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The Guardian en español

Un tribunal ultraortodoxo pone en duda la condición de judíos de miles de ciudadanos israelíes

Planes para permitir a las mujeres rezar en el Muro de las Lamentaciones junto a hombres han creado gran controversia en Israel

Peter Beaumont

Jerusalén (Israel) —

Reut T., una secretaria israelí de 28 años, acude a la sinagoga cada semana y se concibe a sí misma como judía practicante y tradicional. Así que acabar con su judaísmo cuestionado cuando acudió a casarse fue para ella un proceso inesperado y humillante.

La noticia le llegó por sorpresa, de la mano de una citación a un tribunal rabínico. No sólo se le impedía casarse en el rabinato, sino que su estatus judío iba a ser sometido a escrutinio, en un caso que ahora está siendo desafiado por la corte suprema de Israel.

Reut –que prefiere no ser identificada para evitarle más problemas a su familia– no está sola. Según datos analizados por The Observer, ella es solo una de un número cada vez mayor de ciudadanos israelíes que, a pesar de ser reconocidos como judíos ante el Estado, han visto cómo su judaísmo era cuestionado por un rabinato oficial que, además, tiene el monopolio casi exclusivo de los matrimonios y otros asuntos.

Hasta ahora esta situación era poco común y afectaba únicamente a algunos israelíes, pero esto ha cambiado bajo el nuevo y estricto Gran Rabinato, dominado por el sector ultraortodoxo. Según el grupo ITIM: Resources and Advocacy for Jewish Life (Recursos y Defensa de la Vida Judía), una organización sin ánimo de lucro, que actualmente representa a Reut y a otras familias, el rabinato ha convocado a decenas de personas en los últimos dos años para ser sometidas a una investigación que pruebe su estatus judío.

Según datos obtenidos por el grupo mediante la ley de transparencia, el número de personas cuyo estado ha sido calificado como “pendiente de comprobación de estatus judío” ha aumentado en un 100% entre 2011 y 2015. En el mismo periodo de tiempo el número de personas que han sido rechazados por los tribunales rabínicos por ser “no-judíos” ha aumentado en un 460%. Muchos de los afectados optan por mantener en secreto su experiencia, por miedo a que familiares acaben siendo víctimas de la misma situación “vergonzosa y dolorosa”, como la describe Reut. “No hay palabras para describir el daño personal y emocional que crea esta situación”, sostienen los abogados del ITIM.

Este aumento está enmarcado en un conflicto cultural más amplio en torno a qué significa ser judío y a quién puede definir el judaísmo entre el Gran Rabinato dominado por los ultraortodoxos, grupos israelíes menos radicales, y la amplia diáspora judía. Esto ha llevado, entre otras cosas, a un choque este año sobre planes para permitir que hombres y mujeres oren juntos en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén.

También se ha publicado una supuesta “lista negra” de 160 rabinos a nivel mundial en los que el rabinato no confía para comprobar el judaísmo de los inmigrantes en Israel: entre los nombres en la lista se encuentra el rabino estadounidense que supervisó la conversión al judaísmo de Ivanka Trump.

El problema de Reut es que llegó a Israel con tan sólo diez meses desde la antigua Unión Soviética, nieta de una superviviente del Holocausto que fue adoptada por una pareja no judía, que le hacía comentarios antisemitas. Esta experiencia dejó huella en su abuela, dijo Reut, y después de escapar en la adolescencia de sus padres adoptivos decidió esconder que era judía en los documentos de la Unión Soviética, una decisión que ahora persigue a su familia.

“Cuando decidí casarme sabía que iba a tener que pasar por un proceso de registro, así que me puse en contacto con una organización religiosa que ayuda con el papeleo”, dijo a The Observer. “Uno de los rabinos dijo que iba a ser problemático porque no teníamos el certificado de nacimiento de mi abuela, pero que intentarían encontrarlo en los archivos”.

Pero este proceso llevó a que tanto Reut como su madre y su hermano fuesen registrados como “no judíos” por el rabinato.

El rabino Seth Farber, director del ITIM, dice que es una cuestión de cómo se define el judaísmo en Israel, y de cómo el rabinato está usando esto para decidir sobre el judaísmo en relación con la finalidad de obtener la ciudadanía, especialmente para los casi un millón de judíos de la antigua Unión Soviética que llegaron a Israel amparados por un derecho de retorno administrado por el Estado.

“Un pequeño grupo está imponiendo sus ideas fundamentalistas sobre la población inmigrante de Israel. Durante los primeros 50 años del Estado no era más que una formalidad. Tú te definías como judío y traías contigo a testigos que afirmaban que eras judío. Pero conforme el rabinato fue haciéndose más poderoso e independiente, y al mismo tiempo que la tecnología lo permitía, dejó de ser una cuestión de confianza.

“Se creó un departamento entero para comprobar documentaciones que se transformó, hace siete años, en la redacción de todo un manual. Esa fue la primera vez que se publicó un libro así. Esto llevó a la última novedad, el inicio de las investigaciones sobre judaísmo, un proceso que se intensificó desde 2015. Parece que ahora no sólo están investigando a gente que se registra para poder casarse, sino que están volviendo a verificar el judaísmo de gente ya casada si encuentran cualquier indicio de sospecha”.

El rabino vincula estas decisiones del Gran Rabinato y de tribunales al gobierno de coalición del país, que ha permitido que ejerzan una influencia desproporcionada los pequeños partidos ultraortodoxos que apoyan el gobierno de derechas del primer ministro Benjamin Netanyahu.

La experiencia ha sido humillante para Reut. “Me siento como una ciudadana de segunda clase. Es totalmente ridículo que siendo una ciudadana israelí que va a la sinagoga cada semana no me dejen casarme simplemente porque alguien ha decidido poner en duda mi judaísmo”.

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