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The Guardian en español

Mélenchon devuelve a la izquierda a la primera línea de las elecciones francesas

Mélenchon junto a Yanis Varufakis en la fiesta del PC francés.

Kim Willsher

¿Se pondrá en pie el verdadero Jean-Luc Mélenchon? Este martes, el candidato y estrella emergente de las elecciones presidenciales francesas aparecerá en la ciudad de Dijon. A la vez, un holograma en tres dimensiones del veterano político de izquierdas brillará en otras seis ciudades francesas. Puede que literalmente no esté presente, pero a tan solo unos días del disputado liderazgo de Francia, JLM estará intentando demostrar que su programa tiene más sustancia de lo que puede sugerir su apariencia etérea.

En unas elecciones donde acontecimientos históricos y sin precedentes se han convertido en algo normal y corriente, el auge espectacular de Mélenchon ha cruzado una nueva línea. Los sondeos aseguran que es un rival serio del candidato de Los Republicanos François Fillon, que actualmente está en tercer lugar. Quién sabe si puede ir más allá.

Los favoritos a llegar a la segunda vuelta de las elecciones el 7 de mayo siguen siendo la candidata de extrema derecha del Frente Nacional, Marine Le Pen, y el candidato independiente de centro Emmanuel Macron. Pero con hasta un tercio de los 47 millones de votantes franceses indeciso y otro 30% tan desilusionado con la política nacional que afirma que se abstendrá, todas las posibilidades están abiertas.

Hace dos meses, cualquier sugerencia que afirmase que Mélenchon, presidente de La France Insoumise, podría ser un serio candidato al Elíseo, hubiese sonado ridícula. Ahora no es ninguna broma. En algunas encuestas, la popularidad de Mélenchon está al nivel de la de Fillon, asediado y castigado por los escándalos de corrupción. En otras, se sitúa por encima del candidato conservador.

El periódico Le Monde afirma que Francia se encuentra en la inusual situación de tener cuatro candidatos presidenciales de los cuales cualquiera de ellos podría ganar. Como Le Pen, Mélenchon llama a los votantes jóvenes con sus mítines en forma de hologramas, sus mensajes electorales optimistas y su estilo directo en los debates de televisión.

Les Echos, el periódico económico francés, describió a Mélenchon como “la nueva amenaza francesa”. Si gana, Mélenchon aumentaría considerablemente el gasto público, en parte a través de instaurar un nuevo tipo impositivo del 90% para el tramo de ingresos superiores a los 400.000 euros anuales. Quiere renegociar los tratados de la UE y salir de la OTAN, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, todos considerados por La France Insoumise como instrumentos de un capitalismo globalizado fracasado.

El candidato respondió la semana pasada a las advertencias terribles sobre lo que supondría votar por él con su estilo habitual: “Una vez más, afirman que mi victoria electoral desencadenaría un invierno nuclear, una plaga de ranas, un despliegue de tanques del Ejército Rojo y un aterrizaje de venezolanos”, publicó Mélenchon en su blog.

JLM ya ha estado aquí antes. En 2012 estaba tercero en las encuestas con un 17% de los votos a tan solo dos semanas de la primera vuelta. Finalmente obtuvo un 11,1% de los votos.

“No creo en el voto táctico”

Manuel Bompard, jefe de campaña de Mélenchon, señala a the Observer que esta vez “es muy optimista”. “Vemos que todos los escenarios son posibles para la segunda vuelta. Hemos estado trabajando en nuestra campaña durante 14 meses y ahora estamos recogiendo los beneficios. Es un momento preocupante para Francia y la gente quiere agarrarse a algo firme en la tormenta. Este es el principal atractivo de Jean-Luc Mélenchon”.

Bompard desecha la idea del “voto útil”, por el cual los votantes eligen a un candidato por el resultado en la segunda vuelta –en este caso, para acabar con Le Pen– más que por las convicciones políticas personales. El jefe de campaña asegura que no hay nada que temer de Mélenchon, excepto el mismo miedo. “No creo en el voto táctico: la gente debería apostar por sus corazones y sus convicciones. La situación en Francia no es muy tranquilizadora, ¿qué hay que temer de Jean-Luc Mélenchon? Él está proponiendo una respuesta razonable a los problemas del país”.

El jefe de campaña niega que Mélenchon esté asustando a los votantes con su retórica antieuropea. “Estamos muy unidos al proyecto europeo. Pero todos sabemos y hemos visto en el continente que la gente quiere cambio. Si seguimos por el camino en el que estamos y si no actuamos con determinación, acabaremos con este ideal”.

De trotskista a socialista y a antisistema

Nacido en Marruecos, Mélenchon, divorciado y padre de un hijo, se niega a hablar de su vida privada. Sus padres se separaron y se mudó a Normandía cuando tenía 11 años. Posteriormente estudió Filosofía y fue un estudiante y activista trotskista antes de trabajar como profesor de francés y periodista. Se afilió al Partido Socialista en los 70 y fue elegido al Senado en 1986, convirtiéndose así en el miembro más joven de la Cámara Alta.

Marie-Cécile Naves, analista política, señala que Mélenchon se describe a sí mismo como un candidato fuera del sistema pero que, de hecho, está más que familiarizado con los pasillos del poder de Francia. “Jean-Luc Mélenchon es un veterano en la política francesa: ha estado presente durante mucho tiempo, ha sido ministro y eurodiputado, pero está forjando su imagen como un revolucionario. Dice lo que quiere, es un orador excelente y, al fin y al cabo, no tiene nada que perder. ¿Realmente quiere gobernar el país? Esa es otra pregunta”, sostiene Naves. “Mélenchon atrae al votante enfadado con Europa, con el sistema bancario, con las desigualdades y que quiere darle la vuelta a las cosas”.

Naves asegura que, con cuatro candidatos favoritos, es muy difícil prever el resultado de las elecciones. Pascal Perrineau, presidente del instituto de investigación de la Universidad Sciences Po, Cevipof, coincide con Naves. Perrineau se niega a hacer un pronóstico de lo que podría pasar el próximo domingo, afirmando que la campaña es demasiado volátil: “No olvides que Francia es un pueblo que corta cabezas. Ya lo hicimos. Literalmente”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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