no es aliviada.

Helena Smith

Delfos —

En la larga y sinuosa carretera del drama de la deuda griega, la desilusión y la esperanza han sido las diferentes emociones a las que, alternativamente, se ha enfrentado todo gobierno. Con la crisis nacional no más cerca de resolverse que cuando estalló hace siete años, con las negociaciones con los acreedores en otro punto crítico y con Europa sumida en la incertidumbre, nunca ha habido tanta necesidad de esperanza.

“Lo que Grecia necesita es un golpe de crecimiento”, señaló a the Guardian el viceprimer ministro griego, Yannis Dragasakis, antes de una reunión del ejecutivo celebrada este lunes. “Nos reuniremos para discutir una nueva estrategia de crecimiento que se centrará únicamente en promover las inversiones y en reducir el desempleo a niveles previos a la crisis, es decir, un 8% en los próximos 10 años”, añadió.

El Gobierno izquierdista en Atenas es muy consciente de que la población está desencantada. El pasado domingo, seis de cada 10 griegos señalaron que no creen que la crisis habrá acabado en la próxima década, de acuerdo con un estudio publicado por el think tank Dianeosis. El desempleo del 23%, y cerca del 50% entre los jóvenes, es, de largo, el mayor obstáculo al optimismo.

“Por supuesto que nadie sabe lo que pasará en Europa tras el Brexit y tras la elección de Donald Trump”, explicó Dragasakis en el marco del foro económico anual de Delfos. “Pero un escenario positivo para Grecia también es positivo para Europa. Y para que eso ocurra tenemos que decir 'basta de austeridad'”.

Navegando en el colapso económico del país, todos los gobiernos de Atenas tras la crisis han intentado en algún momento cambiar la narrativa desviando la atención hacia el desarrollo y el crecimiento. Pero la administración de dos partidos del primer ministro Alexis Tsipras ha ido un paso más lejos: ha acudido al Banco Mundial para un préstamo de 3.000 millones de euros para financiar políticas y programas de empleo.

Esta decisión pone de relieve la desesperación de un Gobierno que afronta cada vez mayores índices de pobreza. La semana pasada, el Instituto de Colonia para la Investigación Económica afirmó que la pobreza en Grecia, un país rescatado tres veces, aumentó un 40% entre 2008 y 2015, el mayor incremento, de lejos, en cualquier país europeo.

A Tsipras se le ha dicho que tendrá que implementar más reformas en el mercado laboral y más recortes a las pensiones y a los impuestos de la renta si Grecia pretende lograr de forma realista un superávit primario (sin tener en cuenta el pago de intereses) del 3,5% una vez vencido su actual programa de rescate, en agosto de 2018. El país se enfrenta en julio a unas devoluciones de deuda de 7.000 millones de euros y, con sus arcas prácticamente vacías, podría ser incapaz de evitar el impago y la salida del euro, si es que no llegan nuevos préstamos.

La posibilidad de nuevos ajustes, cuando las pensiones ya han sido recortadas en 12 ocasiones y algunos jubilados están sobreviviendo con poco más de 300 euros al mes, ha exacerbado la sensación de pesadumbre en el Estado miembro más débil de la eruozona.

“Tendremos que aceptar –admitió Dragasakis– incluso si tales demandas son totalmente irracionales”. El viceprimer ministro indicó que el verdadero problema de Grecia es que se ha visto principalmente atrapada en una fea disputa entre sus acreedores sobre qué hacer con el peso de una deuda cercana al 180% del PIB. El FMI ha proyectado que si no se alivia al menos una parte, el grueso de la deuda alcanzará un “explosivo” 275% de la producción total griega. Alemania, el país que más ha aportado a los fondos de rescate, se opone categóricamente a esta solución.

“Por eso no hemos completado la revisión”, declaró Dragasakis en relación al informe del progreso que Atenas debe concluir para asegurarse más asistencia.

El Gobierno griego ha sido acusado de retrasar de forma deliberada la implementación de las reformas. “Este Gobierno no realizará las reformas porque no cree en ellas”, asegura el principal líder de la oposición, de centroderecha, Kyriakos Mitsotakis, en el foro de Delfos.

Como en la antigüedad, cuando los reyes, los guerreros y los filósofos llegaban a Delfos en tiempos de incertidumbre para consultar a la pitonisa o a las profetas sobre su futuro; políticos, gurús de políticas públicas, economistas y académicos se reúnen anualmente en el lugar que una vez fue el centro del mundo para debatir los problemas de Grecia.

“Lo que necesitamos es un plan maestro y una visión que nos saque de esta crisis”, explica Nikos Xydakis, exministro de Asuntos Europeos que ahora es el portavoz parlamentario del partido en el gobierno, Syriza. “Un plan maestro en términos financieros pero también una visión para una nueva identidad para los griegos una vez termine la crisis”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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