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The Guardian en español

El matrimonio Macron, la igualdad y la hipocresía

El peculiar romance del ministro francés de Economía y su profesora de lengua

Zoe Williams

No tengo muchas ganas de hacer un análisis feminista del matrimonio de Emmanuel Macron, el último candidato en pie no fascista para las próximas elecciones. Sin embargo, la repugnancia incomprensible del periódico the Daily Mail lo ha hecho necesario. “¿Cómo voy a hacer que el mundo me tome en serio si piensan que soy un niño de mamá con una mujer 25 años más mayor que yo?”, escribe para este diario Jan Moir en un intento de representar la voz interior del candidato.

Esta idea se desecha de forma relativamente fácil: los hombres no necesitan tener autoridad sobre sus esposas para que se les tome en serio, excepto en Los Soprano y en el siglo XII. Uno de estos días, todo el periódico se dará cuenta lo cercana que es su actitud con la del ISIS y lo blando que es con estos terroristas medievales.

Aun así, esta relación es complicada desde un punto de vista de género relativista. Si la señora Macron fuese un profesor de teatro que deja su matrimonio por una alumna a la que conoció cuando tenía 15 años, entonces, y aunque hubiesen esperado hasta que ella (la hipotética estudiante) cumpliese 18 años, como hizo el matrimonio Macron, el feminismo todavía tendría algo que decir.

El doble golpe de ser mucho más mayor que ella y de estar en una posición de autoridad crea una relación desequilibrada. Feministas estilo Delia Smith, moderadas y con sentido común, dirían que después de dos décadas juntos se puede confirmar que sus sentimientos son auténticos y no el resultado de una especie de obsesión sexual con la autoridad por un lado y una naturaleza controladora por otro. Pero el estilo más duro y radical de feministas como Nigella rechazarían absolutamente la relación sobre la base de que una relación concebida en desigualdad nunca puede encontrar su equilibrio.

Para pasar por alto todo ese asunto de la desigualdad y dado que en este caso los roles de género están invertidos, uno debería considerar que una mujer no puede ejercer poder sobre un hombre, independientemente de su edad y su posición. La arquitectura social de las relaciones heterosexuales, combinada con la endémica discriminación por edad en la forma en que se percibe la sexualidad y el atractivo femenino significa que ser mayor, como mujer, no es una ventaja. Al contrario, te convierte en la parte más débil, dado que él es un macho semental y ella está mayor. Tampoco me preocupa demasiado esa lectura, porque está claro que la mujer puede estar perfectamente en una posición de ventaja.

Lo que hay que reconocer es que la igualdad a veces tiene objetivos contrapuestos: la coherencia es importante, por lo que si rechazarías una relación con mucha diferencia de edad desde un lado, al menos deberías considerar por qué no la rechazarías si fuese al contrario. Sin embargo, la discriminación por edad también es importante, por lo que deberías alegrarte de que Macron se haya rebelado contra la peligrosa visión generalizada de que el atractivo de una mujer está determinado por su proximidad a los 18 años. Yo voy a tirar por: “El corazón quiere lo que quiere”. Vivimos en tiempos vertiginosos y todos tenemos fascistas contra los que combatir.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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