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The Guardian en español

Un programa educativo rescata a un joven de la red de ISIS

Jóvenes iraquíes en 2011 tratando de derribar un muro de la Zona Verde controlada por EEUU

Joanna Walters

Nueva York —

Abdullahi Yusuf tenía una crisis de identidad. Culturalmente desarraigado de la vida familiar de sus tradicionales padres somalíes y de su vida escolar en Minnesota, el adolescente musulmán siguió una senda que lo llevó hasta la propaganda terrorista en Internet.

En 2014 lo arrestaron cuando estaba a punto de subirse a un avión en el aeropuerto de Minneapolis. El viaje tenía como destino final Siria, donde planeaba unirse al Estado Islámico (ISIS).

El caso de Yusuf era uno más dentro de un patrón poco común, pero no completamente desconocido: el de los hijos de familias inmigrantes en América del Norte y Europa que se sienten separados de la sociedad. Unos pocos de ellos, un grupo pequeño pero preocupante ponen rumbo a la yihad.

Aunque parecía un poco demasiado tarde para Abdullahi Yusuf, su historia tuvo un desenlace inusual. Los jóvenes extremistas como él suelen terminar muertos en la zona de conflicto o cumpliendo largas condenas en sus hogares. Pero a Yusuf, de 21 años, un juez lo dejó en libertad en noviembre y le permitió regresar a la casa de sus padres en un barrio de las afueras de Minneapolis.

En este extraordinario caso, Yusuf está siendo integrado de nuevo en la sociedad tras cumplir con un programa especial de “rehabilitación ideológica”. El último año vivió en un centro federal de reinserción social leyendo filosofía, biografías y literatura; escribiendo poesía y ensayos; y reflexionando sobre su vida, sus opciones y su futuro. Allí también le animaban a que debatiera con mentores y líderes comunitarios musulmanes.

Según Jean Brandl, uno de los abogados de su equipo de defensa, “fue un programa de desradicalización que básicamente se fue creando a medida que Abdullahi avanzaba”.

Yusuf se declaró culpable de apoyar a una organización terrorista extranjera y testificó en contra de amigos durante un importante juicio a un grupo de norteamericanos somalíes convertidos al ISIS en 2016 en Minneapolis. Pero otros que admitieron haber cometido un delito y aportaron pruebas para la acusación fueron condenados a largas penas de prisión.

Sólo Yusuf fue considerado lo suficientemente fiable como para su liberación, después de dos años encarcelado a la espera de juicio, tras doce meses en el programa de asistencia sociopsicológica. Será vigilado de cerca por las autoridades durante los próximos 20 años y tiene restricciones para usar Internet. Aspira a ir a la universidad.

Como dijo Brandl a the Guardian, “su transformación ha sido increíble”. “Pasó de ser un niño malhumorado y cerrado a un joven realmente abierto, cálido, inteligente, reflexivo e introspectivo, capaz de reconocer por qué se sintió atraído por el ISIS y por qué hay tantas otras posibilidades para él”.

Los principales expertos en extremismo creen que debería prestarse más atención a la rehabilitación como una opción para lidiar con terroristas locales en ciernes. También advierten de los peligros que implica ignorar el potencial de estos programas.

Intervención contra el extremismo

Según Daniel Koehler, miembro de la George Washington University y director del Instituto Alemán de Estudios de Radicalización y Desradicalización, “desafortunadamente, Estados Unidos está unos 20 o 25 años por detrás de los países europeos en la creación de este tipo de redes y programas; la intervención para contrarrestar el extremismo violento está realmente ausente”. A petición del juez y antes de la sentencia, Koehler viajó a Minneapolis en el caso de Yusuf para evaluar al acusado y su riesgo de reincidencia.

El tribunal prohibió a Koehler dar detalles del caso pero pudo hablar con the Guardian sobre sus preocupaciones generales. “Todos los signos que he visto en Estados Unidos hablan de un aumento masivo en el extremismo local”, dijo.

Las cifras son minúsculas, teniendo en cuenta que representan a una pequeña parte dentro de una población musulmana de 3,3 millones de personas en Estados Unidos. Pero los expertos están preocupados.

Koehler se refirió al programa en extremismo de la George Washington University, que estudia los casos penales relacionados con ISIS en Estados Unidos. Según él, el programa registró 61 detenciones relacionadas con el terrorismo en EEUU a lo largo de 2015 (el mayor número anual desde el 11 de septiembre de 2001) y destacó que, desde marzo de 2014, había habido 147 acusaciones y 88 condenas por delitos relacionados con ISIS.

Pero a Koehler le preocupa lo poco que se está haciendo para evitar la radicalización o para reeducar a los individuos ya radicalizados cuando son capturados financiando al EI, tratando de unirse a los terroristas o planeando ataques dentro de Estados Unidos.

En 2014 y bajo el gobierno de Barack Obama, en Boston, Los Angeles y Minneapolis pusieron en marcha tres proyectos para explorar la posibilidad de rehabilitar ideológicamente a personas como Yusuf. Pero, según Koehler, apenas acaban de comenzar y sus perspectivas de futuro son dudosas bajo el mandato Donald Trump.

Los programas europeos de reeducación contra el extremismo comenzaron en Alemania y Escandinavia a principios de los noventa para lidiar con los supremacistas blancos de la extrema derecha. Ahora, esos proyectos oficiales se han adaptado para tratar de devolver a la sociedad a los islamistas violentos, o a aquellos que iban en esa dirección a toda velocidad.

Una estrategia basada en la prevención

Gran Bretaña adoptó la estrategia gubernamental Prevent, diseñada para intervenir a tiempo en cuanto se detectan los primeros signos de radicalización, aunque sus críticos creen que se trata de una vigilancia comunitaria estigmatizadora. Pero no hay programas oficiales de “rehabilitación” para los que siguen adelante en el extremismo y son condenados por crímenes.

Para Koehler, en la rehabilitación ideológica son esenciales las terapias familiares como la llevada adelante por la británica Familias para la Vida, una organización no oficial iniciada por Nicola Benyahia después de que su hijo se radicalizara y muriera luchando por ISIS en Siria. En Sri Lanka hay un programa de desradicalización y en Arabia Saudí hay muchos que dicen tener éxito.

Pero según Jessica Stern, autora del libro ISIS: The State of Terror (ISIS: el estado del terror) y profesora de la Universidad de Boston especializada en terrorismo, no hay una investigación fiable que evalúe el desempeño de estos programas. “Los saudíes han informado de una muy baja reincidencia pero también han tenido algunos fracasos importantes y nunca han publicado sus datos para ser revisados. Además, tienen estrategias que no se pueden imitar en otros lugares, como encontrar una esposa a los hombres, comprarles un coche o conseguirles trabajo”, dijo.

Los expertos están mirando de cerca y con gran interés el caso de Yusuf, considerado el primero de su tipo en Estados Unidos. “Es un experimento importante”, dijo Stern.

Stern citó las últimas estadísticas del Centro Nacional de Lucha contra el Terrorismo del gobierno federal que cifran en 300 el número de delincuentes terroristas en cárceles estadounidenses a finales de 2016. De ellos, 90 serán liberados en los próximos cinco años. Según el Centro, “es probable que por lo menos algunos vuelvan a participar en actividades terroristas... porque siguen radicalizados o porque son susceptibles a la re-radicalización”.

Stern cree que debería haber programas de desradicalización dentro de la cárcel. Cuando estudió a la comunidad somalí-americana de Minnesota, Stern encontró que las familias de refugiados sufrían niveles desproporcionados de discriminación y dificultades económicas.

Después de que sus padres huyeran del conflicto en Somalia, Yusuf nació en un campo de refugiados en Kenia. Finalmente llegaron a Estados Unidos.

“Me di cuenta de que las madres piensan que sus hijos están a salvo porque los ven en casa en el ordenador pero resulta que es ahí donde pueden estar más expuestos al riesgo de la propaganda extremista”, dijo. “Algunos niños prácticamente viven en un mundo diferente al de sus padres y luego son robados para usarlos como carne de cañón en una guerra de otros. Es descorazonador”.

El fundamentalismo violento

Muchos de los jóvenes desencantados que recurren a ISIS rechazan la interpretación dominante del islam en la que crecieron, así como las normas laicas y cristiano-americanas de su entorno, y se ven envueltos en la ideología del fundamentalismo violento.

“Piensan que están recibiendo el no va más del islam con ISIS, piensan que unirse al grupo es hacer algo glamuroso, una yihad de cinco estrellas para ellos”, dijo.

A Yusuf no le está permitido hablar con la prensa. Mientras completaba su programa de rehabilitación, terminó su diploma de bachillerato y prestó servicio social en la comunidad. El juez de distrito Michael Davis le advirtió de que corría el riesgo de ser condenado al ostracismo por partes de su comunidad después de testificar contra algunos de los nueve acusados en su grupo de extremistas locales.

La principal abogada de Yusuf, la defensora federal Manny Atwal, recordó un estallido en el tribunal cuando los muchachos de la tribuna lo llamaron mentiroso y traidor y empezaron a pelearse a gritos con la madre de Yusuf mientras testificaba contra sus antiguos amigos. “Hubo bastante jaleo y el juez vio que había reacción por parte de la comunidad”, dijo.

Su programa de rehabilitación ideológica fue diseñado por una organización sin fines de lucro de Minneapolis llamada Heartland Democracy, especializada en cursos de compromiso para la ciudadanía, particularmente para jóvenes alienados. Yusuf leyó y discutió las obras de Sherman Alexie, Martin Luther King Jr., Malcolm X y del filósofo francés Michel Foucault, tratando de traspasar las barreras, tanto mentales como sociales, y de lograr un sentido de pertenencia a la comunidad.

Según John Horgan, profesor de estudios globales y psicología en la Universidad Estatal de Georgia, “la rehabilitación ideológica es sorprendentemente difícil en la práctica y requiere un enfoque personalizado; no se trata sólo de cambiar de opinión”. “Pero hay una necesidad urgente de intervenir pronto y ofrecer alternativas a la prisión, porque estamos perdiendo la batalla para evitar que la gente se involucre en el terrorismo ”.

La abogada de Yusuf, Atwal, está ayudando a su antiguo cliente, ahora bajo supervisión del servicio de libertad condicional. Ella le dio libros de Mindy Kaling, la escritora y actriz cómica india-estadounidense. También ayudó a adaptar el programa de rehabilitación de Heartland Democracy después de viajar a Europa para ver cómo funcionaban allí.

“Fue extremadamente valiente por parte del juez hacer lo que hizo con Abdullahi”, dijo. “¿Pero qué vas a hacer? ¿Seguir encerrando a jóvenes problemáticos de 18 y 19 años?”

Traducido por Francisco de Zárate

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