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Los líderes de Medio Oriente cruzan el mar Rojo para cortejar a los países del este de África

Turquía es uno de los protagonistas del nuevo eje Oriente Medio-Este de África.

Jason Burke

Para los que deben trasladarse cada día en Nairobi, el verano ha causado más inconvenientes de lo habitual. Además de las protestas, de los accidentes y de las intensas lluvias que a menudo paralizan la capital de Kenia, la ciudad se ha cerrado por completo casi todas las semanas por la visita de importantes personalidades del extranjero. Según el editor y periodista Charles Onyango-Obbo, “la gente está molesta… pero a algunos les gusta”. “Tenemos la sensación de que, finalmente, estamos volviendo a tener un rol protagónico”.

Muchos de los visitantes provienen de EEUU, China y otros países tradicionalmente importantes en la región, pero cada vez es mayor el número de visitantes de Oriente Medio. Sus visitas acentúan el giro inesperado en la batalla centenaria entre las potencias extranjeras para obtener influencias, mercados, recursos y medios militares en esta estratégica parte del mundo.

A lo largo de cinco semanas entre junio y julio, Kenia fue visitada por ministros iraníes, por delegaciones en representación de las monarquías del Golfo Pérsico y por los líderes de Turquía y de Israel. Otros países del Este africano recibieron casi la misma cantidad de funcionarios de alto nivel.

A los analistas les cuesta entender el posible efecto del nuevo interés de Oriente Medio, pero está claro que causará problemas en la diplomacia y política locales similares a los que ya ha causado en el tráfico. Esta nueva ola de interés reformulará las alianzas, determinadas por intereses geopolíticos de naciones a miles de kilómetros de distancia; por conflictos y rivalidades; y por los intereses de las comunidades locales. Las nuevas alianzas también pueden menoscabar la influencia y los planes de Occidente.

Según Ahmed Soliman, experto en la región del Cuerno de África en el centro de estudios londinense Chatham House, “hay un nuevo e importante nivel de compromiso”,

El cambio es el resultado de varios factores: el frío desenlace de la Primavera Árabe, la guerra civil en Siria y, en especial, el conflicto en Yemen. La combinación de los tres ha impulsado a los estados de Oriente Medio a mejorar su posición a través de alianzas, relaciones comerciales y culturales con otras naciones que no fuesen sus vecinos más cercanos. También han contribuido las rivalidades, mayores cada día, entre los suníes de Arabia Saudí y los chiíes de Irán; las presiones económicas sobre algunos estados en particular; y la llegada de nuevos presidentes deseosos de dejar un legado reconocible.

Según los expertos, China está siendo más cautelosa que en el pasado; EEUU está distraído; las Naciones Unidas, sobrepasadas; y la Unión Europea, débil. Se ha abierto así un espacio de oportunidades comerciales que hacen aun más atractiva la región, desde el cultivo de melones hasta la construcción de puertos.

Este cambio no es necesariamente una buena noticia para el Reino Unido y otros países de occidente. “Al enfrentarse con sus propios conflictos, los países del mundo islámico han decidido ocuparse de sus propios intereses en el Cuerno de África. Uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos de manera colectiva es ver si la preocupación de los países occidentales en la lucha contra el terrorismo, en un buen gobierno y en el crecimiento económico podrá o no encontrar puntos en común para mantener el impulso hacia la estabilidad y la coherencia”, escribió recientemente Alexander Rondos, representante especial de la Unión Europea para el Cuerno de África.

Turquía, en el centro de la jugada

Turquía es uno de los actores principales en la nueva batalla por las influencias. El presidente Recep Tayyip Erdoğan dirige personalmente la campaña y ha centrado su atención en Somalia, el golpeado y fallido estado que ha visitado tres veces. Entre los beneficios inmediatos hay contratos de gran importancia para empresas turcas; una relación cercana con los políticos y funcionarios poderosos de Somalia que comparten con el líder turco una ideología islamista moderada; y la respuesta positiva de las autoridades cuando les pidió cerrar las escuelas asociadas a Fethullah Gülen, el clérigo islamista residente en EEUU al que Erdoğan culpa por el intento de golpe de estado en julio

Según Sinan Ülgen, experto del Carnegie Europa en Estambul, los objetivos principales de Turquía son más ambiciosos: “Turquía quiere ser reconocida como defensor de aquellos que profesan la religión islámica y son acosados por ello en todas partes del mundo. Se trata de mejorar su 'poder blando' y su imagen. Turquía se ha convertido en uno de los mayores proveedores de ayuda humanitaria del mundo. Esa es una característica valiosa. Lo que se ha hecho en Somalia no queda solo en Somalia”.

Pero Turquía tiene competidores. Los Emiratos Árabes, motivados por sus propias preocupaciones respecto a la seguridad, también se mueven con rapidez para establecer su influencia en el Este de África. Si Turquía apoya a la alianza gobernante en las próximas elecciones de Somalia, los Emiratos Árabes parecen estar a favor de la oposición.

Según un veterano veedor de los asuntos de Somalia, que reside en Kenia, “aún no se ha reconocido fuera de la región, pero son los estados de Oriente Medio los que tendrán una verdadera influencia en las encuestas electorales, y no los EEUU, la ONU, la UE o el Reino Unido”.

Otra novedad que está revolucionando el status quo de la región es la construcción por parte de los Emiratos Árabes de puestos de avanzada, con la apertura de una importante base militar en Eritrea, aislada desde hace tiempo. Esto podría acelerar la lenta reintegración del represivo y secreto país a la comunidad internacional, o podría provocar todo lo contrario.

El enfrentamiento con Irán

Luego está Arabia Saudí, bajo el reinado de Salman. En los últimos años, se ha enfriado la relación del reino con EEUU, iniciada hace varias décadas, y se ha intensificado su rivalidad con Irán. Cuando estableció una alianza militar contra los rebeldes hutíes en Yemen (aliados de Irán), el reino obtuvo el apoyo de varios estados del Este de África.

A principios de año, Somalia y Sudán dejaron atrás las alianzas con Irán para establecer nuevos lazos con Arabia Saudí. En cuestión de horas, Somalia recibió ayudas de Riad por un valor de 50 millones de dólares. Sudán, país sobre el que pesan grandes sanciones, tal vez haya obtenido miles de millones, un sustento financiero vital.

Según Soliman, “lo que estamos presenciando es un cambio en la agenda política de los actores principales del Golfo Pérsico”. “La relación tiene un contexto histórico pero ahora se ve (a la región) como a los 'vecinos cercanos', como una importante esfera de influencia”.

Los empresarios saudíes también tienen un papel importante. En Etiopía, centro neurálgico de la economía regional, hay varios importantes hombres de negocios saudíes. En los últimos años, la cantidad de estudiantes provenientes del Este de África estudiando en Arabia Saudí también ha aumentado de manera notable.

Además, está el poder de los grupos religiosos saudíes que, durante décadas, han financiado mezquitas y escuelas religiosas por toda la región. Muchos los culpan de difundir una corriente del islam más severa e intolerante, el llamado wahabismo. Esta es una de las mayores preocupaciones de Occidente y de unos cuantos representantes locales. 

“Arabia Saudí y otros estados del Golfo Pérsico han desarrollado relaciones nuevas y específicas con Sudán, Somalia y Eritrea. Esto ha generado la reacción de países como Etiopía y Kenia, que ven esta inclinación hacia el Golfo Pérsico como la pérdida de su influencia, así como también una mayor amenaza de la radicalización wahabí en la región”, escribió Rondos.

El papel de Israel

Israel es uno de los más activos en el Este de África. Benjamin Netanyahu, el conservador primer ministro, ha encabezado la campaña para mejorar las relaciones en toda África y en particular en el Este, donde ha reforzado sus lazos con antiguos aliados, como Kenia.

Según Nimrod Goren, del Instituto Israelí para las Políticas Exteriores de la Región, la campaña de Israel en África forma parte de un deseo más amplio de buscar aliados “no tradicionales”. El reciente reconocimiento de que las naciones africanas podrían ser una fuente de apoyo en la ONU (y no una oposición inevitable) es un factor clave. Según Goren, “no es un fenómeno nuevo que las potencias de Medio Oriente estén organizándose en África. Lo que es un fenómeno nuevo es que Israel también puede entrar al juego”.

La semana pasada, el periódico israelí Haaretz publicó que Israel estaba presionando a EEUU y a Europa para mejorar las relaciones con Sudán tras su cambio en contra de Irán. 

Aunque la nueva dinámica está cambiando la región, los comentaristas políticos advierten que los actores principales, China y EEUU, aún no se pueden descartar. Onyango-Obbo cuenta que durante 10 años ha estado “pasando por delante de la embajada de Estados Unidos de camino al trabajo. Las colas para obtener visas son siempre largas. Hasta que no consigan que todos los otros países tengan colas tan largas, no van a ganar”.

Traducción de Francisco de Zárate

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